Agradezco el interés que ha generado el apunte que días atrás recordaba las fábricas que Ibiza tenía en los años 50. Hablábamos entonces de Can Ventosa que en origen fue del Grupo catalán Calcetería Ibérica, de Fabra i Coats después, y que producía calcetines que exportaba prácticamente en su totalidad. De su aventura nos ha quedado la fachada colonial del edificio que, reconstruido y habilitado como centro cultural polivalente, hoy da un magnífico juego. Recordábamos también la fábrica de alcoholes que se obtenían de las algarrobas y que estaba en la carretera de Sant Josep y la fábrica de la luz que quedaba detrás del Cine Serra. Fue una reseña que, sin embargo, se quedó corta. Buenos amigos han refrescado mi desmemoria con otras industrias, talleres y obradores de aquellos años que los vecinos de Vila tuvimos como muy nuestros.

No sé cómo pude olvidarme de la fábrica de licores Marí Mayans. Y de la fábrica de jabones d'en Perico Vilás, 'es Saboner', que a un tiro de piedra del Club Naútico fabricaba y proporcionaba a las tiendas de la Marina dos modalidades de jabón, es ' sabó fort', en cuarterones o pastillas que tenían un color gris verdoso y es ' sabó moll', una pasta oscura y gelatinosa que nuestras madres utilizaban en la colada, pero que también servía para lavarnos la cabeza. Recuerdo que nos dejaba los pelos encrespados, pero que al enjuagarlos con agua y vinagre quedaban finísimos y suaves. También teníamos en la plaza del Parque la fábrica de lejías Maripol, marca que ha sobrevivido. Y la de sifones y gaseosas Riera, Manyà y Rallus, además de Can Llambies, frente a la iglesia de Santa Cruz, que daba trabajo a muchas mujeres y fabricaba ropa interior de señoras.

Otra pequeña industria era la 'fábrica de hielo', en la carretera de Sant Josep, a la altura de ses Figueretes, a la que solíamos acudir en bicicleta para cargar en el portaequipajes una barra de hielo bien envuelta en un saco o en un cesto grande y que, después, metida en un barreño grande, era la nevera de aquellos años. Y pequeña industria fue también, aunque se hiciera de puertas adentro, en pequeños corrillos y talleres, ' es treball a comissió' en el que participaban muchísimas mujeres, fuese con la máquina Singer o con aguja y dedal, a tanto la pieza, dándole un valor añadido con sus acabados, costuras, puntillas y bordados, a prendas íntimas, pañuelos y mantelerías. Vayan estas rayas en su memoria.