El avistamiento de cualquier avión o barco durante la Guerra Civil era inmediatamente informado al puesto central de cada una de las islas y al de Mallorca. Esto podía representar que el buque sospechoso fuese abordado y capturado, junto con su carga, por un barco de la flota de guerra nacionalista. Dicha red de acecho se empezó a organizar en Ibiza a mediados de 1937 y para su coordinación a nivel de comunicaciones se aprovecharon las líneas telefónicas y telegráficas existentes en la isla, que se ampliaron durante la guerra, instalándose unos 72 km. de cableado telefónico para unir los diferentes servicios y puestos militares.

De los ocho puntos de observación de los que inicialmente iba a estar formada, se pasó unos años después a trece incluyendo puestos de observación en la Conillera y Tagomago, así como varios centros de enlace en las principales poblaciones de la isla. Todos ellos estaban conectados por radio o fundamentalmente por teléfono, pudiendo llegar a utilizarse el de las instalaciones militares cercanas. El enlace entre Ibiza y Formentera se hacía por radio, aunque se disponía de un enlace óptico por si se producía un error en el primero. Hay que destacar que, al menos hasta mediados de 1938, el personal encargado de estos puestos pertenecía a las milicias ciudadanas y no fue hasta mediados de ese año que se enviaron instructores desde Mallorca para formarlos adecuadamente.

Acabada la guerra civil este servicio de control se siguió manteniendo controlada por la red de artillería de Defensa de costas y la aeronáutica, pero con un objetivo diferente: el control de los barcos y aviones, fundamentalmente aliados, durante la Segunda Guerra Mundial. Pese a la posición no beligerante de España en dicha contienda, la predisposición del régimen hacia sus antiguos aliados en la guerra era más que evidente, así como, a medida que el signo de la contienda iba cambiando de bando, el miedo a un posible desembarco aliado.

Hay que señalar que, a pesar de su acercamiento a las potencias del Eje, no había una confianza absoluta en ellas. En marzo de 1940 el general Alfredo Kindelán, comandante general de las Balears, visitó a Mussolini en un viaje privado que realizó a Italia. Allí supo de un plan de campaña del Estado Mayor francés para hacerse con el control de, como mínimo, una de las islas Balears. Kindelán, a pesar de la advertencia, sospechaba que Italia también tenía un plan similar. Si a esto añadimos el poco respeto a los países neutrales por parte de los beligerantes si eso iba en contra de sus intereses, tal como se había visto en Dinamarca y Noruega, la situación era claramente preocupante.

Si nos centramos en Ibiza, ésta era sin duda la peor defendida y con el peor artillado de las Balears al inicio de la II Guerra Mundial. Las baterías eran escasas y todas ellas anticuadas, y, al parecer, incluso se llegaron a instalar cañones de madera en Punta Arabí y en es Corb Marí que poca utilidad práctica podían tener en caso de un ataque real, pero que podían engañar al enemigo sobre la potencia real de fuego si éste se basaba en las fotografías aéreas tomadas en esos puntos.

Agresión extranjera

Agresión extranjera

Un ejemplo de las tendencias germanófilas del nuevo régimen lo podemos ver en las órdenes enviadas al servicio de escuchas del batallón de transmisiones una vez acabada la guerra civil. Su nuevo objetivo era localizar estaciones de radio francesas y británicas, sin embargo, a pesar de la importancia de este tema, en el presente artículo nos limitaremos a hablar sobre la observación. Ésta dependía de la tercera sección (Información) del Alto Estado Mayor, organismo que fue creado el 30 de agosto de 1939 con la misión de coordinar la actuación de las Fuerzas Armadas en el caso de agresión de una potencia extranjera.

En Ibiza la red de observación estaba formada por las baterías costeras y de la defensa contra aviones (D.C.A), que observaban tanto el campo marítimo como aéreo en la isla y comunicaban la información a la sede central en Ibiza que a su vez se encargaba de retransmitirlo a Mallorca. Pronto se vio la necesidad de una mayor especialización del personal de los puestos de observación y se les hizo una intensa instrucción que incluía: entrenamiento de vista y oído, conocimiento de las siluetas y de las características particulares de barcos y aviones extranjeros. En algunos casos la similitud entre algunos aviones de diferentes nacionalidades podía llegar a confusión, con lo que en agosto de 1945 se enviaron las características y diferencias entre los aviones británicos y franceses que al parecer eran frecuentemente confundidos.

En cuanto al personal encargado de la misma, sabemos poco de él, pero podemos señalar que, al menos en 1943, el puesto estuvo a cargo del alférez Alfonso Guarner, al que sustituyó en octubre de ese año y hasta abril de 1944 el teniente Antonio Rigo Cabrera. A partir de esa fecha la red estuvo al cargo del teniente Galo Herraez Canales. No sabemos la fecha en que dejó de estar activa, pero en julio de 1946 la red todavía estaba en funcionamiento al mando del cabo primero Juan Ramón Torres.

Para una red de este estilo, unas buenas comunicaciones son imprescindibles, pero, sin embargo, tenemos que señalar que, al menos en el año 1941, las comunicaciones telegráficas con Ibiza eran muy problemáticas y tenían que hacerse a través de la estación de radio de la red permanente, que se encontraba ubicada en el Castillo en Ibiza y que utilizaba el indicativo ECE. Durante la Guerra Civil utilizaba el indicativo EGY, hasta la instalación definitiva de la estación en marzo de 1939, fecha en la que se empezó a utilizar el indicativo ECE. A partir de 1948, usaría el indicativo CGI.

Como ejemplo de las malas comunicaciones tenemos el aviso que recibió el comandante militar de Ibiza el 19 de julio de 1941, comunicándole la celebración de una recepción de autoridades que iba a celebrarse el día anterior. A pesar de que durante la guerra ya había habido una instalación previa, la instalación definitiva de la nueva estación se hizo en junio de 1940, al menos eso se desprende de un informe de la Jefatura de Transmisiones de Balears de esa fecha.

Además de ésta, existía una estación denominada radio reserva que estaba en una casa aislada cercana al km 3 de la carretera Ibiza-Sant Antoni. La ubicación no era gratuita, estaba pensada para encontrarse fuera del radio de acción en el caso de un supuesto bombardeo sobre la capital. En su momento se pretendió la instalación de esta última radio en la Casa Moncada de Puig des Molins, pero se descartó por estar demasiado cerca de posibles objetivos militares. En cuanto a las comunicaciones con Mallorca, se indicaba la fuente de la observación enmascarándola con un número que correspondía al puesto de observación.

A la red existente hasta ese momento se añade en septiembre de 1943 un puesto de observación en Xarraca gestionado por la Guardia Civil de costas con conexión por teléfono y aproximadamente un año después, en Julio de 1944, se instalaron dos más en Tagomago y sa Conillera para completar la red de observación de Ibiza y Formentera. Estas dos se comunicaban con el puesto central con dos estaciones de radio de 2W, probablemente estaciones Lorenz que eran las mayormente utilizadas en Balears. Como elementos auxiliares, además de prismáticos, se utilizaban álbumes de siluetas de buques de guerra y de aviones confeccionados por el servicio de información del ministerio del aire, de los cuales se enviaron a Ibiza diez ejemplares en noviembre de 1943. El número era claramente insuficiente, y una señal clara de la precariedad y falta de recursos del Ejército en esa época, tal como se señala en un informe de marzo de 1944, en el que se indica que para las baterías y puestos de observación de Ibiza eran necesarios 9 de siluetas de barcos y 19 de aviones.

La falta de recursos que afectaba a todo el ejército en esa época, lo hacía también a los puestos de observación, algunos de los cuales no disponían ni de prismáticos. En agosto de 1943 ya se hizo constar la falta de recursos de la red y la necesidad de dotar de medios a la observación nocturna como fonolocalizadores y reflectores de los que no se disponía. Como comprobación de que lo anterior era muy cierto, solo hace falta ver la relación de material de que disponía el Puesto Central de Información de Ibiza el primero de septiembre de 1944. Aparte de los diez libros de siluetas de buques de guerra y un libro de siluetas de aviones, se disponía tan solo de ocho prismáticos, de los cuales seis estaban en mal estado.

Control de aviones

Control de aviones

De los puestos de vigilancia se obtenía información de todos los pasos de aviones por encima de la isla, ya que estos estaban ubicados de manera que era muy difícil que un avión pudiera pasar sobre las islas sin ser detectado. En una reunión de los máximos representantes de las tres armas en agosto de 1943 en la Capitanía General de Balears, se hizo constar que el sistema de puestos de vigilancia funcionaba bien a pesar de los precarios medios con los que se disponía, y que los aviones que pasaban por las islas no parecían hacerlo con intención de vigilancia, ni de foto reconocimiento. La importancia de este último punto es evidente, cualquier posible desembarco o acción ofensiva iría precedido de una serie de acciones de fotoreconocimiento para determinar los puntos a atacar y realizar planos de las defensas.

También se advertía que, en el caso de detectar la presencia de varias naves, o de buques que llevasen las luces apagadas o se acercasen demasiado a la orilla, se aumentaran las precauciones y se avisara inmediatamente para determinar la acción a realizar. A partir de agosto de 1943 se pone todo el sistema en alerta y se aumentan las precauciones, no hay que olvidar que en un mes antes se había producido el desembarco aliado en Sicilia, que se sumaba a una serie de reveses para las fuerzas alemanas que había empezado en noviembre del año anterior con la invasión del norte de África y el cerco del VI Ejército alemán en Stalingrado.

Las restricciones de vuelo sobre las islas eran muy estrictas, las instrucciones dadas al arma antiaérea eran las siguientes: «Cuando después de recibir aviso de la Red de Observación se advierta que el avión anunciado se encuentra al alcance de las piezas se le hará fuego eficaz desde el primer disparo teniendo en cuenta que todo el Archipiélago es zona prohibida de vuelo y que por su situación no cabe confundirla por los aparatos que vuelen sobre estos mares». En una orden posterior de octubre de ese mismo año se matiza el tema de los disparos, señalando que primeramente se harían dos descargas delante y a la izquierda del avión y en el caso de no atender a los avisos se dispararía directamente sobre él.

Disparos de advertencia

Disparos de advertencia

Las órdenes de restricciones de vuelo sobre las islas no eran una baladronada, tal como pudieron comprobar unos aviones americanos que pasaron por encima de Menorca el 26 de junio de 1944 y que recibieron sendos disparos de advertencia por parte de los antiaéreos. Sin embargo, a pesar de la aparente firmeza, en realidad la situación no era demasiado optimista. No se disponían en las Balears de aviones modernos capaces de rechazar a los aparatos que pudieran estar volando por encima del espacio aéreo restringido.

Al año siguiente de acabada la guerra, en agosto de 1946, vemos los primeros signos de la pérdida de importancia de la red de acecho. Ésta ya había cumplido con su labor y se devolvieron los 9 libros de siluetas de buques a la 2ª Sección del E. M. y los 10 prismáticos procedentes del Puesto Central de Observación son entregados al destacamento nº. 5 de Artillería de Ibiza. No sabemos cuánto tiempo más estuvo activa, pero es probable que solo lo hiciera como entrenamiento del personal. Su tiempo ya había pasado.