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Coses nostres

El equilibrio del cormorán

La tendencia al alza de sus poblaciones justifica que el cormorán moñudo baje de la categoría de especie amenazada para ser calificada de preocupación menor en el Llibre Vermell dels Vertebrats de les Illes Balears, aunque se señala la necesidad de un estudio sobre las capturas accidentales de ejemplares en las Pitiusas

Cormorán adulto fotografiado en la bahía de Sant Antoni. CAT

La situación general no resulta muy prometedora para la supervivencia de la mayor parte de las poblaciones de aves marinas del Mediterráneo. Es el grupo de aves más amenazado del planeta, que suma la destrucción y alteración de las costas, la masificación del litoral, la contaminación de los mares y los efectos colaterales de la pesca –todo ello en sus múltiples formas– para conformar un panorama nada fácil para la conservación de especies. Y sin embargo, aunque con reservas, también en este grupo maltratado pueden darse buenas noticias. 

En esta ocasión, la noticia esperanzadora es un cambio en la categoría, en el nivel de amenaza, de un ave muy familiar y habitual en las costas de Ibiza y Formentera, el cormorán moñudo, el corb marí (Gulosus aristotelis), que cuenta con notables colonias en s’Espardell, s’Illa des Penjats y s’Espartar. En la última revisión del Llibre Vermell dels Vertebrats de les Illes Balears, publicado este año, ha pasado a ser una especie de preocupación menor a nivel balear (antes era considerada vulnerable). Es decir, ya no se considera en riesgo de extinción.

En la ficha de esta especie se recomienda mejorar el censo del cormorán, principalmente en Mallorca y en las Pitiusas, donde también debería llevarse a cabo «un estudio específico de las capturas accidentales con artes de pesca».

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Se señala en el trabajo que «Ibiza y Formentera mantienen una población al alza en los últimos veinte años», aunque se tiene en cuenta que en la tendencia que revelan las cifras puede contribuir también una mejora de las prospecciones. En este sentido, en la ficha de esta especie se recomienda mejorar el censo del cormorán, principalmente en Mallorca y en las Pitiusas, donde también debería llevarse a cabo «un estudio específico de las capturas accidentales con artes de pesca». Propone gestionar las áreas en las que se usan morunas, redes y otras artes de enmallamiento para alejar esta actividad de las concentraciones de cormoranes, «particularmente en áreas protegidas, donde incluso se tendrían que prohibir». Estas actuaciones propuestas revelan el gran peligro que las capturas accidentales de la pesca suponen no solo para cormoranes sino también para otras aves marinas buceadoras como la pardela balear y la cenicienta; esta es hoy una preocupación de primer orden para expertos de todo el mundo, unida en Balears a la reducción de colonias por la brutal urbanización y la masificación del litoral. 

Cormorán adulto fotografiado en la bahíade Sant Antoni. CAT

Respecto al censo de la especie Gulosus aristotelis (antes Phalacrocorax aristotelis), lo cierto es que el último se llevó a cabo en el año 2006, cuando se censaron 157 parejas en Ibiza y 224 en Formentera, por lo que sería adecuado realizar un nuevo recuento para corroborar los datos y mantener la información actualizada, teniendo en cuenta que se trata de un ave difícil de censar por las fluctuaciones que muestran sus poblaciones reproductoras.

Por otra parte –y por apuntar una nota positiva que contrarresta en alguna medida las amenazas constantes en este mundo en equilibrio– el cormorán moñudo es un buen ejemplo del efecto reserva, una especie que se ha beneficiado de la efectividad de las reservas naturales de las islas; una mayor densidad de peces en las zonas donde la pesca está limitada beneficia también a las aves marinas que, asimismo, disfrutan de la ausencia de la presión humana en muchos de los islotes en los que anidan, donde, al pasar a ser reservas, el desembarco está prohibido. 

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