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Caló de s’Oli, el lugar que antes no existía

Antiguamente, esta orilla rocosa y descuidada únicamente generaba indiferencia. Hoy congrega a cientos y miles de personas, atraídas por el nuevo recinto cultural, que comienza a transformar la vida del barrio. Y su singladura acaba de empezar

El auditorio durante un cocnierto.

Como la luz de la aurora que se presiente en la oscuridad de la noche, así de cerca está la muerte de mí. Es una presencia invisible. (Ernesto Sabato)

Hasta hace cuatro días, como quien dice, prácticamente nadie conocía su topónimo y tampoco existía señal alguna que indicara su ubicación. ¿Para qué? No era más que un sucio pedregal, envuelto por edificios avejentados y una orilla impracticable de afilados escollos. En sus aristas, de forma regular, quedaba atrapado un manto de toallitas usadas, arrojadas al inodoro por turistas desaprensivos con el previsible resultado: obturación de la red de alcantarillado y consiguiente vertido de aguas sucias.

El Caló de s’Oli de antes, en definitiva, no era más que un lodazal de charcos malolientes, donde a nadie se le había perdido nada, salvo a los paseantes de perros, que sentían que allí no era necesario recoger del suelo lo que sus mascotas dejaban detrás. He tratado de averiguar, sin hallar respuesta, si su nombre es antiguo y responde a la existencia de algún olivar o almazara entre s’Hort d’en Trull y sa Punta d’en Ribes en un tiempo pasado, que proporcione un origen lógico al topónimo. O tal vez sea más moderno y guarde relación con las mencionadas aguas aceitosas que lo vilipendian.

Así fue hasta que alguien tuvo la bendita ocurrencia de aprovechar este páramo en mitad del arrabal hormigonado y maduro que representa Cala de Bou, para erigir el asombroso auditorio que allí se yergue desde el pasado verano. Su forma de herradura y su piel radiante y contemporánea, concebida para encenderse con el reflejo de la puesta de sol, atrae a cientos y miles de personas, gracias a los festivales y acontecimientos culturales que allí se programan. Y la inmensa mayoría de ellas, al pisarlo por primera vez, no pueden evitar las expresiones de asombro por la belleza del lugar. Aunque sea el mismo.

Su escenario exterior, a modo de anfiteatro, no tiene telón ni fondo. Tan solo el mar rugiendo en la retaguardia y esbozando una postal idílica para los artistas. Lo concibió un arquitecto llamado José Antonio Ruiz Jiménez, por encargo del Ayuntamiento, y su proyectó transitó por distintas legislaturas hasta que por fin se obró el milagro: un edificio público capaz de hipnotizar al ocasional visitante y enorgullecer al vecindario.

Lo ha cambiado todo

Su presencia lo ha cambiado todo; ha aportado un motivo para visitar la zona de Cala de Bou a gente que antes nunca se le había pasado por la cabeza acudir. Los bares y restaurantes, incluso en invierno, trabajan con más alegría cada vez que sucede algo potente en Caló de s’Oli.

Las lacras previas siguen presentes y la ruina que aguarda bajo tierra aún se mantiene. A veces la pestilencia viaja en ráfagas de viento desde el emisario hasta las gradas, rampas y plataformas que configuran el edificio, y hace unos días asistimos a un nuevo vertido, que provocó que la plaza vanguardista degenerara en un escenario apocalíptico. Bajo una de sus alas incluso se camufla una estación de bombeo de la red de alcantarillado. Y aún así, el lugar nos sigue pareciendo maravilloso. Para que luego digan que las cosas nunca cambian. O tal vez estemos frente a un espejismo; la excepción que confirma la regla.

El paseo, la siguiente etapa


El próximo paso en la evolución de Cala de Bou, si llega a hacerse realidad, pues avanza con exasperante lentitud, será la instalación de un paseo marítimo sin impacto visual, que unirá Port des Torrent con Cala Gració; es decir, todo el litoral de la bahía de Portmany. Su rasgo característico más importante será tan esencial como invisible: bajo la tarima que cubrirá el recorrido se instalará una nueva red de alcantarillado en sustitución de la actual, sexagenaria y parcheada hasta la saciedad. Pero, además, convertirá Cala de Bou justo en lo contrario de lo que es ahora: un enclave atractivo para pasear junto al mar y practicar deporte. Hasta es posible que, al alimón de estos cambios, el barrio por fin se ponga en marcha e inicie un proceso serio de renovación.

Xescu Prats es cofundador de www.ibiza5sentidos.es, portal que recopila los rincones de la isla más auténticos, vinculados al pasado y la tradición de Ibiza

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