Cuando el pasado 18 de marzo, tras decretarse el confinamiento del país, la dirección del hotel Royal Plaza procedió a clausurar el establecimiento, se topó con un problema inesperado: no podían. «No teníamos candados. Nuestras puertas habían estado abiertas durante cuatro décadas seguidas. En cuestión de horas, aquel 18 de marzo, como locos, cuando ya estaban echando el pestillo los negocios, tuvimos que buscar bridas, cerrojos, de todo para poder cerrar. Hasta una empresa de seguridad nos puso unas alarmas móviles de urgencia», cuenta Eduardo Manero, su director general.
La odisea de abrir un hotel en invierno y en plena pandemia
Cuando el pasado 18 de marzo, tras decretarse el confinamiento del país, la dirección del hotel Royal Plaza procedió a clausurar el establecimiento, se topó con un problema inesperado: no podían. «No teníamos candados. Nuestras puertas habían estado abiertas durante cuatro décadas seguidas. En cuestión de horas, aquel 18 de marzo, como locos, cuando ya estaban echando el pestillo los negocios, tuvimos que buscar bridas, cerrojos, de todo para poder cerrar. Hasta una empresa de seguridad nos puso unas alarmas móviles de urgencia», cuenta Eduardo Manero, su director general.
La odisea de abrir un hotel en invierno y en plena pandemia
Cuando el pasado 18 de marzo, tras decretarse el confinamiento del país, la dirección del hotel Royal Plaza procedió a clausurar el establecimiento, se topó con un problema inesperado: no podían. «No teníamos candados. Nuestras puertas habían estado abiertas durante cuatro décadas seguidas. En cuestión de horas, aquel 18 de marzo, como locos, cuando ya estaban echando el pestillo los negocios, tuvimos que buscar bridas, cerrojos, de todo para poder cerrar. Hasta una empresa de seguridad nos puso unas alarmas móviles de urgencia», cuenta Eduardo Manero, su director general.
La odisea de abrir un hotel en invierno y en plena pandemia
Cuando el pasado 18 de marzo, tras decretarse el confinamiento del país, la dirección del hotel Royal Plaza procedió a clausurar el establecimiento, se topó con un problema inesperado: no podían. «No teníamos candados. Nuestras puertas habían estado abiertas durante cuatro décadas seguidas. En cuestión de horas, aquel 18 de marzo, como locos, cuando ya estaban echando el pestillo los negocios, tuvimos que buscar bridas, cerrojos, de todo para poder cerrar. Hasta una empresa de seguridad nos puso unas alarmas móviles de urgencia», cuenta Eduardo Manero, su director general.
La odisea de abrir un hotel en invierno y en plena pandemia
Cuando el pasado 18 de marzo, tras decretarse el confinamiento del país, la dirección del hotel Royal Plaza procedió a clausurar el establecimiento, se topó con un problema inesperado: no podían. «No teníamos candados. Nuestras puertas habían estado abiertas durante cuatro décadas seguidas. En cuestión de horas, aquel 18 de marzo, como locos, cuando ya estaban echando el pestillo los negocios, tuvimos que buscar bridas, cerrojos, de todo para poder cerrar. Hasta una empresa de seguridad nos puso unas alarmas móviles de urgencia», cuenta Eduardo Manero, su director general.
La odisea de abrir un hotel en invierno y en plena pandemia
Cuando el pasado 18 de marzo, tras decretarse el confinamiento del país, la dirección del hotel Royal Plaza procedió a clausurar el establecimiento, se topó con un problema inesperado: no podían. «No teníamos candados. Nuestras puertas habían estado abiertas durante cuatro décadas seguidas. En cuestión de horas, aquel 18 de marzo, como locos, cuando ya estaban echando el pestillo los negocios, tuvimos que buscar bridas, cerrojos, de todo para poder cerrar. Hasta una empresa de seguridad nos puso unas alarmas móviles de urgencia», cuenta Eduardo Manero, su director general.
La odisea de abrir un hotel en invierno y en plena pandemia
Cuando el pasado 18 de marzo, tras decretarse el confinamiento del país, la dirección del hotel Royal Plaza procedió a clausurar el establecimiento, se topó con un problema inesperado: no podían. «No teníamos candados. Nuestras puertas habían estado abiertas durante cuatro décadas seguidas. En cuestión de horas, aquel 18 de marzo, como locos, cuando ya estaban echando el pestillo los negocios, tuvimos que buscar bridas, cerrojos, de todo para poder cerrar. Hasta una empresa de seguridad nos puso unas alarmas móviles de urgencia», cuenta Eduardo Manero, su director general.
La odisea de abrir un hotel en invierno y en plena pandemia
Cuando el pasado 18 de marzo, tras decretarse el confinamiento del país, la dirección del hotel Royal Plaza procedió a clausurar el establecimiento, se topó con un problema inesperado: no podían. «No teníamos candados. Nuestras puertas habían estado abiertas durante cuatro décadas seguidas. En cuestión de horas, aquel 18 de marzo, como locos, cuando ya estaban echando el pestillo los negocios, tuvimos que buscar bridas, cerrojos, de todo para poder cerrar. Hasta una empresa de seguridad nos puso unas alarmas móviles de urgencia», cuenta Eduardo Manero, su director general.
Cuando el pasado 18 de marzo, tras decretarse el confinamiento del país, la dirección del hotel Royal Plaza procedió a clausurar el establecimiento, se topó con un problema inesperado: no podían. «No teníamos candados. Nuestras puertas habían estado abiertas durante cuatro décadas seguidas. En cuestión de horas, aquel 18 de marzo, como locos, cuando ya estaban echando el pestillo los negocios, tuvimos que buscar bridas, cerrojos, de todo para poder cerrar. Hasta una empresa de seguridad nos puso unas alarmas móviles de urgencia», cuenta Eduardo Manero, su director general.