-¿Qué está pasando en los centros?

-Este sido el año más convulso que recuerdo, muy problemático, nos preocupa. La educación es un espacio de paz, libertad, diálogo e integración. No hay otro servicio público que esté llamado a cohesionar la sociedad como la educación. Este curso no hemos tenido ni paz ni libertad ni diálogo ni consenso ni cohesión. También nos preocupa tremendamente el dificilísimo contexto en el que trabajamos los que tenemos alguna responsabilidad en la enseñanza, sobre todo los directores.

-¿Y cómo cree que será el curso que viene?

-No soy muy optimista. El Govern se ha empeñado en poner en marcha unos cambios a través de un decreto, sin diálogo. Con la publicación de la última orden que desarrolla el decreto del TIL ha perdido una oportunidad de volver al consenso, es una orden altamente cargada de ideología, de política partidista, y mala. Lo digo yo, el Consell Consultiu y hasta los tribunales. En técnica legislativa el Govern ha sido muy torpe, la última orden está cargada de ambigüedades y va a meter a los centros en nuevos conflictos. El Govern debe sentarse a dialogar y negociar el desarrollo del TIL.

-Creo que todos tenemos claro que eso no va a pasar.

-Por eso soy pesimista. Aunque el último año de una legislatura los gobiernos tienden a ceder.

-¿A qué se refería con nuevos conflictos?

-La orden está llena de ambigüedades que están intentando interpretarse en el sentido más restrictivo. Los directores se preguntan si están cumpliendo o no la ley y los inspectores, que tenemos esta tarea de cumplir y hacer cumplir la ley, también tenemos esas dudas. Un sector de la conselleria lo interpreta de una manera, y otro sector, de otra. Los centros elaboran sus proyectos, que pasan todo un proceso, y muchas veces los directores se preguntan: «¿Cuando haya aprobado todo esto la conselleria lo va a dar por bueno o me lo va a tumbar?». Eso genera más conflictividad. No es sólo que la ley sea mala, sino que se ha intentado implantar de una manera hostil, autoritaria, aunque sea de imposible cumplimiento.

-¿Es imposible aplicar el TIL?

-Está plagado de desatinos. Todos estamos de acuerdo en que la introducción del inglés es vital para los alumnos, eso es lo que nos tiene que preocupar. ¿Por qué es tan difícil que la conselleria entienda que el aprendizaje de una lengua es paulatino y progresivo? ¿Que no se puede implantar de la noche a la mañana y exigir a los alumnos competencias en comprensión y expresión en una lengua que no conocen? La orden ralentiza el calendario de implantación en Secundaria, pero atropellamos a los alumnos con esa imposición. La duda es si realmente es el inglés la esencia del TIL, creo que es secundario, una cortina de humo.

-¿Cree que el Govern quería reducir el catalán?

-Eso lo expresan clarísimamente el decreto y la orden: se imparten unas materias en inglés y, si no se puede, se imparte el 50% en castellano y el 50% en catalán. Esa es la prueba del algodón de que es una propuesta cargada de ideología, no educativa, que responde a la presión de lobbies. El Govern debería haber sido más sincero, decir «queremos más presencia del castellano y menos del catalán». Ha querido disfrazarlo con la implantación del inglés, pero lo ha hecho de una manera muy torpe.

-¿Pero se está implantando? Los docentes dicen que no y la conselleria, que sí.

-A ver, los centros están haciendo un esfuerzo sobrehumano para cumplir con la norma a pesar de su discrepancia. Es admirable. Los inspectores hemos hecho centenares de informes sobre la aplicación del TIL en los centros. La pregunta que hace la conselleria es si están cumpliendo la ley, no qué dificultades tienen para ello o qué recursos necesitan. Eso último lo hacemos motu proprio, pero esos informes no se han considerado. Había programas experimentales en marcha como las secciones europeas o el plan piloto plurilingüe que estaban dando buenos frutos, no había necesidad de acelerar. Además, es muy importante contar con la voluntariedad de las comunidades educativas para hacerlo. Si no hay voluntariedad el proyecto fracasa.

-¿Algún centro en las Pitiusas está aplicándolo como toca con los recursos que toca?

-Sin problemas, ninguno. Lo aplican porque los directores son muy cumplidores, pero con extraordinaria dificultad y muchos inconvenientes.

-¿Qué necesitan?

-Diálogo, consenso, recursos y, sobre todo, tiempo. Con esas premisas todos los centros están de acuerdo en aumentar la presencia del inglés. Pero como ese no era el objetivo, los recursos son limitados. Es una experiencia carísima. El profesorado necesita tiempo para formarse, y los alumnos, también.

-Es decir, que cree que no debería haberse aplicado en Secundaria ni en quinto de Primaria.

-Cada centro es diferente y tiene consagrada por ley su independencia pedagógica. Quizás debería haber más presencia del inglés en los cursos inferiores e ir reduciéndolo en los superiores, cuando el currículum se hace más complejo. Bastaría con ralentizar la aplicación y dar tiempo al profesorado para que se forme.

-¿Los alumnos de primero de Secundaria serán víctimas del TIL?

-Sí y no. El profesorado lo aplica con un extraordinario sentido común, los alumnos no saldrán perjudicados académicamente. Otra cosa es el tiempo que se tarde en explicar determinados contenidos de ciencias y matemáticas en inglés. Se ralentiza el aprendizaje y se trivializan mucho los contenidos.

-Las explicaciones de los libros de texto en inglés eran mucho más escuetas que en castellano y en catalán.

-Sí. Una explicación compleja en un idioma que no se controla requiere mucho más tiempo, tanto hacerla como asimilarla, sea como sea, no irán al nivel de profundidad que se necesita. Más adelante, cuando los alumnos desarrollen las competencias en inglés, no será así. La perspectiva a medio plazo sería muy optimista si no fuera por la forma de aplicación y la precipitación.

-¿Los inspectores reciben presiones de la conselleria?

-Nos preocupan las garantías de la inspección. Que sea democrática, que trabaje con los centros, que colabore, que asesore, que medie. Ese es el modelo, por ley, pero cuando se intenta reducir eso a una mera función de control se distorsiona y adultera el modelo. Todo se reduce al control de la aplicación del TIL y eso nos tiene enormemente preocupados. Ahora, cuando entras en un centro el director se pregunta si vas para ayudar y asesorar o solo a controlar que está aplicando rigurosamente la ley.

-O sea, que sí reciben presiones.

-No le llamaría presiones. Hay maneras más sutiles de hacerlo.

-¿La conselleria ignora los informes que no le gustan?

-Tenemos la sensación de ser poco escuchados, como el resto de la comunidad educativa. Si hablamos de número de alumnos por aula, dotación de plantillas o planificación nos sentimos poco escuchados.

-¿Qué aspectos han dejado a un lado para controlar la aplicación del TIL?

-Cada centro es un mundo, está vivo, hay problemas y constantemente preguntan y piden. Ahora, solo con horas extras podemos atender esas cosas, les dedicamos muy poco tiempo, no el que deberíamos, y es lo más importante. Hay que dedicarse de manera monotemática a la implantación del TIL, aunque los otros problemas sean más importantes.

-¿Inspección debería ser independiente de la conselleria?

-Formamos parte de la Administración educativa, pero debemos actuar con independencia y profesionalidad, no empujados políticamente por el gobierno de turno. Inspección debe depender de Educación, pero hay que dejar trabajar a la gente con imparcialidad.

-¿Haber estado en política, como es su caso, no resta credibilidad a esa imparcialidad?

-No, cada uno tiene sus ideas, pero trabajamos con imparcialidad. He trabajado para gobiernos de diferente signo y con todos he tenido una excelente relación. Con la delegación de Educación de Ibiza hay un diálogo fluido, ya me gustaría que se extendiese a otras esferas. Siempre, gobierne quien gobierne, he hecho el mismo trabajo, pero es responsabilidad de quien gobierna prestar atención a los informes.

-¿La situación en las Pitiusas es diferente de la de Mallorca?

-En Mallorca hay más tensión. La capital es una caja de resonancia que se va atenuando, en función del principio de Doppler, hacia la periferia. Aquí creo que el hecho de que las relaciones con los equipos directivos de los centros sean excelentes ha ayudado a que el clima no esté tan deteriorado. El profesorado está igual de indignado que en Mallorca, pero allí el ruido es mayor.

-Va a acabar el curso sin que se desconvoque la huelga.

-Es preocupante que el conflicto no se haya cerrado bien. Que haya más paz en las aulas es una cosa, pero la normalidad pende de un hilo. Era una huelga muy prolongada, había agotamiento, desánimo, desesperanza, impotencia... Creo que los profesores no estaban tan preocupados por su bolsillo como por no ver la luz al final del túnel. Además, las familias estaban preocupadas por el su rendimiento académico de los niños. Volver a las aulas fue una medida acertada, lástima que no fuera con el conflicto cerrado. Y bien cerrado.

-Para cerrarlo había que sentarse a negociar y ambas partes se han acusado mutuamente de no querer hacerlo.

-Para cerrarlo había que tener una gran voluntad de negociar y no he apreciado esa voluntad en la conselleria. Por eso decía antes que la publicación de la orden de desarrollo del TIL ha desperdiciado una oportunidad fantástica de volver al diálogo. Se ha hecho un avance con la enseñanza privada, debería hacerlos también con la pública.

-¿Fue una provocación?

-No puedo calificarlo, pero la voluntad de diálogo con los centros privados debía extenderse a los públicos. No hacerlo es altamente discriminatorio. Es un poco ´acuerdos vendo, para mí no tengo´.

-Recortes, aumento de alumnos en las aulas, supresión de los programas de apoyo escolar, el TIL, la Ley de Símbolos... ¿Qué ha sido lo peor en lo que llevamos de legislatura?

-Está todo en el mismo contexto, relacionado con el recorte presupuestario en educación. Hay que ver qué importancia le damos a la educación, qué recursos le dedicamos y si queremos hacerlo de una forma ideológica. Hay que hacer política educativa, lo malo es cuando esa política lleva un sesgo muy radical hacia una orientación ideológica, no respeta la diversidad y rompe el consenso. Eso ha pasado y no pasaría si entendiésemos la educación como un servicio público esencial. Quien crea que las inversiones en educación son excesivas, que pruebe a no hacerlas. Verá cómo socialmente es mucho más caro.

-Habla de la politización de la educación por parte de la conselleria, pero también se ha acusado a los docentes de politizar las aulas.

-El ser humano es político, pero la educación es diversa. El problema es cuando se intenta convertir la educación en una herramienta de acción partidaria. No me refería tanto al término político como al tema partidista, cuando se quiere instrumentalizar la educación. Como inspectores nos preocupa dejar las aulas fuera de la lucha partidista, que no se haga ideología en la educación porque es el foro de todos. Debe haber consenso y respeto a la diversidad.

-Una duda que tenían los centros: ¿la paloma de la paz es un símbolo?

-Naturalmente, por eso creo que la Ley de Símbolos es un atentado a la libertad de expresión. Otra cosa es que se usen determinados símbolos para hacer partidismo en los centros. Hay que cambiarla y reformarla, es obvio. Además, ¿cuántos otros símbolos hay en una escuela? Los inspectores no habíamos percibido un abuso en ese sentido en los centros. Es cierto que había un descontento en las escuelas y eso tuvo su expresión. Yo la percibí como una manera de acallar la contestación. La Ley de Símbolos no es coherente con la Constitución.