Elecciones en Cataluña

PSC o PP: ¿quién se beneficia de la candidatura de Puigdemont?

Los populares tratarán de concentrar el voto de todos los contrarios a la ley de amnistía, desde el centro hasta la derecha

Expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont en un acto del Consell de la República.

Expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont en un acto del Consell de la República. / EFE

Carlota Camps / Sara González

No hay estrategia electoral más exprimida que la de plantear unas elecciones como un plebiscito. Para Salvador Illa, entre "avanzar" dejando atrás el conflicto territorial o quedar atrapados en la "década perdida" del 'procés'. Para Carles Puigdemont, entre volver a poner la proa en el 'procés' con su "restitución" o pasar página "con los de 155". Así es como plantean los comicios del próximo 12 de mayo tanto el PSC como Junts per Cataluña. Una dicotomía que beneficia a los dos partidos para hacer cuajar que esta partida es cosa de dos, planteamiento que va en detrimento de ERC. Sin embargo, está en disputa quién capitalizará más el anuncio de retorno del expresident, que pide ser votado para retomar el hilo del otoño de 2017: si los socialistas, que jugarán la carta de presentarse como la única opción no independentista con posibilidades de gobernar, o un PP que agitará la vuelta del expresident -aunque, de momento, solo sea políticamente y no físicamente- para remontar los tres diputados que ahora tiene en el Parlament.

Illa admite abiertamente que hay parte del electorado de su partido al que no le "entusiasma" que se haya aprobado una amnistía que podría provocar que los protagonistas del 1-O regresaran a la primera línea de la política, pero reivindica que es "necesaria" para "normalizar" las relaciones y que se rompan los bloques. Fuentes del partido admiten estar a la expectativa de si la aplicación de la ley en los próximos dos meses tendrá o no un impacto en el margen de ventaja con el que podrían ganar las elecciones. Dan por descontada la victoria, como auguran las encuestas, pero necesitan también, añaden, que el independentismo no sume. Así que tratarán de dar la vuelta al amago de retorno de Puigdemont del que el PP hace responsable a los socialistas reivindicándose como el voto útil para que la Generalitat tenga, por primera vez en 12 años, un presidente no independentista. Lo harán, eso sí, evitando el tono bronco y sin imponer vetos para no cortocircuitar ninguna opción de pacto tras las elecciones.

La estrategia del PP

Los populares, a su vez, tratarán de concentrar el voto de todos los contrarios a la ley de amnistía, desde el centro hasta la derecha. Se presentarán como "la única alternativa al independentismo", como "el aglutinador del constitucionalismo" y al PSC le acusarán de "haber reactivado el procés". Así, aspiran a convencer no solo a los exvotantes de Ciutadans y a algunos de los que en los últimos comicios optaron por Vox, sino también a aquellos potenciales votantes socialistas que quieran castigar a Pedro Sánchez e Illa por la exoneración de los procesados y condenados por el 'procés' independentista.

El hecho de que finalmente repita como candidato Alejandro Fernández, una de las voces más vehementes contra la ley y que se ha significado públicamente -a sabiendas de que le costaría una crisis interna- contra las negociaciones del PP con Junts, contribuye a este propósito.

Los populares piensan en el saco de votantes que en 2017 votaron a Inés Arrimadas, pero que en 2021 escogieron la papeleta roja. Con este planteamiento en la cabeza se deben entender las negociaciones -finalmente fracasadas- para concurrir con los naranjas el próximo 12-M.

Hace tres años, los populares no consiguieron beneficiarse del derrumbe de Ciutadans, a pesar de que cedieron casi un millón de votos y hasta 30 escaños. Gran parte de los que se les dieron confianza tras la DUI se quedaron en casa, pero una parte también se decantaron por Vox (que entró por primera vez en la Cámara con 217.883 votos) y por el PSC (que subió 56.199 votos y dobló escaños). El PP se dejó 76.603 votos y un escaño (cayó hasta los tres) y siguió en el grupo mixto.

¿Hay trasvase de voto?

Pero, demoscópicamente, ¿esta posibilidad existe? Según la última encuesta del CEO, el PP podría recoger el 12-M un 28% de los votantes de Cs y un 14% de los de Vox, por lo que sí se cumpliría la estrategia de una cierta concentración. Sin embargo, también el PSC se llevaría un 17% de ese pastel mientras que el trasvase de voto de los socialistas al PP sería solo de un 2%. Unas cifras similares a las de la encuesta del GESOP, realizada por El Periódico de Catalunya, del grupo Prensa Ibérica, una vez convocadas las elecciones.

Pero donde sí habría un caladero de voto es entre los indecisos o los que están pensando en abstenerse. El CEO detecta que un 33% de los exvotantes de Ciutadans se encuentra en esta situación. También un 10% de los de Vox y un 7% de los del PSC.

Aunque cabe destacar que tampoco el PP tiene a todos sus votantes atados. Los populares son de los que más retienen voto (un 76%), solo por detrás de los Comuns y empatados con ERC y -prácticamente- con el PSC. Sin embargo, aún hay un 11% de los que les dieron su confianza en 2021 que no han escogido papeleta o que se quedarían en casa.

Puigdemont, como factor de inestabilidad

Más allá de los efectos que pueda tener la candidatura de Puigdemont en el tablero electoral, fuentes próximas al PP Catalán también explican que en Génova ven con una cierta esperanza que el retorno del expresident desestabilice la política de alianzas de Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados, y que ello acabe con una convocatoria de elecciones anticipadas que dé una nueva posibilidad a Alberto Núñez Feijóo. "Puigdemont exigirá a Illa ser president y le amenazará con dejar de apoyar a Sánchez", apunta esta fuente, a pesar de las precauciones de que todo ello dependerá del resultado electoral.

Sin embargo, los populares deberán calibrar estrategias y encontrar un cierto equilibrio entre la mano dura contra Puigdemont y el no dinamitar del todo los puentes que establecieron con Junts durante las negociaciones para la investidura -fallida finalmente- de Feijóo. No solo por si en un futuro les necesitan, también para controlar que los posconvergentes no enciendan el ventilador y expliquen qué hay detrás del "todo se sabrá" de Puigdemont. Aunque al expresident tampoco le interesa apretar el botón ahora y prefiere guardar la carta por si la necesita más adelante.

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