El pasado viernes se celebró en el Centro Cultural de Jesús un debate abierto al público sobre la industria del ocio en Ibiza, organizado por el colectivo Prou! Participaron representantes de distintas instituciones y partidos políticos, la organización ecologista GEN y una enfermera del Centro de Salud de Sant Antoni, que detalló con ejemplos muy ilustrativos el colapso que genera en los servicios sanitarios el turismo de borrachera en esta localidad. La silla destinada a un representante de la Asociación Ocio de Ibiza (AOI), sin embargo, permaneció sorprendentemente vacía durante todo el encuentro.

Pese a la sucesión de comunicados, artículos y reflexiones que el aparato de comunicación de este colectivo remite a los medios pitiusos para defender su imagen y contraatacar a todo aquel que cuestiona sus malas praxis, ningún portavoz de este colectivo de beach clubs, salas de fiestas y hoteles-discoteca tuvo el coraje y la gallardía de defender sus argumentos frente a un público heterogéneo de la sociedad ibicenca. Nadie de entre su extenso conglomerado de establecimientos -suman un total de 38- quiso dar la cara.

La organización del debate, tal y como recogió la prensa, informó a los asistentes de que habían estado un mes detrás de la Asociación Ocio de Ibiza, para garantizar su presencia en el evento y que todas las partes estuviesen representadas. Sin embargo, este colectivo declinó la asistencia de un portavoz mediante una excusa de lo más exótica: el principal dirigente de la AOI «ya no está en la isla y los cuatro que quedan no hablan ni castellano ni ibicenco». La ausencia y el argumento esgrimido para justificarla resultan suficientemente ilustrativos. No obstante, dado que esta asociación tiene tendencia a recopilar frases textuales de aquellos que censuran su proceder, hoy traemos a colación algunas reflexiones de su propia autoría, difundidas por Diario de Ibiza este mismo año.

El presidente de la Asociación, José Corraliza, escribía en un artículo, publicado el 22 de junio, lo siguiente: «El ocio es de todos y para todos e intentaremos que el residente se sienta orgulloso del ocio ibicenco, siempre desde el respeto, el diálogo y el entendimiento».

En otro comunicado, publicado el 17 de octubre, se decía: «La Asociación Ocio de Ibiza recuerda que representa a establecimientos, entre hoteles, restaurantes, bares y discotecas, y que desde hace años reclama la implementación de una estrategia consensuada que permanezca en el tiempo. Su presidente, José Corraliza, siempre ha defendido la necesidad de tender puentes de comunicación con instituciones y plataformas sociales de Ibiza, en busca de un turismo de calidad y de referencia internacional».

El 25 de octubre, la administradora del colectivo, Ángeles Martín, repetía en otro artículo: «En la AOI tenemos claro que la única forma de conseguir que Ibiza experimente verdaderos avances en el ámbito económico y social es apostar por la convivencia entre residentes y turistas e incrementar la colaboración público-privada».

Unos meses antes, el 18 de abril, el gerente de la Asociación Ocio de Ibiza, José Luis Benítez, respondía a un artículo de mi autoría en los siguientes términos: «Nuestros empresarios se esfuerzan a diario por crear puestos de trabajo y contribuir al desarrollo del tejido económico de esta isla. Para usted esto es peccata minuta, carece de importancia y acusa a nuestros asociados de pisotear los derechos de los ciudadanos. Si nuestros empresarios colaboran con los ayuntamientos e intentan trabajar codo con codo con los políticos, somos unos hipócritas y, según usted, nos reímos de ellos».

¿Dónde se han dejado esos deseos de «tender puentes», «buscar consensos» y «trabajar codo con codo» que esgrimen cada vez que remiten un comunicado? ¿En qué queda esa necesidad de «diálogo y entendimiento» a la que se comprometió su presidente?

El lector se habrá fijado en los apellidos de las tres personas que rubricaban los párrafos anteriores: Corraliza, Martín y Benítez. Ni Schmidt, Jones o Gentile? Los tres hablan perfectamente castellano y, con un mes de antelación, podrían haberse organizado sobradamente para estar presentes en el primer debate sobre ocio y convivencia celebrado en la isla y así demostrar esa fe de diálogo que tan cansinamente vienen reiterando.

Si no, entre sus docenas de asociados hay otros muchos apellidos castellanos y hasta ibicencos de sobra conocidos por todos. Solo cabe una explicación: no han querido dar la cara y las buenas intenciones que anuncian mediante sus comunicados públicos son papel mojado. Su ausencia únicamente puede interpretarse como un menosprecio que a nadie sorprende, pero que conviene subrayar y tener presente de cara al futuro. Vuelven a tomarnos el pelo.