«Nuestra vida ha cambiado, toda. La muerte de mi hijo [Santiago Garrido] nos ha afectado mucho, a toda la familia y a la de su pareja. Es muy triste cuando llega la Navidad y se encienden las luces ver a un niño de 14 años con depresión en el sofá en vez de estar con sus amigos». Jesús Garrido, el padre de Santiago Garrido, el joven de 23 años que murió tras sufrir un botellazo en la cabeza en la Nochebuena de 2017 en Vila, rompió a llorar ayer en la segunda sesión del juicio. Recordó el padre que, horas antes del crimen, estuvo cenando con su hijo en casa. «Me enseñó el teléfono, era el último modelo. Estaba como loco con su móvil. Santiago estudiaba, no fumaba, no bebía. Era un chico sano y trabajador. Hacía un curso de socorrista y vivía con su novia. Todas las tardes iba al gimnasio», detalló el testigo, que añadió que a raíz de la muerte violenta de su hijo su familia ha precisado ayuda psicológica.