Las mal llamadas pateras que han venido, y las que se supone vendrán, evidencian que España tiene en Eivissa características propias de un estado fallido.

Yo llevaba 10 días escondido para que no me encontrase la Policía. Pero luego un compatriota me dijo que ibas a la comisaría, te daban un número [NIE provisional] y con él podías viajar en barco hasta la península, allí coger un autobús y llegar a Bélgica, donde tengo familia. Fui a la comisaría un sábado, pero me dijeron que no me podían atender, que volviera el lunes. Así lo hice y cuando volví me detuvieron y ahora me manda a un CIE.

No me gusta esta isla; está llena de ladrones. He ido a la comisaría para que me retornen a mi país, Argelia. Me han dicho que te llevan en avión.

El mes pasado vine a Eivissa, me detuvieron y me retornaron a Argelia. Ahora he vuelto y como no hay plaza para mí en un CIE me dejan en libertad. Me voy para París. Suerte, porque en el CIE se pasa muy mal.

Estos tres testimonios reales de otros tantos argelinos reflejan la incapacidad de España de dar una respuesta coherente y propia de un Estado de la UE a una situación que tiene todos los elementos para repetirse hasta la saciedad y colapsar un día sí y otro también, evidenciando su debilidad, determinados servicios públicos de la isla, primordialmente estatales.

De la llegada de pateras, pueden extraerse estas conclusiones:

1. La incapacidad de internar en un CIE a todos y cada uno de los llegados actúa como efecto llamada. Los migrantes saben -porque las mafias lo divulgan- que si no una vez otra quedarán en libertad y podrán desplazarse libremente hasta su lugar de destino, casi siempre Francia o Bélgica.

2. Que el internamiento en un CIE, con control judicial, dependa de si hay plazas o no es vergonzante y antijurídico. No se puede jugar así con el destino de las personas. Al menos, no debe hacerlo un Estado que se precie.

3. La falta de una información adecuada en el lugar emisor -Argelia- multiplica las posibilidades de que ciudadanos de este país emprendan el viaje hacia Eivissa como puente cercano para llegar a la Europa continental. No se conocen actuaciones en origen que pudieran mitigar el tránsito.

4. La llegada de pateras colapsa y ocupa al grueso de recursos policiales de la isla, con las evidentes consecuencias colaterales que, además, son conocidas por los interesados.

Pero, y lo que es más importante y trascendente, la ruta en patera hacia Eivissa que la incapacidad del Estado propicia tiene un saldo trágico de muertos y desaparecidos del que no hay datos pero sí indicios suficientes.

La labor desarrollada por agentes de cuerpos policiales, personal de ongs, funcionarios judiciales y un largo etcétera ante la llegada más o menos masiva pateras, con ser voluntariosa, es impropia por falta no solo de recursos sino de su adecuada gestión, lo que, además, vulnera los más elementales derechos de los migrantes. Para muestra un ejemplo: a los funcionarios policiales y judiciales se les dota de mascarillas para mitigar el hedor que desprenden los grupos de migrantes a su paso por la comisaría y juzgados?. ¿no sería acaso más eficaz, humano y adecuado que estas personas que llevan días de viaje y calabozo se pudieran duchar?

La mala e incapaz gestión de las pateras pone en riesgo vidas, actúa de efecto llamada y alienta la xenofobia. Un todo en uno impropio que pone en evidencia la endeblez del Estado en la isla, dicen, del lujo y de la que no hace mucho las pateras no llegaban sino que salían en dirección a Argelia.