Ibiza tiene el honor de ser la cuna de dos Premios Loewe de Poesía. Casi nada. Hace diez años el poeta y escritor Vicente Valero se hizo con el premio con su obra 'Días del bosque'. Ayer, el también poeta ibicenco Ben Clark fue galardonado en la XXX edición de estos reconocimientos, entre los más importantes de este género. Tres años después de haberse hecho con el Premio Ciutat de Palma con su poemario 'La Fiera', Clark vuelve con 'La policía celeste', una obra donde trata sus grandes temas: el amor, la muerte y el paso del tiempo. Las letras ibicencas están de enhorabuena. La isla saca pecho y entona versos que nada tienen que ver con el reflejo de su imagen en la retina del espacio exterior. La música electrónica se rinde por un día a la metáfora, la prosopopeya, el asíndeton o la hipérbole. Aunque Ben Clark haya gestado su obra en un retiro en Mojácar (Almería), el Loewe lleva el sello Made in Eivissa y eso es fantástico, porque también se puede ser poeta en la isla de los dj. Porque un poeta no necesita satisfacer su ego con una fotografía de su cara en enormes vallas publicitarias, ni desea que sus fans eufóricos le griten y señalen en una pista de baile. Probablemente solo sueñe con poder vivir de sus letras, firmar libros en Sant Jordi y que su musa, su inspiración, nunca le abandone.