Si un turista recién llegado a Formentera le cuentan la debacle que se vivió en la isla la noche del miércoles y la mañana del jueves, le costaría creerlo. Apenas han pasado 24 horas desde que terminó el temporal y la pitiusa pequeña ya ha recuperado su mejor cara, a pesar de los malos momentos que se pasaron durante la tormenta, sobre todo en el mar.

De los tres barcos que el jueves permanecían atrapados en las rocas de Cala Saona, tan solo quedaba uno ayer por la tarde: un pequeño velero que varó en la parte más alejada de la playa, cerca de la Punta des Bou. Los otros dos fueron retirados durante la mañana por las mismas empresas de trabajos subacuáticos que reflotaron el velero hundido en el puerto de la Savina: Eivisub y Servisub.

El rescate del barco más próximo a la playa, un velero de unos 12 metros de eslora que encalló junto a las casetas varadero durante la noche del miércoles, congregó a un numeroso grupo de bañistas que no dudó en aplaudir los esfuerzos de los buzos cuando, pasadas las doce del mediodía, consiguieron por fin enderezar la embarcación y devolverla al agua.

Aunque a primera vista no parecía haber sufrido grandes daños, en el lado que quedó apoyado sobre las rocas tenía un agujero de 1,20 por 1,20 metros que tuvo que ser taponado, junto al resto de vías de agua, antes de ser enderezado y arrastrado hasta el mar. También se achicó el agua del interior con la ayuda de una motobomba, según explicaron ayer desde las empresas que realizaron estos trabajos, las mismas que ya durante la noche de miércoles ayudaron a numerosas embarcaciones en aprietos.

Para este rescate, los profesionales utilizaron una lancha neumática, que se aproximó todo lo posible al velero siniestrado y desde la cual se prestaba asistencia a los buzos, y un gran barco de apoyo que, tras colaborar con el salvamento, escoltó al velero y a la lancha neumática en su camino hacia el puerto de Santa Eulalia.

Mientras esto ocurría, la arena y las aguas de Cala Saona se mostraban en plena forma: tan saturadas como siempre con sus sombrillas, sus tumbonas, sus bañistas, sus piraguas y sus yates. Hasta el omnipresente flotador con la forma de un gigantesco flamenco rosa hizo acto de presencia.

Agua encharcada

Agua encharcada

Mientras la situación volvía a la calma en el litoral, en tierra todavía quedaban rastros de la gran cantidad de lluvia que recibió Formentera durante la tormenta. Aunque los datos de Aemet hablaban de una media de 77,5 litros por metro cuadrado, lo cierto es que en numerosos puntos de la isla la cifra sobrepasó los cien litros por metro cuadrado. Y eso es mucha agua para una tierra extremadamente dura tras los últimos meses de sequía.

Muchos campos destinados a producción agrícola seguían anegados ayer por la tarde, mientras los payeses se lamentaban por el daño que esta lluvia hará a los higos, que ya cuelgan de las higueras, y a la uva, bastante castigada a estas alturas por la sobrepoblación de palomas que de ella se alimentan.

La lluvia también se acumuló de manera desastrosa en los aparcamientos del Parque Natural de ses Salines, obligando a los bomberos del Consell de Formentera a trabajar, «de manera ininterrumpida desde la tarde del día 10 y durante toda la mañana del día 11», para sacar el agua que inutilizaba varios de los estacionamientos, según un comunicado de la institución. Esta falta de espacios útiles, que espera solventarse durante la mañana de hoy sábado, provocó una menor capacidad de entrada de vehículos interesados en acceder al Parque, lo que provocó largas colas en la carretera de la Savina a es Pujols.