El Supremo ha rechazado el recurso presentado por el asesino del ibicenco Santiago Garrido, que tenía 23 años de edad cuando murió por un botellazo en la cabeza en la Nochebuena de 2017. La sentencia de 22 años de cárcel por asesinato y robo con violencia contra Steven Giraldo Zapata, nacido en Colombia y residente en Ibiza, ya es firme. Finaliza así el calvario judicial para la familia. «No le deseo esto a ningún padre, porque por muchos años que le hayan caído a este individuo uno no queda satisfecho y, además, los otros tres que participaron [en el crimen] se han ido de rositas», dice Jesús Garrido, padre de Santiago. Asegura que nunca podrá dejar de pensar en la mala suerte que tuvo su hijo al cruzarse en le paseo de ses Figueretes con el grupo de cuatro personas en el que estaba Giraldo.

«Si [el asesino, conocido como 'El Nea'] hubiera estado solo, estoy seguro de que mi hijo seguiría vivo». «Nunca sabremos exactamente lo que pasó», piensa el padre. La verdad judicial, que deriva del testimonio de los cuatro detenidos, relata que Santiago iba hacia su casa cuando alguien le insultó desde un banco del paseo. «¿Cómo que carapolla?», habría respondido Santiago. Allí estaba Giraldo, el dominicano Carlos Guillermo P. H. y dos chicas españolas que entonces tenían 17 años. Comenzaron a empujar y golpear a la víctima, «que no pudo hacer nada por defenderse».

Garrido recibió, de forma imprevista, un golpe en el lado izquierdo de la cabeza propinado con una botella de cristal, «un golpe que debido a la fuerza brutal empleada, y por haber sido realizado a modo de gancho o arco, desde atrás hacia delante, hizo que [la víctima] se cayera al suelo y se golpease nuevamente la zona occipital de su cabeza». Una vez en el suelo le robaron el teléfono móvil. A pesar de todo, Santiago se levantó, se fue a casa y se acostó. Por la mañana ya había fallecido.

«[Carlos Guillermo P. H.] sólo ha estado un año en la cárcel [con carácter provisional, porque por el crimen quedó absuelto] y en cuanto a las dos chicas, la Fiscalía de Menores actúa como actúa, pero está claro que con 17 años sabían lo que hacían», lamenta Garrido.

«Ellos han contado su película, pero nosotros no sabemos lo que pasó», señala el padre. En el juicio, declararon que habían tomado alcohol y drogas (ketamina, cocaína y cristal).

Cuando fue detenido y puesto a disposición judicial, Giraldo, que entonces tenía 21 años, se encaró con Garrido en la puerta del juzgado, y durante el juicio negó haber golpeado a la víctima. «Si esto hubiera sido verdad, habría cogido un billete y me habría marchado a Colombia», se defendió

Santiago tenía muchos planes, recuerda su padre. Había aprobado el curso de socorrista y junto con su novia estaba preparando el piso al que se iban a mudar. Todo eso se ha perdido de forma absurda, lamenta su padre, que quiere agradecer su trabajo a los investigadores de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la comisaría de la Policía Nacional de Ibiza, de los que se siente «muy orgulloso». Comenzaron a tirar del hilo cuando el móvil que robaron a Santiago se encendió en Barcelona.

Una vez localizada la persona que llevaba el teléfono, proporcionó a los agentes datos que permitieron relacionar el terminal con un residente en la isla que se dedica a las reparaciones de dispositivos móviles.

'Los Guasones'

Así llegaron hasta el grupo, que al parecer se llamaban a sí mismos 'Los Guasones', algo que negaron en el juicio. La Policía Nacional explicó que estaban integrados en un grupo organizado cuyos miembros tienen «diferentes rangos jerárquicos con tareas bien definidas». Los agentes también revelaron que para acceder al grupo, que se dedicaba a los robos, se exigía a los nuevos miembros pasar por ritos de iniciación.