Diario de Ibiza

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Crisis sanitaria
Entrevista Jesús Santaliestra Grau Coordinador médico del 061 en Ibiza y Formentera.

Jesús Santaliestra. «No nos hemos olvidado de los pacientes con ictus o infartos a pesar del coronavirus»

El coordinador del 061 en las Pitiusas asegura que no se le olvidan los primeros pacientes de coronavirus que trasladó: «Se te quedan grabados»

Jesús Santaliestra Grau, ayer, en la base del 061 en Can Misses. juan a riera

Este médico aragonés llegó a Ibiza para trabajar un verano en el 061 y ya no se marchó. Ni de la isla ni del servicio de emergencias, cuya coordinación asumió el pasado verano.

En plena pandemia y con un bebé que iba a nacer en pocos días. Ésa era la situación cuando Jesús Santaliestra Grau, aragonés (de Barnastro) de 35 años, se hizo cargo de la coordinación médica del 061 en Ibiza y Formentera. El médico maño llegó a la isla en 2014 «para un verano» y ya no se ha marchado. «Aquí sigo, y encantado de haber hecho mi vida aquí, donde llegué por casualidad. He formado mi familia aquí, estoy totalmente arraigado», afirma Santaliestra, que detalla que las ambulancias del servicio realizaron el año pasado un total de 9.161 asistencias, un 16,6% menos que en 2019: de 30 al día de media a 25. Eso sí, la capacidad resolutiva ha aumentado y 17 de cada cien se resuelven en el mismo lugar. Los traslados de pacientes en transporte aéreo sanitario también se redujeron, aunque algo menos, un 5,3% al pasar de 510 vuelos a 483.

« Hoy por hoy trabajamos con la misma calidad asistencial que antes de la pandemia»

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Asume la coordinación del 061 en plena pandemia, un momento complicado. ¿Se pensó aceptar el puesto? ¿Lo tuvo claro?

Asumí la coordinación el 1 de junio de 2020. Cuando me lo plantearon me resultó un proyecto atractivo a nivel personal y profesional y no me lo pensé mucho. Consideré que era una oportunidad y que había que arrimar el hombro, cada uno en la medida de sus posibilidades. No era un momento fácil y, además, iba a tener un bebé en días. O sea que ni en lo profesional ni en lo personal era un momento fácil, pero cuando te plantean un reto tienes que intentar colaborar, ayudar al servicio y tirar hacia adelante.

En un momento así, ¿uno se plantea hacer cambios o simplemente salir de ésta?

Se planteaban diferentes retos, sobre todo cosas prioritarias. Una era la UVI móvil de Santa Eulària y otra la de Formentera, que por fin se han conseguido. Hacía mucho tiempo que se luchaba por ellas desde las anteriores coordinaciones y desde la gerencia. Cuando empecé, la asistencia a la pandemia ya estaba bastante protocolizada, había mucha demanda pero estaba todo organizado. Lo prioritario que se planteó al inicio de mi coordinación fueron los dos recursos nuevos: las 24 horas en Santa Eulària y luchar por la UVI móvil de Formentera.

Esto ya está. ¿Y ahora?

Ahora lo importante es asentar a los profesionales, fidelizar a nuestro personal, y seguir exigiéndonos a nosotros mismos la calidad asistencial que ya estamos ofreciendo, ser exigentes en cuanto a formación continuada. Respecto a los recursos, ahora mismo en la isla estamos mucho mejor dimensionados que hace un año y en el área sanitaria también porque en Formentera, en verano, tenemos también cobertura 24 horas.

¿Hay proyectos que le hubiera gustado plantear y que por la situación actual tendrán que esperar?

Me gustaría plantear mejoras en las bases de Santa Eulària y Sant Antoni. Estamos pendientes de formalizar mejoras en esas bases, que no cuentan con las condiciones óptimas. Todos los compañeros estamos luchando para conseguirlo. En cuanto a recursos móviles, ambulancias y todo lo demás, está bien. Tenemos tecnología puntera y estamos muy bien dotados, pero en algunas bases el espacio físico, donde descansan los equipos, el espacio de trabajo cuando no hay avisos, sean adecuados para las necesidades reales actuales. El servicio ha crecido mucho y hay necesidades que no se ven cubiertas. Se está trabajando mucho en esa línea, además de en la mejora continua de asistencia, de protocolos…

« En la tercera ola estábamos más preparados, pero el volumen de trabajo ha sido mucho mayor»

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¿Qué ha cambiado por la pandemia? ¿El ritmo de trabajo, la organización...?

El inicio de la pandemia supuso para nosotros, como para la población en general, un estrés y, por otra parte, un reto. Es verdad que la gerencia del 061, previamente a la declaración de la pandemia, ya hizo una planificación en la que se planteaban diferentes escenarios y en función a ellos se ha ido sobredimensionando o infradimensionando el servicio. En cuanto al trabajo diario, es verdad que nos ha cambiado. Trabajar con un Equipo de Protección Individual (EPI) supone un esfuerzo físico y mental mucho mayor del que estábamos acostumbrados. Aunque una vez que lo interiorizas y tienes protocolos al final la asistencia que realizamos es la misma. La única diferencia son los EPI. Realmente, hoy por hoy estamos trabajando en las mismas condiciones de calidad asistencial que antes de la pandemia.

Ustedes trabajan contra el tiempo, tienen que llegar lo antes posible. ¿Ponerse un EPI no lo retrasa?

Para intentar compensar esas pérdidas de tiempo, por decirlo así, tratamos de formar a la gente para ponerse y quitarse el EPI de forma segura y rápida. Hubo mucha formación inicial. Nosotros veníamos de la época del ébola, cuando ya teníamos formación específica pero quizás en otros servicios no estaban tan familiarizados. En este sentido, tuvimos bastante formación al principio y eso nos ayudó a minimizar las pérdidas de tiempo en cuanto a la asistencia.

Santaliestra posa junto a dos de las ambulancias del servicio. J. A. Riera

¿Ha habido mucha diferencia en cómo llevaron aquellos primeros meses y la tercera ola?

Sí, hemos notado diferencia, también en el volumen. En la primera ola hubo pacientes y pacientes críticos, pero el servicio no tuvo tantísimo volumen de trabajo como en esta última, sobre todo en enero y febrero. Ha habido mucha más demanda. Estábamos mucho más preparados, pero el volumen de trabajo ha sido mucho mayor, tanto para nosotros como para el hospital. Tanto en paciente leve como crítico, la carga de trabajo ha sido muy superior.

¿En algún momento no llegaron a todo?

Ha habido situaciones de estrés, pero es verdad que el servicio se ha ido adaptando en función a cómo avanzaba la pandemia. Se han puesto recursos específicos para el traslado de estos pacientes y eso ha ayudado a que el resto de las emergencias no se demoraran. No nos hemos olvidado de ese paciente que tiene un infarto, un ictus u otra patología de cualquier tipo. Son nuestra razón de ser. Se ha ido dimensionando el servicio en función de las necesidades para evitar esa situación de colapso, de no puedo más. Hemos vivido situaciones difíciles porque se ha aislado a profesionales del servicio y también dificultades para cubrir los recursos. No ha sido fácil, pero en el aspecto logístico hemos tenido un operativo suficiente para poder atender a los pacientes de forma adecuada. Nuestro servicio, incluso, ha colaborado con capital humano en otros servicios. En el caso de Ibiza, en la UCI, donde nuestros médicos han estado haciendo turnos en los momentos más complicados de la pandemia para echar una mano. Quizás otros servicios estaban más colapsados que el nuestro.

Comentaba lo de los infartos. ¿Les llegaban más tarde casos graves por el miedo de la gente a ir al médico?

En la primera ola sí se notó que la gente tenía más miedo a llamarnos y lo hacían más tarde, cuando las patologías estaban más evolucionadas. Pero se ha hecho una campaña de concienciación, se ha trabajado mucho en ese aspecto, para que la gente contacte lo antes posibles con el sistema de emergencias y en esta tercera ola no ha habido ese sentimiento de que los pacientes llegaban tarde. O que no llegaban. La gente ha perdido el miedo a llamar a los servicios de emergencia por patologías no covid. Al principio había mucho miedo y desde el dolor abdominal hasta el dolor torácico evitaban llamar al servicio de emergencias.

¿La tercera ola ha sido el momento más difícil de su carrera?

A nivel profesional, desde luego, ha sido el momento más complicado porque hay muchos problemas de recursos humanos. No hemos tenido muchos positivos en el servicio, pero sí aislados y eso complica cubrir el servicio. Además está el componente emocional de la pandemia con el aislamiento, la complejidad, gente que estaba pasándolo mal... Es un momento difícil, pero somos un equipo, nos hemos apoyado mucho y creo que las cosas se han hecho bien. La gente está contenta con el trabajo hecho y con el servicio que se ha dado. Hemos podido colaborar. Llevar PCR a Mallorca, traer vacunas... El 061 ha hecho algo más allá de la labor asistencial y eso nos ha hecho sentirnos orgullosos y útiles.

¿A usted o sus compañeros se les ha pasado por la cabeza este último año cambiar de servicio?

Puedo hablar por mí. Y yo, en ningún momento lo he pensado. De hecho, este reto profesional nos ha hecho crecer como servicio. Y en protocolos. Se ha trabajado mucho y muy duro desde el área clínica para adaptar nuestros procedimientos a las nuevas realidades y eso ha hecho que estemos muy al día y tengamos aún más ganas de trabajar. Ningún médico ha cambiado de servicio durante la pandemia. Al revés. En el 061, en situaciones difíciles la gente está a gusto.

« Al principio de la pandemia la gente tenía miedo y los pacientes nos llegaban tarde. O no llegaban»

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Imagino que desde el inicio de la pandemia tenían asumido que trasladar a pacientes covid a Mallorca era una posibilidad, ¿no?

Sí, pero se intentó trasladar el mínimo número posible de pacientes covid por la distorsión que eso genera a las familias y a los propios pacientes. Pero en un momento puntual de la pandemia sí que se hizo necesario. Fue algo puntual y cortito en el tiempo. Hubo intensivistas de nuestro servicio en Mallorca que vinieron a Can Misses precisamente para evitar traslados de estos pacientes. Fue algo corto en el tiempo, pero desde el primer momento se planteó que si el Hospital Can Misses se quedaba sin camas habría que trasladar pacientes a Mallorca. Los profesionales de la UCI, de Anestesia y de los servicios implicados en la asistencia al paciente covid de Can Misses, hicieron un trabajo tremendo. Se ha intentado evitar al máximo el traslado de esos enfermos, pero algunos han sido inevitables.

Imagino que traerlos de vuelta a casa debía ser bonito.

Sí, es bonito. Si cuando se les da el alta necesitan asistencia hospitalaria, el 061 se encarga de traerlos de vuelta aprovechando que has hecho otro traslado en helicóptero hasta allí. Cuando llevas a un paciente, sea covid o no, al que has visto en estado crítico y al que luego puedes traer a su casa con una mejoría clara siempre es algo bonito.

En lo emocional, ¿cómo ha vivido este año?

Ha sido un año lleno de retos profesionales y muy exigente en lo laboral y lo emocional. Para mí y para todos mis compañeros. Nunca nos hemos sentido solos, bueno, yo, al menos, me he sentido siempre arropado. Entre nosotros nos hemos ayudado mucho. Hemos pasado momentos difíciles porque la situación no ha sido fácil para nadie y los sanitarios hemos estado siempre al pie del cañón. Salimos reforzados. En el ámbito personal y también en el profesional. Tenemos que verle el lado positivo a esta experiencia, mirar hacia adelante y aprovechar para mejorar nuestra labor asistencial.

« En situaciones difíciles, la gente está a gusto en el 061. Ningún médico ha pedido cambiarse»

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¿Cuál ha sido el peor momento de este último año?

Creo que el miedo inicial que se vivía entre los sanitarios. También los pacientes críticos que atendimos por el virus cuando todavía no había tanta información ni teníamos el manejo clínico de los pacientes que tenemos ahora. Los primeros enfermos de coronavirus se te quedan grabados. Por suerte evolucionaron muy bien médicamente.

¿Y el mejor?

Pues el día que nos enteramos que en Santa Eulària se ponía la UVI móvil 24 horas. Ese día me sentí muy satisfecho. Y creo que todos los compañeros también.

Sus picos de actividad se producían siempre en verano. Pero el pasado y éste...

Sí, ha cambiado mucho el tipo de servicio. Antes, en verano, atendíamos mucha patología relacionada con los entornos recreativos e intoxicaciones. El verano pasado disminuyeron mucho esas asistencias por el tipo de turismo que hubo y porque hubo menos turistas. Sobre el verano que está por venir, hasta que no sepamos qué tipo de turismo va a venir, no sabremos el tipo de asistencias que tendremos.

« Siempre es bonito poder devolver a casa a un paciente al que has trasladado en estado crítico»

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¿Ve posible cierta normalidad o cree que aún nos queda mucho?

Hay una nueva normalidad. Estamos trabajando igual que hace un año y medio, exactamente igual, pero con EPI. En lo laboral la normalidad es completa salvo por eso. En cuanto a la sociedad, es difícil dar una respuesta. Ahora mismo, en Ibiza, en cuanto a servicios covid estamos muy bien, pero en función de cómo se planteen las políticas de vacunación, del tipo de turismo que venga y de cómo se maneje, eso puede variar. Es complicado saber cuándo llegará la normalidad real. Es verdad que la gente sale más y tiene menos miedo porque hay más vacunas, mucha gente que ya lo ha pasado... Se está empezando a vivir un poco más, pero es complicado.

¿Cuál es la próxima decisión que tiene que tomar?

Pues estamos trabajando con el servicio de Formentera 24 horas, que se abrió de julio a septiembre con personal 24 horas y este año la idea es que sea de junio a septiembre. Eso sería lo más inmediato.

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