¿Cómo llegó a sus manos el papel de Vania de 'Espía a una mujer que se mata'?

Es la cuarta vez que trabajo con Daniel Veronese (director de 'Espía a una mujer que se mata') y ya nos conocemos de hace mucho tiempo. Él ya había dirigido esta versión de 'Tío Vania' con su compañía argentina y yo tenía muchas ganas de hacer esta obra porque me parece que es uno de sus montajes más potentes.

¿Qué le ha aportado este personaje?

Creo que este papel de Vania me ha llegado en el momento justo, en una época profesional buena y en un momento personal donde uno ya tiene un oficio detrás y ciertas heridas provocadas por la vida y por el tiempo. Es un personaje maravilloso, que me ha dado mucho, con el que crecido, no sólo como actor sino también como persona.

¿Se había imaginado alguna vez interpretándolo?

Cuando uno empieza a estudiar arte dramático siempre quiere interpretar a algunos personajes que son cumbre en la historia del teatro y Vania es uno de ellos. Yo ya he tenido la suerte de interpretar a algunos como Hamlet o Don Juan y ahora Vania, que es un personaje que todos hemos preparado en las escuelas de arte dramático.

Parece que le va el teatro clásico...

Empecé haciendo teatro clásico y luego he hecho de todo, pero el teatro clásico es un lugar donde creo que uno siempre tiene que volver porque es un espejo. Las obras que son universales y clásicas nos descubren cosas de nuestros tiempos cada día.

¿Por qué cree que 'Tío Vania', un drama de Chéjov de 1899, sigue todavía de moda?

Cuando alguien va a ver 'Tío Vania' de alguna manera u otra está familiarizado con el texto, y si no, se va a sorprender porque parece que está escrito la semana pasada. Nos habla de nuestro tiempo: del amor y del desamor, de las ilusiones y los sueños rotos, del dolor, del tiempo perdido... es un texto que lo tiene todo y que, según en qué momento estés de la vida, te va a hacer sentir identificado con unos personajes u otros, todos ellos son increíbles.

¿Qué tiene de especial esta versión de Daniel Veronese?

Daniel condensa todas las emociones hasta dejarlas en su expresión más pura y verdadera. Evidentemente creo que todo Chéjov es puro y verdadero, pero Daniel tiene una mano maestra para ponerlo en pie. La lealtad al texto de Chéjov está en 'Espía a una mujer que se mata', pero tiene el toque de Veronese, que me parece brillante. Todo pasa en un espacio de apenas cinco metros cuadrados, donde casi no hay nada, sólo una mesa y dos sillas, la emoción pura de los autores y la poética de su visión de lo que es el teatro.

¿Cómo se ha preparado su personaje?

Daniel tiene una manera de trabajar muy directa. Cuando uno llega a los ensayos siempre tiene que tener el texto aprendido y a partir de ahí jugar y dejarse llevar. Si algo hace Daniel muy bien es confiar en los actores, dejarles que se diviertan, que jueguen y que se equivoquen, como los buenos entrenadores de fútbol. Es un proceso muy enriquecedor en el que consigue que pase entre el reparto eso que tiene que llegar al público. Los actores tienen que mirarse, sentir y trabajar con el otro para que se cree esa poesía verdadera.

Le acompaña sobre el escenario un elenco estelar.

Es una maravilla. Nos conocemos de hace muchísimo tiempo, había trabajado ya con todos.

Le hemos visto mucho en teatro, cine y televisión. ¿En qué medio se siente más cómodo?

Uno se siente cómodo con los papeles que están bien escritos, me da igual si es en teatro, cine o televisión, depende mucho del proyecto. Pero es verdad que en el teatro se consigue algo que es impagable, cuando se produce ese silencio verdadero en el patio de butacas y cuando hay esa comunión con el espectador y se tiene la sensación de que se vive algo único e irrepetible, porque ya la función de mañana será diferente.

Esta semana está de estreno con 'Matadero'. ¿Cómo definiría esta serie de Antena 3?

Es difícil de definir, la están catalogando como thriller ibérico, yo creo que también tiene mucho de comedia gamberra. Podemos encontrar en ella cosas de 'Fargo', pero también de Berlanga. Es una mezcla explosiva.

¿Y qué nos puede contar de su personaje, Pascual?

Yo digo que es un sicario sentimental, que todavía tiene la posibilidad de salvarse por amor.

Tienden a darle papeles de 'malote'.

He hecho de todo a lo largo de mi carrera, lo que pasa es que los papeles de 'chungo' que he interpretado han tenido mucha repercusión. El Bernardo de 'Herederos' o el Pacheco de 'Isabel' son malvados brillantes, pero también he interpretado a Adolfo Suárez y otros personajes más amables.

¿Disfruta haciendo de villano?

Los papeles de malo, si están bien escritos, son muy divertidos.

¿Con qué personaje se quedaría de los que ha interpretado?

Escoger uno es difícil, elegiría este último, el de Vania, porque lleva mucho de todos los personajes que he interpretado a lo largo de mi carrera.

¿Algún papel soñado?

Siempre es el siguiente. Es muy complicado poder elegir en este país, hay que estar peleando y luchando siempre y pensando que el siguiente personaje es el mejor.

¿Cómo ve el estado de salud del teatro en España?

Haciendo una comparación con el estado de nuestro país, siempre hay que pensar que las cosas pueden ir a mejor y yo creo que en estos tiempos tan duros, oscuros y difíciles hay que tirar para delante y la única manera es estar ahí y tener un poco de optimismo. Lo mismo con el teatro, hay que pensar que siempre va a ir a mejor. En este caso se está haciendo muy buen teatro y muy buena televisión. En este país hay muchísimo talento, hay creadores muy potentes y hay una gran cantera de actores y directores, que se merecen hacer cosas estupendas y ojalá siga así la cosa.

Además de la interpretación, tengo entendido que se le daba bastante bien el fútbol.

Salí de mi pueblo para jugar al fútbol y podría haber vivido profesionalmente de ello, pero yo lo que quería realmente era ser actor. Ya me picó el veneno viendo los Estudio 1 y las series de cuando era chico. Además, el fútbol me llevó a una ciudad, Valladolid, donde había un gran festival de cine y eso fue lo que me faltaba.