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Nicolás Casariego, escritor, autor de 'Rayografía': "La modestia no está de moda hoy en día. Ni en el fútbol ni en nada”

A la lista de escritores que han convertido el fútbol en materia literaria se suma ahora Nicolás Casariego (Madrid, 1971), que siendo madridista se ha volcado en seguir al Rayo Vallecano para retratar con palabras lo que este club modesto representa

El escritor y guionista Nicolás Casariego.

El escritor y guionista Nicolás Casariego. / José Luis Roca

En otro tiempo, en este país, era muy difícil encontrar a gente que aceptara el fútbol como materia literaria. Quizá Antonio Valencia, que comparaba el balompié con el ejercicio acústico propio del vaivén de las orquestas, fue el único héroe literario de la posguerra.

Hasta que, en torno al inicio de la Transición, escritores que amaban el fútbol (como Juan García Hortelano o Juan Marsé o Francisco Brines o Gonzalo Suárez) empezaron a escuchar las propuestas de dos periodistas tocados también por la pasión literaria y se hicieron parte de lo que ahora es un mundo del que no escapa la literatura.

Aquellos periodistas, entre otros, eran Julián García Candau y Alfredo Relaño, figuras de la redacción de El País. Relaño sigue vinculado al As, que dirigió, y donde también ha cultivado su relación literaria con el fútbol; él forma parte del muy amplio elenco de escritores de fútbol, que ahora coexisten con escritores como Ignacio Martínez de Pisón, Ramón Besa, Emilio Pérez de Rosas, Manuel Jabois o el ya citado Gonzalo Suárez. Este último, escritor y cineasta, es el más veterano de todos ellos. A él se le deben, con el seudónimo de Martin Girard, muchas de las mejores páginas de la literatura del fútbol en España, escritas en su caso cuando aún en este país tan solo descollaba, en este ámbito, lo que habían enseñado, sobre todo, aquellas metáforas del veterano Antonio Valencia.

A esa lista se suma ahora un escritor y guionista, Nicolás Casariego (Madrid, 1971), que se empeñó, siendo madridista, en volcarse en el seguimiento de un equipo señero de las categorías medianas del fútbol español, el Rayo Vallecano. A él se debe Rayografía (Debate), la consecuencia de su deseo de saber cómo el Rayo Vallecano ha consolidado su relación con una afición cada vez más fiel, a la que él se ha unido no sólo para escribir este libro, sino para entender el fenómeno que marca la historia del singular equipo del barrio más castizo de la capital de España.

Casariego es novelista, autor de Cazadores de luz, finalista del Nadal de 2005, y ha escrito también Antón Malick quiere ser feliz y Carahueca, que se corresponde con la novelización de la película Intruders, dirigida por Juan Carlos Fresnadillo. Su guion de La sociedad de la nieve, dirigida por Juan Antonio Bayona, ha sido nominado a los Goya de este año.

De todo lo que hace, y de lo que ha hecho, es un entusiasta. Ahora es también un apasionado del espíritu (literario, sin duda) del Rayo Vallecano. Hablamos con él en la redacción de El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica.

P. ¿Por qué cree que el fútbol fue tan denostado como materia de la literatura durante tanto tiempo?

R. Porque se veía como el opio del pueblo, una manera de manipular a la gente, así que al aficionado se le veía como un ser manipulado. Gracias a escritores como los que tú has citado, y a periodistas que los animaron a escribir de fútbol, este deporte penetró como un espejo (también literario) de la sociedad, lo que es ahora en grado sumo. Poco a poco esos prejuicios que había con respecto a este deporte de masas se fueron diluyendo, aunque persistan todavía.

El fútbol participa de una enorme popularidad que proviene de su esencia: el espectáculo y la incertidumbre. Cualquier libro, sea o no sea de fútbol, se nutre de esos elementos"

P. ¿Ahora consideraría, a la vista de la literatura que genera, incluida la suya, que el fútbol ya es temática propia de las bellas artes?

R. Cuando se escribe, también de fútbol, es porque dentro de ti hay la voluntad de crear; todo depende de cómo lo cuentes. El fútbol puede ser relacionado con cualquier hecho de la vida, pues participa de una enorme popularidad que proviene de su esencia: el espectáculo y la incertidumbre. Cualquier libro, sea o no sea de fútbol, se nutre de esos elementos.

P. Cuando apareció El País y había que acoger el fútbol como uno de sus temas obligatorios, el director del periódico, Juan Luis Cebrián, les impuso a los fotógrafos la necesidad de que no sólo buscaran la belleza de las jugadas sino la lucha entre los futbolistas, la dificultad de ganar, la épica…

R. El fútbol va de la mano de la evolución de la sociedad. En otro tiempo se jugaba sobre campos embarrados, sobre los que los futbolistas se daban patadas tremendas, con un tipo de juego diferente al de hoy. La sociedad ha ido evolucionando, y eso se refleja en los campos, en el tipo de juego… Lo curioso, y a mí me apena, es que de aquellos campos y de aquel juego sobre superficies tan impropias, haya tan pocos elementos gráficos que nos explicaran hasta qué punto ha cambiado la sociedad con respecto al fútbol.

Casariego, el día de la entrevista.

Casariego, el día de la entrevista. / José Luis Roca

P. ¿A qué atribuye que el fútbol como asunto haya sido tan denostado también por las familias e incluso por los medios?

R. Entiendes que haya gente que lo rechace, por su omnipresencia, por ejemplo, que parece que compita con Dios. Aquellos a los que no les gusta el fútbol terminan estando hartos de que éste se cuele en todos los telediarios, en las comidas, en las reuniones familiares. Eso es algo que produce rechazo y de ahí viene que tantas veces se haya señalado como el opio del pueblo y que es como para idiotas… Se entiende. Pero, por otro lado, el fútbol te proporciona unas emociones increíbles, propias de este deporte y de muy pocas otras actividades. Estas emociones son en alto grado incomparables para aquellos a los que nos gusta.

El fútbol se puede relacionar prácticamente con todo, y por eso aparecen tantas veces el racismo, como el caso relacionado con Vinicius, o con el machismo, como ha pasado respecto a Luis Rubiales… "

P. El graderío tiene una importancia capital…

R. Es que el fútbol está relacionado con todo el mundo, con todo lo que sucede, y esa relación que se produce entre la cancha y el espectador tiene que ver con las emociones personales que llevamos al campo. Eso es lo que trato de retratar en Rayografía. El fútbol se puede relacionar prácticamente con todo, y por eso aparecen tantas veces el racismo, como el caso relacionado con Vinicius, o con el machismo, como ha pasado respecto a Luis Rubiales. Del mismo modo, en esos ámbitos citados y en otros, el fútbol refleja lo atrasados que estamos en muchos asuntos sociales. El fútbol no es meter un gol o pararlo: hay muchísimas cosas en juego.

P. De hecho, en su libro usted dice que hablar de fútbol es hablar de todo un poco.

R. Es hablar de la vida. En Radiografía, esta crónica general de un año viendo jugar al Rayo, se explican las luces y las sombras del fútbol, de modo que cuando percibes belleza o solidaridad sientes que eso tiene que ver con tu vida, y cuando percibes lo contrario todo indica que por ahí no van bien ciertas cosas en la vida cotidiana.

En una sociedad tan mercantilizada el fútbol, que es una mercancía, tendría que respetar a todo el que va a mirarlo. Y, sin embargo, te maltratan si eres de fuera y vas a ver a los tuyos en campo contrario"

P. Un año entero en el graderío… ¿Qué no ha soportado?

R. El trato al aficionado visitante. Eres un cliente, has comprado una entrada, eres turista en la ciudad, vas al campo y te insultan. En una sociedad tan mercantilizada el fútbol, que es una mercancía, tendría que respetar a todo el que va a mirarlo. Y, sin embargo, te maltratan si eres de fuera y vas a ver a los tuyos en campo contrario.

P. Usted ha ido prácticamente a todos los partidos del Rayo en casa y muchos, no tantos, de los que jugó fuera. No quiso conocer ni a futbolistas ni a directivos, tampoco al entrenador. ¿Cuál sería hoy, de acuerdo con su experiencia, el resultado de este caleidoscopio?

R. Entre los aficionados, de unos y otros equipos, hay una variedad enorme, no todos son iguales. Yo vivo los partidos con mucha intensidad. Me interesaba reflejar esa actitud en los aficionados, y me di cuenta de que todos tienen una historia detrás, una identidad. Sientes rechazo, como en mi caso, a los que parecen más radicales, que tienden a mostrar desinterés por el fútbol mismo para preocuparse más de sus propias reacciones ante lo que se ve sobre el verde. Pero hay otros aficionados con los que te lo pasas fenomenal porque coincides con ellos en lo fundamental: que eres futbolero.

P. Rudyard Kipling avisa en su poema If… (Si…) contra los dos impostores, la derrota y la victoria, a los que habría que tratar con la misma indiferencia. Pero en el fútbol al que pierde se le humilla y el que gana desprecia al contrario.

R. En el fondo la modestia no está de moda hoy en día. Ni en el fútbol ni en nada. Las celebraciones que incluyen la humillación del otro están también a la orden del día. Por desgracia, eso significa que no sabes ganar. Y en la vida hay que saber ganar y perder. Pero, ahora mismo, en nuestra sociedad, parece que no se saben hacer ninguna de las dos cosas.