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Toni Escobar
Ver galería >El Casino des Moll, como popularmente se le conoce, celebró ayer un siglo de historia y, al margen del amor por los números redondos, sus miembros sienten el orgullo de pertenecer a una institución que ha sobrevivido a muchas vicisitudes y que ha sido testigo de las profundas transformaciones que han atravesado la isla. Así, cuando el actual presidente, Joan Marí, abrazaba ayer a los socios que llegaban a la sede del Casino, muchos de ellos repetían: «Cent anys! Cent anys!», como conjurando una cifra mágica.
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El Casino des Moll, como popularmente se le conoce, celebró ayer un siglo de historia y, al margen del amor por los números redondos, sus miembros sienten el orgullo de pertenecer a una institución que ha sobrevivido a muchas vicisitudes y que ha sido testigo de las profundas transformaciones que han atravesado la isla. Así, cuando el actual presidente, Joan Marí, abrazaba ayer a los socios que llegaban a la sede del Casino, muchos de ellos repetían: «Cent anys! Cent anys!», como conjurando una cifra mágica.
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El Casino des Moll, como popularmente se le conoce, celebró ayer un siglo de historia y, al margen del amor por los números redondos, sus miembros sienten el orgullo de pertenecer a una institución que ha sobrevivido a muchas vicisitudes y que ha sido testigo de las profundas transformaciones que han atravesado la isla. Así, cuando el actual presidente, Joan Marí, abrazaba ayer a los socios que llegaban a la sede del Casino, muchos de ellos repetían: «Cent anys! Cent anys!», como conjurando una cifra mágica.
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El Casino des Moll, como popularmente se le conoce, celebró ayer un siglo de historia y, al margen del amor por los números redondos, sus miembros sienten el orgullo de pertenecer a una institución que ha sobrevivido a muchas vicisitudes y que ha sido testigo de las profundas transformaciones que han atravesado la isla. Así, cuando el actual presidente, Joan Marí, abrazaba ayer a los socios que llegaban a la sede del Casino, muchos de ellos repetían: «Cent anys! Cent anys!», como conjurando una cifra mágica.
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El Casino des Moll, como popularmente se le conoce, celebró ayer un siglo de historia y, al margen del amor por los números redondos, sus miembros sienten el orgullo de pertenecer a una institución que ha sobrevivido a muchas vicisitudes y que ha sido testigo de las profundas transformaciones que han atravesado la isla. Así, cuando el actual presidente, Joan Marí, abrazaba ayer a los socios que llegaban a la sede del Casino, muchos de ellos repetían: «Cent anys! Cent anys!», como conjurando una cifra mágica.
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El Casino des Moll, como popularmente se le conoce, celebró ayer un siglo de historia y, al margen del amor por los números redondos, sus miembros sienten el orgullo de pertenecer a una institución que ha sobrevivido a muchas vicisitudes y que ha sido testigo de las profundas transformaciones que han atravesado la isla. Así, cuando el actual presidente, Joan Marí, abrazaba ayer a los socios que llegaban a la sede del Casino, muchos de ellos repetían: «Cent anys! Cent anys!», como conjurando una cifra mágica.
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