Aunque no siempre ha dado con la pócima del éxito en un juego como el fútbol, que se caracteriza por su absoluta falta de certezas, el alquimista Pablo Alfaro se distingue por inocular sueños en los habitantes de las ciudades en las que ha entrenado desde que colgó las botas en 2007.

Después de cerrar su prolífica etapa como enérgico defensa central en la 'Liga de las estrellas', el zaragozano Pablo Alfaro (26-04-1969), médico de profesión, comenzó una trayectoria en los banquillos que ha estado marcada por varias tentativas, truncadas hasta ahora, para ascender de categoría con algunas de las escuadras a las que ha dirigido.

Con la UD Ibiza disputará desde el sábado su cuarta fase de ascenso a Segunda División, después de haberlo intentado, sin premio, con el Pontevedra, el Leganés y el Mirandés.

Con los gallegos comenzó su etapa como entrenador en la temporada 2009-10. Fue su primera experiencia en los banquillos y el maño debutó a lo grande, aunque sin la recompensa del ascenso. Cogió al equipo pontevedrés en mitad de la tabla, tras su incorporación en noviembre, y logró clasificarlo para los play-off en una agónica recta final de Liga en la que consiguió desbancar al Alavés de la cuarta plaza. El cuadro gallego superó la primera eliminatoria frente al Real Oviedo (2-1 y 1-2), pero cayó en la semifinal contra el Alcorcón en un encuentro de vuelta marcado por una polémica actuación arbitral que todavía maldicen los aficionados de Pasarón (0-0 y 3-0).

El prometedor estreno de Alfaro fuera del rectángulo de juego le sirvió para firmar con el Recreativo de Huelva, en Segunda División, pero fue destituido después de sumar 4 puntos en las ocho primeras jornadas de Liga. El camino se hace al andar, y para el instruido y cortés zaragozano la carrera como entrenador no había hecho más que comenzar.

El ejercicio siguiente, 2012-13, volvió a brillar conduciendo al modesto proyecto del Leganés hasta los puestos de honor en Segunda B y finalizó como subcampeón del grupo. Para su desgracia, el cuadro pepinero se despidió en el descuento de la primera ronda con el Lleida, en un final «demasiado cruel», según reconoció un emocionado Alfaro en la rueda de prensa posterior a la eliminación (2-1 y 1-1). Ese verano puso a fin a su etapa en tierras madrileñas para firmar por el Huesca y estar más cerca de los suyos. Y para seguir sumando experiencias como técnico en la división de bronce.

Los malos resultados deportivos y la impaciencia de los clubes marcaron sus siguientes dos campañas. Fue cesado del conjunto oscense tras obtener cuatro puntos de 15 posibles y en Marbella fue el segundo de los tres entrenadores que pasaron por el banquillo durante el curso 2014-15. Allí no había margen de error.

El excapitán del Sevilla no volvió a dirigir un vestuario hasta marzo de 2017, cuando cogió las riendas del Mirandés, que ocupaba la última posición en la Liga 1/2/3. El aragonés no pudo evitar el descenso, pero la temporada siguiente hizo campeón del Grupo II al conjunto burgalés. Tampoco se produjo el final esperado y fue destituido después de sufrir una doble eliminación, primero en la ronda de campeones ante el Mallorca y después en la repesca frente al Extremadura.

Crecimiento como celeste

Finalmente, en febrero del año pasado tomó las riendas de la UD Ibiza en sustitución de Andrés Palop. En sus primeros meses aupó al equipo ibicenco hasta la sexta plaza en su debut en la categoría, dentro del Grupo IV, logrando la clasificación para disputar la Copa del Rey. Un torneo que pasaría a engrosar la historia del fútbol ibicenco el pasado invierno, después de que los celestes eliminaran al Albacete y se midieran en un abarrotado Can Misses al FC Barcelona. Una noche mágica que se prolongó durante la competición doméstica, donde la escuadra ibicenca fue de menos a más y en el momento del parón ocupaba la segunda plaza a solo dos puntos del Atlético Baleares tras derrotarle en tierras mallorquinas.

Alfaro ha demostrado al frente del cuadro isleño tener un gran manejo táctico para encontrar un equilibrio entre la defensa y el ataque. De hecho, la UD Ibiza llega a la Costa del Sol como el equipo que menos goles ha recibido de los 16 candidatos al ascenso, con 18 tantos en contra en 28 jornadas disputadas en el Grupo I de Segunda B.

El exfutbolista ha sacado rédito de sus múltiples variantes tácticas, exprimiendo todo el jugo a sus pupilos, y la pizarra del alquimista aragonés ha servido para desatascar encuentros ajustados durante la campaña interrumpida a comienzos de marzo.

También ha conseguido Alfaro mantener enchufados a la mayoría de los futbolistas de su plantilla, repartiendo minutos y respetando las buenas actuaciones de los menos habituales. Tanto es así que 15 integrantes del plantel celeste superan el millar de minutos esta temporada.

Alfaro ha sumado experiencias, conocimientos, éxitos y fracasos durante esta década en los banquillos, y con la UD Ibiza pretende reivindicarse a título personal, lograr esa maravillosa transmutación que significa la alquimia y hacer historia en la isla.