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«Los pacientes piden antibióticos porque son un fármaco muy agradecido, pero no sirve para todo»

Fernando Becerril, farmacéutico de la UCI de Can Misses e integrante del Programa de Optimización del uso de Antimicrobianos del Área de Salud, alerta de los riesgos que implica el mal uso de los antibióticos

Esther García, Rafael Torres, Catalina Serra, Fernando Becerril y Walter Ramírez, integrantes del equipo PROA del Área de Salud.

Tomarse, sin pasar antes por el médico ni estar seguros de la dolencia, un par de pastillas de antibiótico que quedaban en el botiquín. O que recomienda un vecino. Prolongar el tratamiento recetado. O dejar de tomarlo al cabo de unos días al constatar una mejoría. A los integrantes del Programa de Optimización del uso de Antimicrobianos (PROA) del Área de Salud de Ibiza y Formentera se les ponen los pelos como escarpias al pensar que estos comportamientos son más habituales de lo que deberían. «Hoy (por ayer) es el Día Europeo para el Uso Prudente de los Antibióticos. Eso es algo que aquí hacemos continuamente, diariamente», comenta Fernando Becerril, farmacéutico de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de Can Misses.

Becerril recuerda que el mal uso de estos fármacos es la causa de la aparición de bacterias con resistencia a los antibióticos. Esto ocurre, además de por la automedicación, por usarlos cuando no están indicados —«como lo típico, gripes y resfriados», señala— o por emplear aquellos que tienen efecto en un grupo más amplio de bacterias.

Presión sobre las bacterias

El farmacéutico explica que todo esto ejerce una presión sobre las bacterias. Es decir, se produce una especie de selección natural en la que sobreviven «las más listas». Algo en lo que también intervienen el tratamiento de las aguas y el uso de estos medicamentos en veterinaria, apunta el farmacéutico.

El problema de estas bacterias es que complican el tratamiento cuando hay una infección: «En vez de la primera elección, que sería la más eficaz, te obliga a recurrir a la segunda, con fármacos que pueden ser más tóxicos, tener más efectos secundarios o que en vez de en pastillas sea intravenoso, lo que puede suponer estar ingresado».

El experto lanza un mensaje de tranquilidad: «Que sean multirresistentes no significa que no se traten. Se curan, pero necesitan más tiempo y tienen peores consecuencias». Estas complicaciones afectan especialmente a las personas más vulnerables, como los pacientes oncológicos, inmunodeprimidos o los ancianos, comenta el farmacéutico de la unidad de críticos de Can Misses, que recuerda que en las farmacias no se pueden vender antibióticos sin receta. «No deberían hacerlo», insiste el integrante del grupo PROA del Área de Salud, que destaca el trabajo que se hace en el Área de Salud para combatir este problema.

«El primero no depende de nosotros sino de los laboratorios», comenta el farmacéutico, que destaca que están investigando para conseguir nuevos antibióticos: «No es algo rápido, pero es efectivo». En el hospital, cuando se detecta una de estas bacterias multirresistentes, «se aísla bien al paciente» para evitar que ese germen pueda colonizar a otros pacientes. Para ello, explica Becerril, cuentan con Catalina Serra, enfermera de Enfermedades Infecciosas. También el servicio de Microbiología, que controla las bacterias de este tipo que pueda haber en Can Misses, explica el farmacéutico, que recuerda que en PROA están implicados tanto profesionales de Can Misses como de Atención Primaria. La otra línea de actuación es optimizar el uso de los antibióticos, esto es, que se receten los justos, cuando son necesarios, y los más adecuados a lo que necesita el paciente.

El farmacéutico cree —«esto es una opinión personal»— que la sociedad, en general, tiene tanta tendencia a los antibióticos «porque es un fármaco muy agradecido, con un par de dosis notan mucha mejoría. Alguien tiene una infección de orina, se lo toma y en poco tiempo desaparece el escozor. Pero no sirven para todo». Esto hace que muchos pacientes, cuando acuden al médico por otras dolencias, reclamen este tipo de fármacos, independientemente de que pueda hacerles bien o no. El experto señala que los antibióticos funcionan para las bacterias, pero no para los virus.

Becerril confía en que los usuarios sean responsables y se tomen los medicamentos que les receten los médicos y de la forma en que les indiquen. Entre las medidas que se han barajado en algún momento, para evitar que a los pacientes les queden restos de antibiótico en sus casas con los que puedan automedicarse en el futuro, está la opción de dispensarlos de forma exacta. Es decir, que si el médico receta tres tomas durante diez días, en la farmacia se expidan 30 pastillas, el tratamiento exacto.

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