En los tiempos que corren hemos visto cómo se han publicitado diversas medidas calificadas como sostenibles: la instalación de puntos de recarga para vehículos eléctricos, la instalación de células fotovoltaicas en algunos edificios públicos, la aprobación de paquetes legislativos y normativos de protección de la biodiversidad, cambio climático, etc. Sin embargo, todo apunta a que hay que ir todavía mucho más allá de esas propuestas, el cambio climático es imparable - hecho ya constatado por la gran mayoría de la comunidad científica - y debemos hacer todo lo posible para mitigar sus efectos.

En estos días surgen noticias que chocan frontalmente con esa iniciativa surgida desde los movimientos sociales al que se han unido nuestros gobernantes, la cantidad de plásticos en nuestras islas supera en 30 a la media del Mediterráneo, este es un claro ejemplo de la controversia de tan complejo tema, la revolución o evolución sociológica hacía la sostenibilidad.

Recordaba hace unos días la acogida que tuvo la sugestión de una posible instalación de tranvía en nuestra isla, la cual atendiendo a la hemeroteca, recibió un sin fin de críticas por parte de diversos sectores y partidos políticos. Sin duda una medida de ese calado puede generar controversia, pero también podría haber sido una solución a un gran problema existente, la movilidad. Existen en la actualidad sistemas de tranvía que nada tienen que ver con el que la mayoría pensaba cuando se indicó tal propuesta, como por ejemplo el denominado ART (Autonomous Rail Rapid Transit), híbrido entre tranvía y bus, sin vías, ni catenarias, bastando con un carril reservado señalizado con marcas viales, se trata de un convoy de tres vagones de aproximadamente 30 metros con capacidad de 300 personas totalmente eléctrico y con recarga solar (autonomía de 25 km aproximadamente y recarga en 10 minutos), el coste mucho menor que el tranvía tradicional, sin duda, toda una apuesta de futuro para aquellos países y regiones que orienten sus políticas de movilidad hacía la sostenibilidad.

Por ello no basta con la mera aprobación de paquetes normativos, vemos el ejemplo del decreto de posidonia, tan esperado pero con resultados nada alentadores, por el momento. Un cambio de rumbo es imprescindible si queremos proteger lo más preciado que tenemos en esta isla, los recursos naturales, esencial no solo para la biodiversidad sino que para la propia especie humana, pues no podemos obviar que cualquier amenaza sobre cualquier especie, hábitat o ecosistema nos afectará a nosotros mismos. No basta con la mera instalación de puntos de recarga, los edificios públicos deberían contar todos, y desde hace tiempo, con sistemas de autoabastecimiento a través de energías renovables; los parques móviles de las administraciones tendrían que ser todos con cero emisiones, y aún con todo ello será difícil combatir las consecuencias de los efectos que hemos ocasionado. A modo de conclusión, como indicó el maestro Martín Matero (1999), «la preocupación por el medio deberá situarse en el primer plano de las inquietudes colectivas...» pues el derecho ambiental debe de priorizarse en las políticas públicas que se lleven a cabo por el bien de las especies.