Aunque a través de la literatura me haya dedicado alguna vez a intentar pequeñas profecías de corto alcance, nunca he dejado de pensar que lo más parecido a la verdad y la belleza está en la historia, cuya auténtica praxis consiste en hablar con los antepasados. Creo también que conforme vamos perdiendo pié en las certezas necesitamos más volver a ella. La historia está en todas partes, aunque la más próxima y accesible es la de cada uno. Mantenerla caliente, incluso cuando es ingrata, ayuda a conservar la propia temperatura, y por tanto a sentirnos vivos. Escribo esto tras leer lo que Charlize Therón cuenta acerca del modo en que su madre mató a tiros a su padre, algo de lo que ya había hablado pero ahora describe con pelos y señales. Que el pasado, por cruel que sea, no pase del todo (o simplemente no pase) quizás sea lo más cercano a la eternidad que haya disponible en los expositores.