«Tenemos que cambiar nuestra cultura poco a poco. Si lo hacemos, el futuro será más alentador», contesta Juan Carlos Álvarez Campillo cuando se le pregunta por su visión a largo plazo sobre el estado de las cosas del deporte español. En una época de «éxitos y resultados espectaculares se tiene que lidiar con recortes de todo tipo». Tras la fiesta y el desfase económico de muchas federaciones, llega la dura resaca. Él, que ha trabajado para el COE, considera «que, afortunadamente, hay muchos exdeportistas en puestos directivos, que tienen una sensibilidad especial. Los que mandan y no han competido se están teniendo que adaptar poco a poco». ¿Y Madrid 2020? «Creo que el proyecto tiene bases sólidas, pero se está fallando en cómo se está vendiendo a la gente: creo que no tiene el apoyo social deseado».

´Fergie´ y ´Mou´: Jekyll y Hyde

Según el psicológo astur, «un buen dirigente deportivo debe huir de la inmediatez». «Los resultados no llegan en dos días, si no hay planificación ni visión (y no la ha habido en muchos casos en España), no vamos a ningún lado». Lo afirma sabedor de las marchas de Alex Ferguson y José Mourinho de sus respectivos clubes (Manchester United y Real Madrid), a los que toma como ejemplo: «A Mourinho le considero un gran entrenador, pero no un líder. Una persona con liderazgo es esa que, cuando se marcha de un lugar, deja una herencia. ¿Qué deja él en el Madrid?».

Una vez introducido en el ámbtio del coaching, Álvarez Campillo perfeccionó conocimientos en el grupo Marshall Goldsmith (Londres). Ha mamado el amor que profesa el ciudadano británico hacia el deporte. «Están tan acostumbrados a que los entrenadores, los que planifican el equipo, se mantengan tanto tiempo en un club por una cuestión de respeto y agradecimiento. Solo así se puede entender la ovación que se llevó Ferguson cuando se despidió de Old Trafford. Siendo mucho más fríos que nosotros, resultan más cariñosos en este tema», elucubra.

«La tolerancia es fundamental en el deportista», confirma decidido. No es extraño. Tanto le apasiona lo British que también es un loco del rugby. A la entrevista aparece ataviado con un polo conmemorativo del Mundial que ganó Nueva Zelanda en su archipiélago en 2011. Las banderas de las 16 naciones participantes, bordadas en la espalda.

El milagro del rugby

«Lo que ocurre en el terreno de juego no tiene precio. Ves a una treintena de monstruos dándose cera, pero sin ánimo de hacerse daño. Solo hay que ver cómo se trata al colegiado», enumera el del Principado, que lo practicó en su juventud y entrenó a equipos de categorías inferiores de baloncesto. «Me retiré del rugby cuando vi que no lo podía compaginar con el baloncesto. ¡No era plan ir pidiéndole al otro técnico todos los fines de semana que entrenara a los críos sin mí!».