Leo la entrevista publicada ayer en estas mismas páginas a Joseba Cortázar, gerente de HomeAway, una de las plataformas de alquiler turístico y se me va abriendo la boca hasta terminar en una enorme 'O' de estupefacción. El señor Cortázar defiende su negocio, faltaría más, y defiende también, ya de paso y con actitud trilera, las ilegalidades que se están cometiendo aprovechando estos arietes del turismo de masas. Dice el señor Cortázar que las plataformas como la suya o Airbnb no tienen por qué controlar si los pisos que gestionan se alquilan de forma ilegal o no, que su única e inocente labor es poner en contacto al arrendatario y al arrendador. Y suena a lo que es, receptación de pisos de alquiler. Es decir, dignifica ya de paso a esos 'empresarios' que se dedican a aceptar oro y joyas a bajo precio para luego colocarlas en el mercado a uno mayor sin preguntar de dónde han salido. Imagino al receptador ante el juez: 'No señoría, yo no tenía por qué saber que el anillo que me ofrecía este señor se lo había arrebatado de un tirón y en plena calle a la abuelita de este otro. Yo solo puse en contacto al vendedor con el cliente'. La Ley de turismo que ultima el Govern balear debe cortar de raíz con estas situaciones, con tanta ilegalidad y con tanta cara dura.