Es Vedrà es un islote protegido con las figuras de Lugar de Interés Comunitario (LIC) y Reserva Natural, y por las leyes de espacios naturales y de conservación de los espacios de relevancia ambiental. Está prohibido introducir en los islotes cabras, conejos u otros animales que comprometan la conservación de su valores vegetales. Por tanto, no puede haber cabras en es Vedrà, que guarda un tesoro botánico con especies endémicas protegidas que se encuentran en peligro de desaparición a causa de los rumiantes: hay 166 especies vegetales, de las que 12 son endémicas y una, exclusiva, es decir, que solo crece en este islote. Sin embargo, sigue habiendo cabras en es Vedrà, una situación anómala que la conselleria balear de Medio Ambiente debe corregir con urgencia, porque su obligación es velar por la adecuada conservación de los espacios naturales protegidos de las islas.

El cambio de conseller de Medio Ambiente en Ibiza después de la dimisión de Miquel Vericad (Guanyem) en mayo de 2018, sustituido por Gonzalo Juan (PSOE), enturbió las relaciones entre Govern y Consell en este asunto, pues la institución insular, a consecuencia de la presión de Podemos (que ha hecho suyas las tesis animalistas) se desmarcó de la primera solución aplicada por la conselleria balear -matar a tiros a los animales- y aboga por sacar vivas las cabras, aunque el Consell no envió en tiempo y forma al Govern un plan para hacerlo ni un informe técnico de Ganadería que lo avale.

Los máximos responsables de Podemos en el Consell, la vicepresidenta primera Viviana de Sans y el director insular de Movilidad, Gianandrea di Terlizzi, se han indignado al conocer que la conselleria balear de Medio Ambiente no da por buenas sus comunicaciones, efectuadas por correo electrónico, porque carecen de registro oficial. Llama la atención la bisoñez de quienes ya deberían conocer el funcionamiento de las instituciones, después de casi cuatro años en el gobierno del Consell. También sorprende el silencio del socialista Gonzalo Juan, el conseller insular de Medio Ambiente, que parece haber dejado exclusivamente en manos de Podemos las decisiones sobre este asunto pese a que el departamento está bajo su responsabilidad. Que De Sans y Di Terlizzi comparecieran en la sede de Podemos y no en el Consell para exigir la dimisión del director general de Espacios Naturales del Govern, Miquel Mir (de Més per Mallorca), sugiere que el PSOE no comparte los planteamientos de sus socios de gobierno.

Gonzalo Juan cometió el error de no informarse bien antes de prometer a 18 animalistas, concentrados frente al Consell el pasado 5 de diciembre, que mediaría ante el Govern (que es el que tiene legalmente las competencias) para que no sacrificara a las cabras y buscara una solución que no implicara su muerte. En la práctica, esto es extremadamente difícil, por no decir imposible, dada la orografía abrupta del islote, según explicaron en su día los técnicos, que advirtieron del peligro para la integridad física de las personas que podía entrañar cualquier intento de atrapar a los rumiantes. Además, en el improbable caso de que fuera posible capturarlos con vida, se trata de animales silvestres sin control sanitario y que pueden tener enfermedades, por lo que deberían permanecer en cuarentena durante un año. Es decir, no se les puede mezclar con otras cabras, lo que supone la dificultad añadida de ver qué se hace luego con ellas.

No debería acabar el mandato sin una solución definitiva al problema de las cabras en es Vedrà. Durante muchos años, el Govern miró para otro lado y no asumió su obligación de velar por la preservación de los valores naturales del islote. En febrero de 2016 llevó a cabo la polémica eliminación a tiros de estos rumiantes, de acuerdo con el método recomendado por los técnicos, pero quedaron ejemplares vivos que en estos tres años se han reproducido y se han vuelto a convertir en un peligro para la riqueza botánica del islote. La matanza de las cabras indignó a los animalistas, que la denunciaron en los juzgados, pero los tribunales acabaron dando por buena la actuación de la conselleria. Los animalistas y quienes defienden la presencia de las cabras en es Vedrà dibujan un escenario pintoresco de animales libres y felices que triscan por los riscos, y han mitificado unos supuestos ritos «ancestrales» de los vedraners, que en su versión idealizada de los hechos capturaban a los animales en el islote de forma incruenta para luego matarlos en sus casas. Nada más lejos de la realidad: la cacería de las cabras acababa con muchas despeñadas, en su huida de los cazadores, que armados con afilados cuchillos las degollaban en cuanto las cogían, para llevárselas en las barcas. Un islote agreste y abrupto como es Vedrà no es un lugar adecuado para que vivan cabras, no solo por los destrozos que causan y porque la ley lo prohíbe, sino porque no hay agua ni comida para que puedan subsistir y los animales están sometidos a una vida de penalidades extremas.

En cualquier caso, es Vedrà es un monumento natural y paisajístico que debe ser protegido, en ningún caso debe ser un corral.

DIARIO de IBIZA