El año que viene viajará dos veces a Japón, una en primavera y otra en otoño. Estará en Panamá en abril y también tocará en Bolivia y Perú. Lina Tur Bonet no para de viajar por el mundo pero siempre regresa a Ibiza y, lo más importante, siempre habla de la cultura y de las tradiciones de la isla allá a donde va. Esta noche recibe la Medalla de Oro de Ibiza en un acto en el baluarte de Sant Pere.

¿Qué fue lo primero que pensó cuando le comunicaron que le concedían la Medalla de Oro?

Me emocioné. Me emocioné mucho, pensé mucho en los que no están porque me hubiera gustado compartirlo con ellos. Me tocó una fibra, algo que me pasa siempre con Ibiza, que me toca una parte muy emocional que está muy dentro. La niña pequeña que hay en mí.

Sus padres eran ibicencos pero usted nació en Cartagena. ¿Se considera vilera?

Me van a matar los murcianos, porque siempre me recuerdan que nací en Cartagena. Estoy muy orgullosa de haber nacido en Cartagena. Me siento muy de allí, me crié allí, pero es verdad que desde que vivo en el extranjero. cuando me han preguntado de dónde soy, he sentido mi sangre muy fuerte. Sin renunciar a mi patria chica, yo me siento muy vilera, muy ibicenca, muy de la isla. Mi sitio favorito del mundo está en Vila.

¿Y cuál es?

La plaza del Ayuntamiento, el mirador junto a la estatua Guillem de Montgrí. Hay gente que sabe que si no me encuentra por ninguna parte me va a encontrar ahí. Dalt Vila es el lugar donde se conocieron mis padres. Mi padre vivía encima del Rastrillo y mi madre primero donde El Olivo y después en Sa Carrossa. Ahí se conocieron de jovencitos, ese es mi germen total.

Para usted, que vive en Madrid y viaja por todo el mundo, ¿qué supone volver a Ibiza?

Cuando estoy en Ibiza siento que vuelvo a casa. Hay algo que me tira, que me dice que es mi sitio y mi centro, que me inspira. Hay otra cosa. Cuando el alcalde me dio la noticia, yo le insistí en que no merecía la distinción. Pero después pensé en que, si tengo algún mérito, es el de haberme empeñado en que todo el mundo en el extranjero conociese la parte cultural de Ibiza. Decirles que Ibiza no es solo chunda-chunda y que las playas están muy bien, pero que Ibiza son muchas más cosas: es Patrimonio de la Humanidad, tiene una de las mejores necrópolis púnicas del mundo, hay un Museo Arqueológico que es uno de los mejores del Mediterráneo, el folclore ibicenco y la música ibicenca son atiquísimos y no hay nada parecido ni en Mallorca ni en Menorca, que la isla tiene las salinas más importantes del Mediterráneo... Ese es nuestro verdadero valor y no el dinero.

Toda una labor didáctica...

Pienso que si la gente conoce todo esto antes de venir lo respetará más cuando venga. Todas estas cosas que están pasando: el yate que pone la música y no deja escuchar el ball pagès o esos negocios que se promocionan con carteles de culos... Creo que si la gente que viene a Ibiza tuviera otro concepto de la isla, si supiera que hay artistas locales y de fuera que crean arte y cultura en Ibiza, si supieran eso o si nos encargáramos de contárselo más vendrían de otro rollo y serían más tolerantes con nosotros y respetuosos. Me siento un poco embajadora, y no solo de la salsa de la Nadal y de las orelletes, sino de esta otra Ibiza que en realidad no es ´otra´ sino que esa es Ibiza. Y si se conociese más la gente vendría con otro chip. La filosofía mediterránea es ir a la playa a escuchar el mar, a disfrutar de la olas, no a escuchar música a todo trapo.

¿Por qué eligió la música?

La culpa de todo es de mi padre, Antonio Tur, que era músico y empezó a estudiar música en Ibiza con Don Victorino Planells. Luego se fue a Valencia a estudiar y a mejorar, se hizo músico profesional, y por eso yo nací en Cartagena, porque su trabajo estaba en Cartagena, como primer clarinete en la banda militar. Era muy bueno y me inició en la música antes de tener yo uso de razón, así que imagínate la emoción que siento ahora. Él también recibió premios en Ibiza. De cero, mi padre metió la música en la familia.