Entrevista | Alfonso Pinilla García Profesor titular de Historia Contemporánea en la UEx y autor del libro 'Arias Navarro y la reforma imposible"

"Arias Navarro dimite al comprobar que su plan de reforma está muerto"

Se cumple el 50 aniversario de su nombramiento como presidente del Gobierno, cargo en el que estuvo tres años (1973-1976)

Alfonso Pinilla García, historiador y autor de un libro sobre Arias Navarro.

Alfonso Pinilla García, historiador y autor de un libro sobre Arias Navarro.

Eloísa Fernández

Muchos somos los adultos de mi generación que aún recordamos con perfecta nitidez esa imagen en blanco y negro que nos devolvía la televisión de un Carlos Arias Navarro ojeroso, lloroso y triste pronunciando esa famosa frase impregnada de nuevos tiempos y, sobre todo, de libertad. Esa frase fue: "Españoles, Franco ha muerto". Hasta llegar ahí, el presidente del Gobierno había sido antes gobernador civil, alcalde de Madrid, director general de Seguridad, ministro, notario y fiscal, pero, por encima de todo, fue un hombre de Franco. Ahora, al cumplirse el 50 aniversario de su nombramiento como presidente del Gobierno, cargo en el que estuvo tres años (1973-1976), Alfonso Pinilla García (Montijo, 1976), profesor titular de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura (UEx) y autor, entre otros libros, de ‘La legalización del PCE. Historia no contada (Alianza, 2017), ‘La Transición en España / España en transición. Historia reciente de nuestra democracia (Alianza, 2021), publica ‘Arias Navarro y la reforma imposible’ (Catarata), que presenta, con prólogo del historiador, académico y catedrático Enrique Moradiellos, como la historia de su fracasado intento por renovar y perdurar el franquismo.

¿Fue Carlos Arias Navarro un demócrata?

No lo fue, desde luego. Fue un franquista convencido de que la dictadura ya no daba para más, que eran muchas sus contradicciones internas y considerable su aislamiento con respecto al exterior a principios de los años setenta. Precisamente por esas contradicciones, Arias sabía que la dictadura tenía que cambiar, amoldarse a los nuevos tiempos, adaptarse, abrirse progresivamente, y eso implicaba adquirir cierta pátina democrática, más en la fachada que en el fondo. Arias estaba dispuesto a una "democratización muy limitada del régimen", pero era un hombre leal a la obra y a la persona de Franco.

¿50 años son suficientes para revisar al personaje?

Creo que sí. Disponemos de perspectiva y, con todo lo dicho y escrito sobre la Transición, disponemos de una contextualización suficiente como para valorar su gestión al frente del gobierno entre 29 de diciembre de 1973 y 1 de julio de 1976.

¿Qué quiere contar a los lectores en este libro?

En primer lugar, la crisis por la que atraviesa la dictadura cuando es asesinado el antecesor de Arias, Carrero Blanco, a manos de ETA en diciembre de 1973. Y, a partir de esa crisis, se trata de observar los movimientos que, tanto dentro como fuera del régimen, se dieron para sobrevivir políticamente en tiempos donde el pasado dictatorial se caía a pedazos y el futuro democrático todavía no acababa de emerger. En esa encrucijada, nada estaba claro, y por eso estos años son tan atractivos para el análisis histórico.

¿Fue el único que había, o fue el único capaz de conducir el timón en ese momento y llevar a los españoles a la Transición?

No el único, desde luego, pero era presidente del gobierno y su responsabilidad y poder eran considerables. Este libro estudia las batallas políticas que se desencadenaron a lo largo de esa lucha por la supervivencia a la que arriba he aludido. Entre los actores que dieron lugar al tránsito de la dictadura a la democracia estaban, por supuesto, todos aquellos con altas responsabilidades dentro de la dictadura, pero no debemos olvidar a la oposición, a sus movimientos de articulación interna y a la fuerte contestación social que en aquellos años se dio en la calle, en la universidad, en las fábricas… Todas estas variables, todos estos actores, aparecen en este libro, si bien dedico especial atención a los entresijos de la lucha por el poder dentro de un franquismo agonizante.

Dice que este libro es la historia de su fracasado intento por renovar y perdurar el franquismo. Si renovar es cambiar y perdurar mantener, ¿no le parece que son dos verbos, dos acciones que chocan entre sí y que por eso fracasó Arias Navarro?

Claro que chocan entre sí, pero estos términos están utilizados con toda la intención. De hecho, pensé inicialmente titular el libro ‘Arias Navarro: razón aperturista, pasión franquista’, pues esa era la verdadera naturaleza del personaje. Sabía que el régimen tenía que abrirse a ciertas formas -muy limitadas, eso sí- de representación y participación políticas, pero sus profundas convicciones franquistas, su lealtad inquebrantable a Francisco Franco evitaron siempre que ese ánimo de apertura llegara a sus últimas consecuencias. A partir de esa contradicción, la reforma proyectada por su gobierno resultó imposible, porque ‘pasión franquista y razón aperturista’ siempre convivieron y chocaron en su interior.

"Arias Navarro fue un hombre atrapado entre su lealtad a Franco y la necesidad de reformar un régimen a la deriva"

¿Cómo cree que se hubiera sentido Franco al comprobar que Arias Navarro propiciaba con su dimisión un paso gigante hacia la democracia plena, la que ahora tenemos?

No le hubiera gustado, evidentemente. Pero hay que poner de manifiesto que Arias no pretendió, con su dimisión, propiciar una democracia plena, como usted dice. Arias dimite porque comprueba que su plan de reforma está muerto, que ni siquiera muchos de sus ministros lo apoyan. Asqueado, tira la toalla, y aunque probablemente intuía que vientos democráticos volvían a soplar en España, ni siquiera los auténticos ‘urdidores’ de ese tránsito a la democracia -el Rey, Torcuato Fernández Miranda, Adolfo Suárez- saben cómo se producirá ese cambio y, si la transformación dada, se consolidará finalmente. Tanto el presente como el futuro eran, como siempre, pura interrogación.

¿De verdad Arias Navarro fue un reformista?

A su manera, sí. A la manera que he explicado en mis respuestas anteriores y desarrollo en el libro: una reforma contradictoria, pacata, limitadísima, una especie de democracia restringida que, como mucho, podría llegar a integrar a los socialistas, pero ni mucho menos a los comunistas. Fue un ‘reformista imposible’.

Debido a su fracaso político, ¿se puede deducir que Carlos Arias Navarro era un hombre sin carácter (la reforma que iba a hacer y no hizo, lo poco que aguantó en el cargo tras la muerte del dictador Franco...? o ¿fue un hombre al que arrolló el aire de los nuevos tiempos y el cambio político en ciernes? ¿Fue un cobarde incapaz de asumir su responsabilidad o el peso del legado de Franco pudo con él?

Uno de sus ministros, Antonio Carro, lo definió como «un genio sin carácter» porque era un hombre vehemente que, sin embargo, acababa plegándose siempre a los dictados de Franco, la única figura política por la que sentía respeto y profunda lealtad. Por eso, aunque con aparente firmeza defendiera el 12 de febrero de 1974 una apertura del régimen, enseguida detuvo ese movimiento tras los ataques del búnker y las advertencias de Franco «para que no fuera demasiado deprisa en esa apertura».

"En este libro, dedico especial atención a los entresijos de la lucha por el poder dentro de un franquismo agonizante"

¿Sus enemigos fueron más fuertes que él?

Su dimisión lo corrobora. Se sintió superado por las dificultades y se fue sin rechistar, consciente de que no era su tiempo ni su momento. 

Que se integrarse en las filas de AP (el germen del PP) e intentase ser senador, ¿qué dice de él?

Demuestra su vocación política. El escenario había cambiado, España celebraba las primeras elecciones democráticas y él se integró en la formación que consideró más afín a sus ideas en ese momento. No es ninguna sorpresa, pues no debemos olvidar que Manuel Fraga, líder de AP, había sido uno de sus ‘ministros estrella’ durante el primer gobierno de la monarquía que el propio Arias presidió. De hecho, a aquel ejecutivo se le conocía como el ‘gobierno Arias-Fraga’.

Vivió para ver cómo el PSOE con Felipe González ganaba por abrumadora mayoría absoluta, ¿Cómo cree que se sintió?

No creo que le gustara mucho la noticia y, probablemente, aquella victoria de González le demostró que su tiempo político había pasado.

"Era un hombre vehemente que, sin embargo, acababa plegándose a los dictados de Franco: la única figura política por la que sentía respeto y profunda lealtad"

¿Qué papel cree que se merece en la historia?

Durante sus años al frente del gobierno de España, Arias fue un hombre atrapado entre su lealtad a Franco y la necesidad de renovar un régimen a la deriva. Desde un punto de vista político, Carlos Arias fue un ‘quiero y no puedo’, tímida razón reformista aplastada por su pasión franquista. 

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