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Estudiantes de Ibiza sin mascarilla: «Echaba de menos ver bien la cara de mis compañeros»

Cientos de alumnos regresan a las aulas tras las vacaciones de Semana Santa sin la obligación de utilizar tapabocas tras un año y medio de obligatoriedad

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Primer día de cole en Ibiza sin mascarillas en clase Vicent Marí

«Que las mascarillas no sean obligatorias dentro de las aulas no significa que, si los alumnos se sienten más cómodos con ella puesta, no puedan usarla. Ninguno tiene que pasar vergüenza por ponérsela porque está en todo su derecho. Al igual que ellos respetan a quien ya no la lleva, a ellos les tienen que respetar por usarla». Es la reflexión que hizo ayer el tutor de 5º de Primaria del colegio Can Gerxo, Fernando Gómez, a primera hora de la mañana.

Los chavales regresaron a las aulas tras las vacaciones de Semana Santa con un cambio, que no era tener que poner el despertador para ir a clase, sino que ya podrían estar en el interior del centro sin mascarilla. «Se me hace raro porque nos hemos acostumbrado a llevarla, pero estoy contenta. Antes costaba respirar en clase y ahora, no», dijo Lucía Herrero.

En todas las aulas la mascarilla se ha mantenido desde septiembre de 2020, cuando el Govern balear permitió la vuelta de los estudiantes de forma presencial. Y es que cabe recordar que con el anuncio del estado de alarma el 14 de marzo de 2020, y el consiguiente confinamiento, la enseñanza pasó a ser 100% online desde ese momento y hasta final de curso.

Para poder garantizar un inicio escolar lo más seguro posible, se instauró la obligatoriedad del uso de mascarilla, así como la posibilidad de que los centros de las Pitiusas adoptaran el modelo que más les conviniese, según sus características y número de alumnos: presencial o semipresencial. Además, se crearon ‘grupos burbuja’ para controlar la pandemia en el supuesto de que algún alumno diera positivo por covid.

Alivio

«Mola mucho estar así», reconoció ayer la estudiante Laia Asensio en el primer día sin tapabocas. «Ya no tienes que respirar tu propio aire que se quedaba dentro de la mascarilla», añadió. Se mostró feliz porque «echaba de menos ver bien a sus compañeros». A pesar de que en el patio ya podían ir sin ella, esta niña aseguró que hay amigos a los que no les veía la cara entera desde tercero. Ahora está dos cursos por encima.

También Ariel Arteca habló de una «buena sensación». Él, al igual que la mayoría de sus compañeros, decidió no usarla porque «ya era demasiado tiempo». Eso sí, dijo ser consciente de que la tiene que seguir utilizando en el transporte público y escolar y en centros sanitarios y sociosanitarios.

Este es uno de los grandes cambios durante el curso escolar y un paso más para recuperar la totalidad de aquella normalidad que perdimos en 2020. Sin embargo, hay cosas que permanecen. Mientras Gómez explica que pueden tomar la decisión que quieran en cuanto al uso del tapabocas, un pequeño lanza una nota al pupitre de su compañera, quien la guardó en el estuche y cerró la cremallera rápido para que no les pillaran.

En la clase de 1º estaban contentos, incluso alguno abrió su boca para enseñar los dientes que había perdido mientras llevaba mascarilla. Su tutora, Pura García, que optó por seguir usándola, explicó que, desde su posición, tiene el deber de explicarles cuál es la situación actual porque «se piensan que ya no hay covid», indicó.

Justo eso es lo que respondió Lucía Cardona, de segundo curso, a la pregunta de por qué creía que ya no era obligatorio su uso. Aún así, «estoy contenta porque ya no me molestan las gomas detrás de las orejas». Su compañera Sara Viqueira apuntó que «en el cole nos han dicho que nos la podíamos quitar, así que no la llevo».

Su tutora Neus Tur reconoció que es «raro» hasta para ella. «Hay movimientos que hacemos con la boca de los que no somos conscientes y ahora me voy a tener que controlar», subrayó. Pero es una buena noticia. «Muchas veces no me entendían, incluso tenía un micrófono para hablar», contó. «Ahora seguro que todo fluye más», añadió.

Síndrome de la cara vacía

En el aula de tercero del CEIP Can Guerxo la mayoría no portaban cubrebocas, aunque algunos, como es el caso de Marcos Sarmiento, aún ven lejos el hecho de no ponérsela. «La sigo llevando porque me da un poco de vergüenza que mis compañeros me vean la cara», expresó. «Estoy más agusto así».

Es lo que los expertos han denominado el síndrome de la cara vacía, que puede darse por dos motivos: por un lado, hay quien tiene pánico a contagiarse y, por otro, quienes temen mostrar su cara al descubierto a los demás.

Aunque se dan más casos en Secundaria, también hay excepciones como la de este pequeño de Primaria. Normalmente se asocia a los que tienen problemas de ansiedad, de hipocondría o a los que hayan estado vinculados, de manera traumática, a la pandemia. Izan Martínez también prefirió usarla. «No quiero coger el covid», sentenció.

Desde la conselleria de Educación recuerdan que solo se podrá imponer la obligatoriedad de la mascarilla en función de la evaluación de riesgos del puesto de trabajo, que tendrán que hacer los servicios de prevención de riesgos laborales correspondientes y que en todos los casos, se recomienda mantener las medidas de ventilación e higiene.

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