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Las islas Pevise y Firmentara en los mapas del Imperio Otomano

A lo largo de la Historia, la isla de Ibiza ha recibido distintos nombres: Pithiuse, Ibossim, Aivis, Ebissvs, Ebusus, Insula Augusta, Yabisah, Yviça, Ivica, Ybica, Yviza, Iviza, Iuiza, Ivissa, Ibiza, Pitiusa, Ibiza… Quizás uno de los menos conocidos sea el de Pevise, nombre con el que aparece en los mapas del Imperio Otomano, concretamente en el ‘Libro para navegantes’ del corsario, cartógrafo y, finalmente, almirante de la flota otomana Muhyi al D-in Pirî Reis

Galeota turca, Museo Navalde Madrid.

El conocimiento de los mares y del arte de la navegación de altura ha constituido siempre una necesidad para los pueblos de tradición marítima. Situarse con precisión en la mar, conocer sus vientos, sus corrientes, sus costas y sus peligros, ha sido siempre el mayor anhelo de los hombres de mar. En la Edad Media no existían las cartas náuticas tal y como las conocemos hoy en día. Los mapas, los portulanos, los islarios o cualquier otro papiro en el que se describieran las rutas marítimas, las costas y sus peligros eran considerados como un auténtico tesoro por marinos y pescadores.

Tras el descubrimiento del Nuevo Mundo, en 1492, la cartografía adquirió una importancia extraordinaria para las monarquías de la época, llegándose a convertir en una verdadera herramienta política y estratégica. Por lo que, desde entonces, se intensificó el control sobre la información geográfica. Los mapas se mantenían ocultos, e incluso se introducían errores a propósito para confundir a países rivales o para no desvelar nuevos descubrimientos.

En España, la Casa de la Contratación de Indias, creada en 1503, fue la que ejerció el control sobre la cartografía, en nombre de la Corona. Allí, un equipo de pilotos y cartógrafos, coordinados por el Piloto Mayor, se encargaba de dibujar y mantener al día el Padrón Real, que era el mapa o carta náutica principal del Reino, que se iba completando, corrigiendo y actualizando continuamente con la información de los que regresaban de las expediciones.

Galeota egipcia. Museo Naval de Madrid.

Mientras tanto, en el otro extremo del Mediterráneo, el Imperio Otomano, en pleno apogeo por el impulso de Selim I y Solimán el Magnífico, se expandía por el Mediterráneo Oriental. Los marinos y comerciantes turcos recorrían el Mar Negro, el Mar Rojo, el Océano Indico y se aventuraban en los mares de la China.

Al sur de la península Ibérica, el corsario turco Kemal Reis y su sobrino Pirî Reis se benefician de la Guerra de Granada, entre los Reyes Católicos y el Reino Nazarí, para enriquecerse ayudando a escapar y trasladar nazaríes desde las costas de Granada hasta el norte de África. Finalizada la guerra, invernan en los puertos de Argel, Túnez y Bona, y efectúan ataques sobre las costas de Valencia y Menorca, y abordan los barcos que navegan por las aguas del levante español y de las Baleares.

En aquellos años, Pirî Reis aprovecha sus navegaciones corsarias para tomar apuntes y dibujar mapas de los lugares que visita, y se apodera también de los mapas que encuentra en los barcos españoles y portugueses que asalta.

Con toda esta información recopilada a lo largo de años y años en la mar, con todo ese conocimiento, Pirî Reis acabará produciendo una obra fascinante para su época: el ‘Kitab-i Bahriye’, ‘Libro del Mar’ o ‘Libro de los Navegantes’. El primer derrotero náutico de la historia de la navegación. Un auténtico atlas, eminentemente práctico, que recoge los principios de la navegación y los conocimientos geográficos de la época, y que sirvió para que las galeras de la Sublime Puerta y los corsarios del norte de África recorrieran el Mediterráneo.

Pirî Reis escribió su ‘Kitab-i Bahriye’ en dos ocasiones. La primera versión, en 1521, la escribió para dar a los navegantes otomanos un instrumento práctico para navegar por el Mediterráneo. Estaba convencido de que las palabras vuelan y los escritos permanecen. Se trataba de una colección de mapas estéticamente pobres, con escuetas descripciones, pero muy útiles. Eran los que se llevaban en los barcos otomanos que recorrían el Mediterráneo.

Portada del ejemplar que se conserva en la biblioteca de la Süleymaniye de Estambul. Número de registro Aya Safia 2612.

La segunda versión, mucho más elaborada y perfecta, la creó entre 1525 y 1526, para ofrecérsela como regalo al sultán Solimán el Magnifico. En ella, los dibujos fueron reproducidos por calígrafos oficiales, por lo que se mejora muchísimo la calidad de las ilustraciones. Se conservan ejemplares en algunos museos y universidades europeas, como por ejemplo en la Biblioteca de la Facultad de Letras de la Universidad de Estambul o en la Universidad de Bolonia.

La descripción de Pevise

El mapa y la descripción de las islas de Pevise y Firmentara que incluimos a continuación pertenecen al ejemplar que se conserva en la biblioteca de la Süleymaniye de Estambul, con el número de registro Aya Safia 2612. La traducción se ha obtenido de la reproducción del ‘Kitab-i Bahriye’ efectuada por la Fundación Iberoamericana para el Fomento de la Cultura y ciencias del Mar en 2007: «Esta isla pertenece al rey de España. Su Extensión es de 140 millas de perímetro. Su ciudad más importante está situada al suroeste. Delante la ciudad está el puerto. En el extremo del puerto también se encuentran dos islotes. Uno de ellos está a la entrada del puerto. En el lado noreste solo los barcos pequeños pasan por haber bajos. Los barcos grandes pasan por el suroeste cuando entran en el puerto. Atan las amarras enfrente del lado de la torre de la fortaleza y echan el ancla al este, donde hay seis brazas de agua.

El mejor lugar para anclar es la base de la montaña que está en el lado noreste, es el lugar más seguro del puerto. Sólo hay dos millas del castillo al lugar de fondear.

Del puerto de Pevise, a Firmentara hay once millas dirección sur-sureste. Firmentara es una isla alargada hacia el sur-sur-este, y de ancha tiene unas dos millas. Tiene un buen lugar para fondear en el lado hacia el oeste. A este fondeadero le llaman Salanur. Aquí, al contrario del oeste, está el cabo que llaman Rukadi Fontoliye. Cerca de él hay una torre con vigías. El cabo Tuzla está a cinco millas opuesto a la torre, y estas cinco millas forman un estrecho canal, y en él es un buen lugar para anclar las barcas, donde los arrecifes están separados. Los barcos que deben ir encima de ellos no deben dejar de prestar atención, deben ser evitados.

Mapa de Pevise y Firmentara. Biblioteca de la Süleymaniye de Estambul. Kitab-i Bahriye, número de registro Aya Safia 2612.

Hay una salina en la isla de Pevise opuesta al canal mencionado anteriormente. En esta salina hay un muelle. Los barcos cargan sal. Es una salina muy conocida y cincuenta o sesenta barcos al año cargan sal allí. Por causa de ella trabajan cautivos turcos y árabes en esta salina. Es muy difícil conocer la cantidad de cautivos que trabajan allí. Después, cuando se pasa a lo largo de esta parte, hacia el oeste de esta salina, en el noroeste hay una pequeña isla elevada. A esta isla la llaman Vidi Ram. Al lado de este pequeño islote hay otro pequeño islote. Delante de ella se encuentran tres islotes más: entre estos es un buen lugar para parar. Tres millas enfrente de ellos, es decir, en la isla de Pevise, hay un puerto. A este puerto llaman Porto Mano. Encima de él hay una iglesia. A esta iglesia llaman San Antón. Este es un buen puerto. Los barcos fondean al ser un buen sitio para todos los vientos, es un buen puerto.

Porto Balsid está cerca de este puerto en el lado noroeste. Pero, de Porto Mano, Porto Ras está a tres millas al noreste-este.

Hay que saber que encima de este camino se encuentra un escollo que llaman isla Tagu Mano. Encima de este promontorio hay un buen lugar de vigilancia, desde allí el vigilante domina el lado este.

Después de Tagu Mano, Izile Santa Olarya está a quince millas al noreste. Esta isla de Santa Olarya es un buen puerto, pero conviene anclar al este-sureste a una milla y media hacia el lugar llamada Santa Olarya porque se encuentra un bajo fondo. Además, allá hay un río donde se puede entrar. En cada orilla del río hay molinos. De este lugar se baja hacia la ciudad de Pevise hacia el suroeste. Así lo conocí. He aquí todo».

Galera Sultana del Imperio Otomano. Museo Naval de Tolón.

Como se puede observar, ni el mapa ni la descripción son comparables a los derroteros y a las cartas náuticas digitales con las que navegamos en la actualidad; pero para un corsario berberisco del siglo XVI era una información valiosísima para poder navegar con seguridad por nuestras aguas.

Muhyi al-Din Pirî Reis nació en la provincia turca de Gelibolu, muy posiblemente en la ciudad de Gallipoli, hacia 1465. Comenzó su vida en la mar navegando por el Mediterráneo con su tío, el temido corsario Kemal Reis. Más tarde, alrededor de los cincuenta años de edad, siguiendo los pasos de su tío Kemal, entró a formar parte de la marina de guerra otomana de Selim I. Participó en diversas campañas militares, como por ejemplo en la expedición que sitia y conquista la isla de Rodas, en Egipto y en África del Norte.

Sin cabeza

En 1547, cuando rondaba más ochenta años de edad, es nombrado almirante de la flota de Egipto y la India, que tenía como misión el control de los navegantes lusitanos. En 1552-1553 emprende una expedición al Golfo Pérsico, en la que conquista algunos castillos en manos portuguesas, pero en los enfrentamientos con las naves lusitanas sufre descalabro tras descalabro. No siempre ser un brillante intelectual es garantía de ser un buen comandante militar.

A su regreso a la ciudad de El Cairo, 1553, cuando contaba con la edad de ochenta y siete u ochenta y ocho años, es sometido a juicio por los repetidos fracasos en la guerra contra los portugueses y es mandado decapitar por el gobernador de Egipto, Alí Bajá. Así acabo el mejor cartógrafo del Imperio Otomano. ¡En aquella época no se andaban con chiquitas!

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