Los pescadores tradicionales también padecen ese incremento de embarcaciones recreativas durante el verano, según se señaló en otra de las comunicaciones presentadas ayer en el marco de las VII Jornadas de Medio Ambiente de Balears. Según el 'Impacto del turismo en los puntos tradicionales de pesca de Eivissa', informe del que son autores Juan Pantoja, Inmaculada Montero, Virginia Marí, Francisco Sobrado y Toni Box, ese aumento de lanchas «provoca una pérdida en el medio marino palpable en los ecosistemas y en los sectores pesqueros que de ellos dependen». Además, la pesca con artes menores «está siendo desplazada de su zona de trabajo a causa de una explotación turística cada vez más intensa».

El departamento de Pesca del Consell ha registrado con GPS un total de 67 zonas destinadas a la pesca tradicional, de las cuales 46 son con artes de parada y 21 con artes de tiro. Esperan que, a raíz de esa cartografía, «cualquier actuación en el litoral tenga en cuenta los usos del sector pesquero, para así evitar la pérdida de esas zonas tradicionales de pesca», ahora en peligro porque algunas de ellas son, literalmente, invadidas en el periodo estival. El turismo náutico daña muchas artes, especialmente por los muertos que se fondean para que puedan amarrar, que además deterioran «gravemente el ecosistema». Y aún peor son «los residuos liberados al vaciar las sentinas» y la contaminación sonora y lumínica, que ahuyentan a los pescados.