El artista Arturo Miranda (Santiago de Chile, 1960), vinculado a Ibiza y Formentera desde los años 80, falleció en la madrugada del sábado en su Chile natal a los 62 años.

Miranda llevaba residiendo en Ibiza desde 1988, aunque en los últimos años había vivido a caballo entre la isla y Chile y hacía meses que no podía viajar por culpa de una grave enfermedad hepática que prácticamente le mantenía aislado en su residencia.

Miranda, que se definía como "un amante de viajar y conocer", era un artista muy conocido y querido en la isla, donde expuso en numerosas ocasiones, aunque en los últimos años se había prodigado menos.

Precisamente en uno de sus viajes recaló en Ibiza, en mayo de 1988. «Llegué en barco y me pareció un lugar muy guapo. Al venir de otro lugar donde existen muy pocas construcciones antiguas, tuve una visión especial», señaló en una entrevista con Diario de Ibiza hace algunos años. Miranda decidió quedarse en la isla y se instaló en un ático de la calle Aragón de Vila.

Desde ese año fue mostrando en la isla su pintura llena de color, entre el simbolismo y el surrealismo y con una clara influencia de Van Gogh, el artista que más le había marcado desde su despertar al mundo del arte. Su obra era muy reconocible, en la que predominaban los paisajes, tanto de las islas como de Chile, y las habitaciones, que tenían para él un significado especial. Algunas cosas, como las mesas, las sillas, las cómodas, las lámparas... eran constantes en sus cuadros.

La mesa como refugio

«Yo, de niño, hacía mucha vida debajo de la mesa, era mi refugio. En mi país suele haber terremotos y, cuando se producían, me solía agazapar debajo de la mesa y allí me sentía protegido», explicaba sobre esos símbolos en la inauguración de la muestra 'Impecable room', en el Club Diario de Ibiza en 2008, con la que celebró sus 20 años en la isla. También era muy común una caja abierta, en la que se guardaban los secretos de su abuelo, al que no conoció.

Miranda comenzó a estudiar Pedagogía en Artes Plásticas y Diseño Gráfico, pero al final acabó licenciándose en Bellas Artes en la Universidad de Santiago de Chile. Desde mediados de los 80 estuvo metido en los circuitos de arte underground de la capital chilena produciendo instalaciones, en las que esos muebles que tanto pintó luego eran reales.

Desde su llegada a Ibiza, además de como pintor, se expresó a través de su otra gran pasión, la música, como dj y como percusionista.

Sus amigos de Ibiza y Chile están preparando un homenaje conjunto para dar un último adiós a su figura y dejar memoria de su legado artístico y personal a los dos lados del Atlántico.