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'¡García!', el supersoldado franquista resurge en el presente

A Eugenio Mira, director de la ambiciosa serie de HBO Max basada en los cómics de Santiago García y Luis Bustos, le atrajo defender una cultura pop nacional sin miedo a nada

El actor Francisco Ortiz, encarnando al supersoldado García. HBO MAX

Aquí también podemos adaptar cómics, nuestros cómics. Y llevar a la pantalla historias colindantes con el imaginario de los superhéroes. Y hacerlo, además, sin vergüenza, sin escudarse en la parodia por si acaso no se nos toma en serio. Esa es la triple reivindicación de ¡García! (HBO Max), ambiciosa adaptación de los tebeos de Santiago García (guion) y Luis Bustos (dibujo) a cargo de los guionistas Carlos de Pando y Sara Antuña, quienes ya convirtieron en serie El vecino.

En este cruce de comedia, acción y sátira de tinte político, Antonia (Veki Velilla), joven becaria del periódico Crónica 24, recibe un sobre con pistas que podrían llevarle a su Gran Exclusiva: la existencia y resurgimiento, en el que colabora sin querer, de un agente secreto de leyenda que lleva 60 años criogenizado en la basílica de Cuelgamuros. Como un Capitán América cañí, este supersoldado patriota (Francisco Ortiz) regresa tardíamente a la acción para encontrarse con un país muy distinto al que conocía, donde teléfonos portátiles o leches de avena parecen algo normal.

Del brazo de Antonia aprenderá a dejar atrás los comandos franquistas para apreciar la escala de grises y tratar de bloquear una conspiración que hace peligrar la democracia.

Cuando el primer tomo de ¡García! (Astiberri) salió a la luz en 2015, la amenaza de la extrema derecha no parecía tan real como ahora. «Hace diez años, Ayuso o Abascal habrían parecido personajes paródicos construidos desde el otro lado», dice el director alicantino Eugenio Mira (Grand piano), tanto o más autor de la serie que De Pando y Antuña.

«Esa clase de políticos ha abrazado la exageración y ya hemos visto los efectos. En la serie hablamos de ello, igual que de cómo se construyen cosas que, en principio, simplemente pasan. En la tradición del thriller político setentero siempre se ha hablado de esa estimulación desde una mano negra para que pasen cosas que deriven en algo que se percibe como natural. Cuando salió el cómic, esto parecía imposible en España. Corte a Villarejo, las tramas del rey Juan Carlos I, etcétera. ¡Es alucinante!».

Desde ‘Grand piano’

Desde una cierta distancia, casi podría parecer que Mira se ha tomado unas largas vacaciones desde Grand piano, su thriller estilo De Palma sobre un pianista (Elijah Wood) obligado a no fallar una sola nota por un francotirador que amenaza en la distancia. En realidad no dejó de trabajar, tanto en proyectos propios como en grandes producciones. Dos películas en inglés, con rodaje previsto en Estados Unidos, cayeron de su agenda. La primera porque «un actor era la excusa de toda la financiación» y, a dos semanas de lanzar el comunicado, recibió una oferta de Marvel y para allá se fue.

La segunda cayó por colapso de la productora. Durante estos años, Mira siguió ejercitando técnica como director de segunda unidad de J. A. Bayona en Lo imposible, Un monstruo viene a verme e incluso el blockbuster Jurassic World: El reino caído.

La pandemia pudo ser una estocada definitiva, pero fue gracias a ella que Mira pudo saltar de un proyecto (una serie que se retrasó) y colarse en ¡García!, algo más que un trabajo alimenticio. «Para mí son seis horas de ficción que doblan mi obra cinematográfica. Mi intención era dirigirla, no solo realizarla. No llegar ahí con mis gafas de sol y mi latte y colocarme detrás del monitor. Quería diseñarla a fondo y que la preproducción consistiera en saber cómo llevar a cabo eso que he concebido».

A Mira le atrajo la posibilidad de explorar lenguajes (algunas partes de la serie remiten a los seriales de los 40) y defender una cultura pop nacional sin miedo a nada. «¿Por qué en Estados Unidos podían hacer una película como Cazafantasmas y aquí teníamos que conformarnos con Aquí huele a muerto? Las dos películas son proyectos para el cine de comediantes que han triunfado en televisión. Esto se rompió, algo tarde, pero se rompió, con El día de la bestia: ahí se vertebró un pasillo que hacía posible soñar con productos nacionales como los que nos entusiasmaban de la cultura anglosajona».

En ‘¡García!’ no falta la sátira, pero sí la parodia.

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