Existe una Ibiza que no es macarra, a la que molestan profundamente los comportamientos macarras de personas que creen que la isla es un territorio sin normas, al servicio de sus caprichos más estúpidos y en el que pueden desmadrarse como les dé la gana. Como el conductor del Ferrari biplaza que iba una noche por Marina Ibiza con una mujer desnuda colocada sobre la carrocería a modo de objeto decorativo, con la música a tope, con una chulería retadora, mientras las personas que lo veían grababan estupefactas la escena con sus móviles. El vídeo se ha hecho viral, para vergüenza de esa Ibiza que no es macarra y que abomina de los macarras, que está formada por infinidad de personas de todo tipo que aman y respetan la isla: residentes, visitantes asiduos, trabajadores de temporada y turistas. Porque en Ibiza no nos pasamos el día fumando porros, en bañador, bailoteando por la calle de la Virgen o en un chiringuito de playa con una copa en la mano y la mirada perdida, como muestra la película 'Un verano en Ibiza' (que debería añadir la coletilla «topicazo va, topicazo viene; no falta ni uno»). Y nos molestan macarras como el del Ferrari, y esa prepotencia que a algunos les da el dinero. Qué lástima que no les dé educación y sentido común.