Estos términos han sido utilizados recientemente por el Sr. Bernat Joan Marí, profesor de la UIB (Universitat de les Illes Balears) en su artículo 'La judicialización de la educación' en un medio muy conocido en la isla como es el Diario de Ibiza. Me veo en la obligación y el derecho de contestar a sus ofensivos comentarios realizados sobre mi persona.

No voy a entrar en los insultos y descalificaciones, ya que estos mismos definen al propio escribiente, supuestamente profesional de largo recorrido en la educación y la política de la isla y los autodenominados 'países catalanes'. Por el contrario, debo explicar que, estos catalanistas-radicales-independentistas nos tienen acostumbrados a sus las falsedades continuas, las cuales terminan creyéndose. En este aspecto debo decir que ni yo he pretendido que a mis hijos se les eduque como en Cantabria, ni Francisco López pretende que sus hijos sean monolingües. Tan solo exigimos que se respete nuestra Constitución, la de todos, también del Sr. Bernat, que en el artículo 3.1 dice: «El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla» y en el artículo 3.3: «La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección». Tan solo queremos que el castellano esté incluido en la escuela, no excluido como usted propone. Respecto a este aspecto sí debo decirle al Sr. Bernat que tanto él como el Consell Balear deberían aprender del sistema Educativo Cántabro, más inclusivo y respetuoso con todos los alumnos y sus familias.

Llama poderosamente la atención que el señor Bernat obvie el hecho de que la convención de los derechos del niño (Unesco) considere la educación en lengua materna como un derecho inalienable y garantía de éxito en la educación. Nada dice en su artículo sobre el fracaso escolar en Baleares, que cada año se acredita en informes europeos y nacionales, y que lidera el mayor fracaso colectivo en materia educativa a nivel europeo. Debería releer a Luis Vicente Aracil (padre de la sociolingüística catalana) que renegó del modelo de inmersión y acabó defenestrado por el mismo fanatismo que ayudó a crear.

Deberíamos también recordar el modelo educativo de la II República y su tratamiento de las lenguas cooficiales, donde la libre elección de lengua presidía la escolarización de nuestros niños. Se garantizaba el castellano como lengua vehicular en colegios sostenidos con fondos públicos y en paralelo se permitía en Cataluña optar por las escoles de la Generalitat, donde se aplicaba el modelo de enseñanza en catalán.

Es evidente que el nerviosismo impera en los defensores del monolingüísmo educativo que margina al castellano y pretende el mantenimiento de la casta político-lingüística que se ha apoderado de la educación pública en Baleares. Las recientes denuncias sobre adoctrinamiento ideológico en Baleares, por parte de manuales y libros empleados en colegios públicos de las Illes (que se han reflejado en la prensa nacional), han provocado verdadera inquietud en gente que no tolera cuestionar la inmersión excluyente y obligatoria.

De la misma forma, Sr. Bernat, para salirse de su propia 'Teoría de la estupidez', del profesor C. Cipolla, debería entender que por encima de sus intereses sociolingüísticos supremacistas se encuentra la legalidad, la norma, aquello que rige nuestra sociedad y que aunque, como en su caso, no guste, hay que respetar, porque aunque le pese, también es español y vive en España. Recuerde que G. Orwell ya nos dijo que «el nacionalismo es hambre de poder atemperada por el autoengaño».

Referirse a los jueces como «idiotas» o criticar la «judicialización» del sistema educativo no solo indica su inconsciencia sino que es usted un mal ejemplo para sus alumnos. Si ustedes no respetan la legislación vigente, la ley y los jueces actúan, si ustedes no respetan los programas educativos, la ley y los jueces actúan, si ustedes desprecian y rechazan las convenciones y la normativa de su país y privan a los individuos (en este caso niños y padres) de sus derechos, la ley y los jueces actúan. No es difícil de entender, Sr. Bernat.

Debo remarcar, Sr. Bernat, que estoy casada con un ibicenco, concretamente alumno suyo en su época de profesor de instituto, que lo recuerda como un profesor bastante gris y muy intransigente y sabe bien cómo afeaba a sus alumnos en sus clases sólo por el mero hecho de saludar en castellano. Todo muy pedagógico. También conocemos sus escritos en protesta por los 'matrimonios mixtos' y el supuesto daño que estos realizaban a su lengua. Todo muy inclusivo. Entiendo que mi presencia le incomode, pues es contraria a su 'cruzada', y creo que debería contemplar que un buen futuro para nuestros hijos pasa por tener una enseñanza en el idioma local, el nacional, y a ser posible el internacional.

Como dijo el Sr. Cela, el nacionalismo se cura viajando y como está ocurriendo en Cataluña, el nacionalismo es incompatible con la democracia. Asistimos perplejos cómo una minoría ruidosa de lazos amarillos azuzados por su amigo y camarada el Sr. Q. Torra, acosa y utiliza la violencia, sobre una mayoría más educada y silenciosa. ¿Eso es lo que usted quiere para Ibiza? En Cantabria, mi hermano, que forma parte del sistema educativo, estará encantado de atenderle y enseñarle cómo funciona, cómo se atienden las necesidades de todos los niños y sus familias pensando solo en el bienestar de los mismos, y se respeta su origen, creencias e idioma, encontrando ahí una fuente impresionante de enriquecimiento para todos.

Cuando vuelva a usar los términos del título, debería examinarse a sí mismo un largo tiempo antes de pensar en condenar a otros (Molière).