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Antònia Vicens, Premi d’Honor de les Lletres Catalanes

El jurado ensalza «la solidez de su obra literaria y la innovación en la búsqueda de una voz narrativa»

Antònia Vicens, ayer en la sede de Òmnium Cultural. | EFE/A. DALMAU

La narradora y poeta mallorquina Antònia Vicens, «por la solidez de su obra literaria y la innovación en la búsqueda de una voz narrativa», «en constante experimentación», en la que «se reconocen las generaciones más jóvenes de poetas», se alzó ayer como ganadora de la 54ª edición del Premi d’Honor de les Lletres Catalanes, dotado con 20.000 euros, que concede Òmnium Cultural.

Premio Nacional de Poesía 2018 y Creu de Sant Jordi 1999, entre otros reconocimientos, el jurado ha destacado además de Vicens (Santanyí, 1941), de 81 años, «su compromiso con la lengua y su activismo, que se ve en el inconformismo que pasa por trabajar su voz literaria a lo largo de su vida, y también en la capacidad de cultivar la lengua en edades tardías desde distintos géneros». Vicens es la octava mujer en recibir el Premi d’Honor tras Maria Barbal, Mercè Rodoreda, Teresa Pàmies, Montserrat Abelló, Maria Antònia Oliver, Isabel-Clara Simó y Marta Pessarrodona.

Xavier Antich, que acaba de estrenarse como presidente de Òmnium Cultural tras relevar en el cargo a Jordi Cuixart, presentó a Vicens como una autora «muy comprometida con el país y su lengua», de «escritura vigorosa, rica y diversa». Emocionada, Vicens quiso destacar su «compromiso» con la lengua. «Con las palabras que tanto amo, que eran pasión, libertad y rebeldía y que de pequeña coleccionaba y pensaba en hacerlas volar», explicó. Palabras que de niña escuchaba en el pueblo, «una lengua viva, llena de sangre, palabras potentes y auténticas, que tienen aroma y color, que son las de la tierra y la mar, y cuentan su historia», añadió.

La lengua y Ucrania

Hace 60 años, dos veces por semana iba a Palma a un curso de catalán de la Obra Cultural Balear. «La lengua catalana era entonces la de la calle, del trabajo, no tenía prestigio. Hoy ya tiene el prestigio que merece y se traduce mucho, pero siempre está perseguida o acorralada. Debemos estar alerta. Saben que si nos hieren con la lengua nos sangra el alma», lamentó la escritora, que también tuvo un recuerdo para Ucrania, haciendo una llamada a la paz y una crítica a la doble moral de los gobiernos.

Nacida en la primera posguerra en un pueblo marinero de Mallorca, sin bibliotecas ni librerías, trabajó de joven como secretaria en un hotel, el Cala d’Or, de una gran cadena, experiencia de la que dejaría huella en su obra, empezando por su primer libro, las narraciones de ‘Banc de fusta’ y siguiendo con ‘39º a l’ombra’, con el que en 1967 ganaba el Premi Sant Jordi, haciéndose un nombre en el panorama literario catalán y siendo traducida al castellano y al alemán. «La gente del hotel se enfadaron mucho, porque se vieron retratados, y me amenazaron: ‘si sigues escribiendo sobre hostelería no encontrarás trabajo en toda Mallorca’», recordó Vicens, que en aquella novela necesitó «mostrar un mundo que se estaba destruyendo y la explotación de la gente, del paisaje y de la lengua y la identidad»: habían llegado muchos alemanes «que venían a olvidar la guerra» en Europa y «Franco había traído trabajadores de Andalucía y Murcia».

Con ‘39º a l’ombra’, apuntó Antich, se anticipó a una importante generación de narradores mallorquines surgidos en los años 70, momento «de madurez extraordinaria» de las letras de las islas, con autores como «Guillem Frontera, Gabriel Janer, Carme Riera o Biel Mesquida».

El turismo feroz

Pronto se cansó de su trabajo en distintos espacios turísticos de Magaluf y se ganó la vida en un despacho de abogados, vendiendo libros a domicilio o en la radio. Aún en pleno franquismo no dejó de reivindicar sus ideas feministas y ecologistas, denunciando la explotación de las islas por un turismo feroz, temas que también marcan su obra. Colaboradora en medios como Diario de Mallorca y Avui, ejerce como presidenta en funciones de la Associació d’Escriptors en Llengua Catalana y gana, en 2004, el Premi Ramon Llull de las Illes Balears, que se negó a recoger por discrepancias con el Govern de la isla por su política contra la lengua catalana.

Con una docena de novelas (entre ellas, ‘Febre alta’ y ‘Ungles perfectes’) y varios libros de relatos publicados, en 2009 se adentró en la poesía con ‘Lovely’, al que seguirían poemarios como ‘Sota el paraigua el crit’, ‘Fred als ulls’ y ‘Tots els cavalls’, que le valdría el Premio Nacional de Poesía. Recibió también el Nacional de Cultura de la Generalitat. Sus obra más reciente, los poemas de ‘Pare què fem amb la mare morta’, la publicaba en 2021 LaBreu.

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