Las llamas quemaron solo una hectárea de s’Espalmador, pero afectaron a uno de los lugares más sensibles de los dos kilómetros cuadrados de superficie de ese islote. Jaume Estarellas, técnico de Biodiversidad del Consell de Ibiza, califica lo sucedido como «muy grave», como un incendio «fatal» por haber dañado seriamente «el sistema dunar de la playa de s’Alga, uno de los mejor estructurados del Mediterráneo occidental».

Y no lo es por su extensión, sino por su buena estructuración: «Es de libro», afirma Estarellas. Allí se pueden encontrar «desde las dunas primocolonizadoras, a la segunda y a la tercera líneas, donde ya hay dunas más fijadas gracias, precisamente, a las sabinas». Y la zona quemada es esa tercera línea, el sabinar litoral, donde se fija el sistema dunar: «Se ha perdido así una parte muy importante de un sistema dunar muy bien conservado».

Allí se da «una estructuración perfecta» que, según testigos presenciales, ha quedado abrasada, de manera que es improbable su regeneración natural y, mucho menos, que rebrote. Estarellas recuerda que el sabinar arbustivo es de crecimiento lento: «Las primeras líneas y las segundas se regeneran más rápidamente, pero ese sistema que fija las dunas tarda muchísimo en asentarse en el tiempo. Cuando alcanza el equilibrio, como era el caso, tarda mucho en volver a estructurarse. Y es justo la hectárea que se ha perdido». Es un sistema «muy valioso», de ahí que el biólogo califique el daño sufrido de «muy grave».

Riqueza botánica

Además, subraya que la zona en la que el fuego se cebó se halla entre la playa y el estanque, área que se caracteriza por poseer una riqueza botánica importante: «Desde la zona de las primocolonizadoras hasta la balsa salada hay toda la vegetación propia de las dunas móviles, de las dunas semifijas y de las dunas fijas. Y luego se junta con la vegetación de salicornial de la balsa (con aguas de más dulces a más saladas), con juncos y saladillas. Es una zona muy importante en cuanto a riqueza y estructuración florística».

«Es solo una hectárea -recalca Jaume Estarellas-. Puede parecer que es poco, pero en un islote de ese tamaño representa una parte muy importante, tanto proporcionalmente como en cuanto a riquezas naturales. Ha sido fatal».

En cuanto a la propuesta de Caterina Amengual, directora general de Espacios Naturales y Biodiversidad del Govern balear, de regenerar con sabinas procedentes del Centro Forestal de Menut, Estarellas estima que «es lo único que se puede hacer». Tiene, asegura, lógica: «El pino regenera rápido. Pero la sabina es de crecimiento muy lento. La dispersión en el caso del pino es por polen, viento o semillas, pero en el caso de las sabinas no es tan rápida y la regeneración es mucho más lenta». El técnico de Biodiversidad recuerda que sabinares como el de s’Espalmador llegan a ser centenarios: «Y los únicos sabinares litorales que nos quedan, puros, están en los islotes. El de sa Conillera es fantástico, como lo era el de s’Espalmador. Para que se cree algo así se necesitan cientos de años».

Apuesta, en ese sentido, por «una acción aceleradora mediante la plantación de sabinas», que es preferible a esperar a que la naturaleza haga su trabajo. Eso sí, avisa de que esa tarea no solo consistirá en replantar: «Además habrá que mantener» lo plantado, cuidarlo, algo harto complicado en un lugar que sufre desembarcos masivos e incontrolados de personas que caminan por donde les place.