De lo que sí pueden estar seguros los británicos es de que los turoperadores velan por su seguridad. Desde hace un lustro exigen a los hoteles ibicencos que las barandillas de sus balcones midan más de 1,10 metros de altura, para evitar la caída al vacío en caso de suprema ebriedad, lo cual no es inusual. El periódico Mirror aseguraba hace cuatro días que algunos TTOO habían eliminado de su catálogo las habitaciones que no reunían ese requisito, pero los hoteleros consultados por este diario afirman que esa medida ya funciona desde hace años: o se adaptan y pasan sus meticulosas auditorías o no aparecen en sus catálogos.

Y el metro y 10 centímetros de altura no es el único requisito. Según el hotelero Juanjo Riera, también exigen «que la separación entre los barrotes de la barandilla no sea superior a los 10 centímetros, ni que puedan ser escalables. Es decir, no puede haber barrotes en horizontal. Esto último lo hacen por los niños». En los últimos años «todos los hoteles se han adaptado en Ibiza. Y el que no llegaba al 1,1 metros puso un añadido, unos barrotes más, para llegar hasta esa altura».

Una hotelera asegura que los turoperadores incluso les han llegado a exigir instalar un botón rojo para detener el circuito del agua de la piscina.