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Fiestas patronales

En busca de la mejor ‘frita’ de Ibiza del mundo mundial

Una veintena de equipos participa en la segunda edición del campeonato Interestelar de ‘frita de matances’ de Sant Jordi . Apaac recibe la recaudación de la ‘frita’ popular para 600 comensales

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Concurso interestelar de frita de porc en Sant Jordi Vicent Marí

Como en el campeonato de arroz de matanzas de Sant Antoni, en el de frita de matances de Sant Jordi, que hoy celebró su segunda edición, lo importante es participar y pasarlo bien con los amigos. De los 17 concursantes de 2019 se ha pasado a una veintena. En aquella edición se superaron los 2.000 visitantes y se recaudaron 7.000 euros, un dinero que este año se destina a la Asociación Pitiusa de Ayuda a Afectados por el Cáncer (Apaac).

En total se han repartido 600 raciones de la frita popular, 200 más que en 2019. Antoni Serra, Margalit, fue el encargado de cocinarla en tres gigantescas ollas: dos de ellas, de hierro y seis asas, fueron adquiridas por la asociación de vecinos de Sant Jordi hace muchos años a sendos herreros (una al padre, otra al hijo) de Santa Gertrudis. La tercera es de acero inoxidable, recuerda José Cardona, Xiquiu, que prefiere las de hierro. Serra, antiguo bombero al que ayudan ocho pinches, hace cuentas para calcular cuánta carne (hígado, panceta, costillas de cerdo, magro) se necesita para 600 comensales: para que no falte ni sobre, echa dos kilos por cada cinco personas (300 en total). Como ingredientes emplea 80 kilos de pimiento rojo, un kilo de pimienta, seis kilos de sal, 120 kilos de patatas, cuatro kilos de ajos y unos 35 litros de aceite, de los cuales 25 son de girasol (para freír las patatas) y el resto, de oliva. ¿El truco? «Cocinarlo como nuestros abuelos y que la carne quede blanda, con poco fuego, para que no se seque», explica. «El día de la frita -rememora- era el que más comíamos de todo el año. Actualmente consumimos mucha carne, pero entonces, a veces sólo los domingos, y huesos de cerdo, no más. A la carnicería íbamos sólo por Navidad».

En busca de la mejor frita interestelar, la mejor del mundo mundial, algunos vuelven a las raíces, como el equipo de Frita amb Patates, al que pertenece Francisco Javier Marí, edil del PP en Sant Josep. Su truqui, obtener el aceite de la xulla de porc negre tras pasarla por la paellera, tras lograr que sude: «El sabor es más fuerte, pero es más auténtico», afirma Marí. De lo que queda obtienen torreznos. El cocinero («si sale mal es él, si sale bien, lo somos todos», dice Marí) es José Tur.

La «cocinera en jefa» de Foc a s’Olla es Marga Ferrer, pero forman un equipo de seis que proceden de la Asociación de Vecinos de Sant Rafel. Participan en todos los concursos gastronómicos: «Lo pasamos bien no sólo este día, sino los 15 anteriores preparándolo todo... Y los 15 posteriores repasando lo vivido». Decoran el puesto con rosas que ellas mismas crean con papel. En su caso echan 400 gramos de carne por persona.

«La guisamos como nos gusta a nosotros. La frita deja poco margen, no es como el arroz de matanzas»

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El equipo de Sa Reminyola (expresión popular que se refiere a una reunión de vecinos para ayudar a hacer algo a otro de manera altruista y con carácter festivo) está formado por ocho amigos (funcionarios de Vila), con Pep Riera al mando de la cocina: «La guisamos como nos gusta a nosotros. La frita deja poco margen, no es como el arroz de matanzas», asegura. Les gusta que la carne quede «melosa», si bien asegura que «al día siguiente está más rica».

Sa Colla de Formentera llega desde esa isla. Sandra y Antonia juegan con ventaja: son cocineras de la cafetería La Mota (La Savina), donde ese guiso a veces forma parte del menú. En 2019 quedaron terceras.

El momento más delicado

Como ocurre siempre en este tipo de concursos, hay nombres muy ocurrentes, como Fart & Furious, con Jordi Riera como chef (además, es parte de la organización). Sofríe unos ajos, «el momento más delicado» de esa receta. Fueron primeros en la primera edición. Ayer revalidaron ese puesto. Su secreto, cocinar todo por separado y «que el aceite no se queme». Se juntan para pasarlo bien y porque les gusta comer bien: «Como denota mi cuerpo», bromea Riera mientras se mira la cintura.

En el concurso participan los Rockeros de la Cocina, con José Pedro García al frente (fan de AC/DC, Led Zeppelin, Iron Maiden...), que le puso a la frita «mucho cariño y mimo», y los miembros de la agrupación socialista de Sant Josep, cuyo truqui es «que salga como salga, que se pueda comer». Como remate final, café caleta preparado en olla de barro, como mandan los cánones.

La presidenta de Apaac, Maribel Martínez, tiene claro en qué invertirá el dinero recaudado: en atención a enfermos de cáncer y sus familiares, e íntegramente a Ibiza. Cada euro lo dedicará a ayuda psicooncológica, a talleres (como yoga), a pelucas, a prestar material ortoprotésico... «Todo gratis», señala Martínez, que indica que siempre van «un poco justos de dinero», siempre pendientes de cada subvención pública para pagar cinco nóminas y para atender a todos los que precisan su ayuda, que no son pocos: cubren el tratamiento psicooncológico de 300 ibicencos.

«Hay mucha necesidad. Cuando te metes de lleno en este mundo te das cuenta de la cantidad de problemas que es necesario solucionar»

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En la isla del lujo hay personas que no pueden pagarse una casa, pero tampoco pueden adquirir una cama elevable si lo requieren como consecuencia del cáncer que padecen, cuenta la presidenta de Apaac. También apoyan a los enfermos y a sus familias en tareas de gestión, por ejemplo para solicitar subvenciones, a veces necesarias por sufrir una discapacidad: «Hay mucha necesidad. Cuando te metes de lleno en este mundo te das cuenta de la cantidad de problemas que es necesario solucionar». Martínez señala, además, que de esta enfermedad no se escapa ni la familia del paciente, que sufre las consecuencias de un mal cuya curación o final «se dilata en el tiempo».

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