La radiante felicidad que se desprendía del rostro de la karateca ibicenca Cristina Ferrer, tras conseguir colgarse este fin de semana con la selección española la medalla de bronce en el Mundial por equipos, ha pasado a transformarse en un amargo disgusto personal difícil de compensar. Y no es para menos, ya que la deportista del Samyd perdió ayer tarde su preciado trofeo al ser víctima de un robo en su coche cuando se encontraba realizando unas compras en una gran superfice comercial ubicada en Puig d'en Valls.

«Tuve un pequeño descuido y me dejé el coche abierto en el parquin del supermercado mientras realizaba unas compras. Al regresar vi que me habían robado mi mochila de kárate, en la que llevaba el karategi, el cinturón, documentos de las clases de kárate, unos 300 euros y la medalla del Mundial», explicó Cristina Ferrer, quien se mostró bastante apesadumbrada por la pérdida de su galardón mundialista.

«Perder la medalla es para mí un disgusto muy grande por el importante valor sentimental que tiene. He preguntado en el supermercado por si había cámaras de seguridad que vigilaran el parquin, pero nada, por lo que he puesto una denuncia en la policía, a ver si hay suerte», indicó la deportista del Samyd.

Ante tan dolorosa pérdida, Cristina Ferrer se mostró compugida y resignada, aunque trató de ser positiva, consolándose con la posibilidad de que, en caso de que no aparezca finalmente su medalla, la Federación Española de Kárate pueda facilitarle pronto una réplica de la misma.

«Ahora mismo esto es un palo para mí, pero, bueno, el presidente de la Federación Española me ha dicho que esté tranquila y que me van a hacer un réplica, por si acaso no apareciese la de verdad», matizó la karateca.

Confianza en la buena voluntad

Confianza en la buena voluntadCristina Ferrer quiso hacer un llamamiento a la persona que pudiese encontrarse en posesión de su medalla para que le haga el favor de devolvérsela de algún modo apelando a su buena voluntad.

«La medalla no tiene ningún valor material ni se puede vender ni le va a servir a nadie para nada. Sólo posee un valor sentimental para mí. Por eso, me gustaría pedir que me la hagan llegar de alguna manera, que la dejen en la Policía Nacional, que la entreguen en el gimnasio del Samyd de Sant Antoni o en el de la calle Felipe II, en Ibiza», solicitó, sin poder ocultar cierta angustia, Cristina Ferrer.