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Ángela, la señal de alarma contra el acoso sexual en las discotecas de Ibiza

Trabajadores de Ushuaïa y Hï asisten al taller formativo de la campaña de prevención de las agresiones sexuales

José Luis Benítez y Lluís A. Tubau, durante la formación para los trabajadores de Ushuaïa ayer a primera hora de la tarde. Vicent Marí

«Si alguien os pregunta por Ángela quiero que os quede claro que esa persona está pidiendo ayuda, no está preguntando por una camarera del otro turno que se llama Ángela», afirma José Luis Benítez, gerente de la asociación Ocio de Ibiza. Sentados, escuchando atentamente, alrededor de un centenar de trabajadores de Ushuaïa. Camareros. Y personal de seguridad. Son poco más de las tres y media de la tarde, en una media hora comenzarán su jornada laboral, pero desde esta tarde tienen que tener muy claro qué significa que alguien les pregunte por Ángela.

«Los baños están ya completamente forrados con los carteles», explica Benítez, que hoy ofrece la charla como directivo de las asociaciones Spain Nightlife e International Nightlife. En esos carteles se informa a los clientes, especialmente a las mujeres, de que, si sufren algún problema de acoso, si alguien las persigue, si creen que les han puesto algo en la bebida o no las dejan en paz, se dirijan a la barra o a alguno de los trabajadores de seguridad y pregunten por Ángela. Sólo con esa pregunta éstos sabrán que pasa algo y ayudarán a la clienta. Protegiéndola. Separándola del posible agresor. Acompañándola hasta el taxi o su propio vehículo. Llamando a la policía en los casos más complicados. «En Reino Unido y en Italia es una campaña muy fuerte desde hace ya muchos años, pero en España está costando», comenta Benítez, que explica que retoman ahora con fuerza esta iniciativa que iniciaron, de forma más tímida, en los dos años previos a la pandemia.

Uno de los carteles colocados en lugares estratégicos en Ushuaïa. Vicent Marí

La vergüenza de las víctimas

«Normalmente, en las salas no pasa nada, pero es donde comienza todo», indica antes de explicar que éste es uno de los motivos por los que es importante que los alrededores de las discotecas estén iluminados. «El objetivo de esta campaña es evitar que a la persona que está sufriendo esta situación le dé vergüenza decirlo», continúa antes de interpelar directamente a los camareros y agentes de seguridad de Ushuaïa (los de Hï tienen otra sesión prevista a las diez y media de la noche, antes de abrir la discoteca): «Vosotros sois los que más os enteráis de lo que pasa en la sala. Los camareros, incluso, más que quienes se dedican a la seguridad, podéis estar más atentos».

Ángela, la señal de alarma contra el acoso en las discotecas

Entre el centenar de trabajadores que escuchan atentamente la breve charla se encuentra Adam. Es camarero, jefe de sector en Ushuaïa, hace ocho años que se dedica a la hostelería y éste está siendo su primer verano en la isla. Y sabe perfectamente de lo que habla Benítez. Desconfiado de por sí de las relaciones que se establecen en los clubs y la noche —«aquí todo lleva a que a los cinco minutos de conocer a alguien ya te esté invitando a una copa, hasta te la planta en las manos»—, desde detrás de la barra ha visto situaciones que le han hecho ponerse en guardia. Recuerda especialmente a una chica que, acompañada de un hombre, se desvaneció. Al poco recobró la conciencia, pero luego volvió a desmayarse. Él se quedó más tranquilo cuando llegó el personal de enfermería y seguridad para atenderla, pero le chocó el comportamiento del chico con el que iba: «Como si no pasara nada. No se le veía preocupado».

Benítez insiste en que el objetivo de los trabajadores cuando alguien les pregunte por Ángela es que esa persona no se sienta sola y en peligro. «Se lo veréis en la cara, porque no os lo preguntará con una sonrisa, estará preocupada o asustada. Es muy posible que llegue con un estado de ansiedad importante y muchos nervios», indica. Eso sí reitera en más de una ocasión que los trabajadores de estos lugares de ocio no son «ni policías ni jueces», por lo que si no pueden mantener a la persona que pide ayuda separada de quien la acosa deben llamar a la Policía. «En este tipo de casos no tardan nada en llegar. Dejan lo que sea», asegura. «No vamos a solucionar el problema, pero si conseguimos que una persona no se vaya fastidiada, habremos hecho algo», afirma. «¿Puede ser una falsa alarma? Sí, claro. Pero... ¿Y si no lo es?», reflexiona el responsable de Ocio de Ibiza, que dispara directamente al corazoncito de quienes asisten a la charla. Especialmente a los hombres, a los que les hace pensar en que esa posible víctima de acoso podrían ser sus hijas o sus hermanas. En este sentido, pone como ejemplo la última campaña de la Dirección General de Tráfico (DGT), en la que la cantante Amaya muere atropellada: «El impacto es muchísimo mayor cuando algo le pasa a alguien conocido». Benítez destaca el peso que los trabajadores de seguridad tienen en las discotecas de la isla lo que, a su parecer, facilita la actuación en estos casos: «Igual hay unas 50 personas, en la Península, en locales con aforos parecidos a veces no hay más de cinco».

Los baños, los espacios apartados, los rincones menos concurridos. Son los lugares en los que «buscan un poco de aire» las personas que, en una discoteca, se encuentran mal o están desorientadas. Son también los lugares a los que el personal de seguridad debe estar más atento para evitar las agresiones sexuales, apunta Lluís A. Tubau, fundador y CEO de Emergency Staff, que aborda la segunda parte de la formación. Tubau llama a la calma sobre los rumores de los pinchazos en salas de fiestas de la isla y, sin entrar en muchos detalles técnicos sobre las drogas que suelen emplear los agresores en la sumisión química, les detalla que son «depresores». Es decir, que deben estar especialmente alerta sobre si ven a alguna mujer a la que le cuesta caminar, que se viene abajo o que pierde la voluntad. Son el primer paso de una agresión sexual o un robo.

«Si veis algo que os parece sospechoso, comentádselo a algún compañero o comunicadlo por el walkie», les pide Tubau, que les insiste en que en una situación que no está muy clara «más vale avisar y que se pongan en marcha los protocolos».

Entre los asistentes a la sesión formativa de la tarde se encuentra Dennis Fuentes, director de seguridad de los eventos que se llevan a cabo en Ushuaïa y Hï. Una de las piezas importantes a la hora de poner en marcha la campaña. No le pilla de nuevas. En el tiempo que lleva trabajando en las salas de fiestas de la isla ha visto situaciones complicadas de violencia contra las mujeres. Nunca una violación, matiza, pero sí los primeros compases de una agresión sexual. También, explica, ha visto el miedo que tenían algunas mujeres, algunas de ellas compañeras, víctimas de violencia machista, al comprobar que su agresor estaba en el mismo local que ellas, saltándose la orden de alejamiento. El día a día no es fácil, reconoce Dennis, a quien en no pocas ocasiones se han acercado mujeres para denunciar que algún hombre las estaba molestando. En esas situaciones, explica, lo tiene claro: «Soy muy protector con las mujeres».

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