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Arte&letras
Entrevista Caitlin Moran Escritora

Caitlin Moran: «Me gusta escribir sobre cosas secretas y vergonzantes que no suelen comentarse»

La escritora Caitlin Moran. Joan Cortadellas

Durante años Caitlin Moran (Londres, 1975) se ha ocupado de las jovencitas. Para ellas escribió Cómo ser mujer, a medias memoria personal a medias denuncia feminista, para una era en la que aún no había estallado el Me Too. Una década más tarde, encarando ya peligrosamente la cincuentena, con una hija adolescente con problemas de anorexia y algún intento de suicidio ya superados, analiza su vida en Más que una mujer.

En estos 10 años han cambiado mucho las cosas para el feminismo en general y para usted en particular. ¿Las mujeres estamos creando nuestro manual de instrucciones para la vida?

Es curioso, pero cuando escribí Cómo ser mujer estaba convencida de que era el peor momento para nosotras desde la Segunda Guerra Mundial. Dijeron que exageraba, pero luego han tenido que llegar Britney Spears o el Me Too para que todos descubriéramos que no.

El tiempo le ha dado la razón.

Estaba harta de ver en las revistas femeninas cómo en tono odioso nos daban consejos sobre perder peso, depilarse el chumino o comprarse un bolso. En definitiva, cómo gastar dinero para ser mejores porque siempre había algo en la mujer que no funcionaba. Así que lo hice fue escribir un libro amistoso que tratara a las mujeres con respeto.

¿La explosión feminista ha cambiado las reglas del juego?

Ha permitido que nos contemos unas a las otras nuestras historias y que nos diéramos cuenta de que las equivocaciones o los errores nunca los cometemos en solitario.

Y hablando de contar, para Caitlin Moran no queda absolutamente nada en el tintero. Ahí está su sexo más chungo, sus menstruaciones y ahora revela que cuando se da un baño es frecuente que succione una buena cantidad de agua por la vagina.

Eso es algo que le pasa a muchas mujeres. Pero ¿quién lo ha contado? Bien, es anecdótico, pero me sirve como ejemplo de las miles de cosas que no nos contamos. Desde muy jovencita me di cuenta de que me encanta escribir sobre cosas secretas y vergonzantes que no suelen comentarse. Me gusta que no sean cosas intelectuales y entren dentro de lo divertido. No creo que el feminismo deba estar siempre teorizando.

¿Cuando tenía 30 años imaginaba que las cosas serían más fáciles cuando llegara a la mediana edad?

Qué ilusa. Yo creo que es muy común en las mujeres pensar que su vida real va a cambiar porque no estamos suficientemente guapas o suficientemente delgadas. Y lo peor es que hoy en día eso puede pasarle incluso a una mujer de 60 años. Mi libro es una forma de decir: «¡Eh, chicas, esto tiene que empezar ya porque pronto estaremos muertas y hay que disfrutar de la vida antes de que ocurra eso!»

Denuncia que hemos conseguido nuestro derecho al trabajo sin que por eso hayamos delegado en los hombres un 50% de los cuidado a hijos o ancianos.

Todas las estadísticas muestran que las mujeres, a diferencia de los hombres, pierden dos días al mes en el cuidado de los hijos y que los padres de familia tienen mucho más tiempo libre que ellas.

Para que el proyecto piloto de familia que propone funcione asegura que es fundamental alejarse de los malotes, por muy seductores que puedan parecer.

Claro, hay que buscar un compañero que lo sea de verdad, con el que podamos repartirnos las cargas domésticas, pero, claro, encontramos lo que encontramos. Mis amigas suelen decirme que no es que rechacen a hombres fantásticos, es que hay muy pocos. ¿Qué puedes hacer entonces? Puedes enseñarles, pero ese, desgraciadamente, es otro trabajo que debes añadir a tus cargas. Es importante que nosotras cambiemos, pero si ellos no cambian, no servirá de nada.

Vamos a los detalles. ¿Se puede ser feminista y utilizar bótox?

Hace ya tiempo que dejé de hacerlo y se me nota en la cara. Las actrices, las presentadoras, las artistas en general, alardean de que no se inyectan y que lo suyo es hacerse mayor con naturalidad. Mienten como bellacas y, claro, eso te produce un importante bajón moral porque no eres capaz de envejecer naturalmente como ellas. Yo admito haberlo usado, por eso muchas mujeres me han felicitado por haber confesado el gran secreto. No veo mucha diferencia entre teñirse o ponerse fundas en los dientes y pincharse bótox cada seis meses para relajar las arrugas.

Cómo ser mujer estaba cargado de rabia, desfachatez y orgullo. Su continuación, aunque es divertida, tiene zonas oscuras, como la confesión de la anorexia de su hija y sus intentos de suicidio.

No hubiera podido escribir sobre eso si los problemas no hubieran quedado atrás. Pero sigue siendo lo de siempre: hablar de cosas de las que no se habla. Me gusta que los secretos dejen de serlo y me da una cierta rabia esa exigencia que se nos hace a las mujeres de que seamos valientes cuando lo que deberíamos hacer es ser felices y disfrutar de la vida. Y es vez de eso, vamos por ahí disculpándonos por todo. Ellos no hacen eso. Espero que en la próxima generación eso se arregle.

¿Cómo entiende el feminismo?

Sin dogmas. Que hombres y mujeres no tengan miedo a decir lo incorrecto solo porque alguien ha decretado que el camino es uno. No, el feminismo es muy variado y liberador. Creo en un feminismo en el que la broma y el humor lo hagan todo más fácil. Ser feminista debe ser algo divertido. Me gusta decir que mis libros son como conversaciones de amigas y no tienen nada que ver con estudios académicos. Además esto solo funcionará si el 100% se lo cree, mujeres y hombres.

Pese al dolor de algunas páginas, todavía tiene mucho humor y ninguna queja para afrontar el paso de los años. ¿Cómo lo hace?

La gente es más feliz de lo que creemos, el problema es que eso no aparece en los libros. A mí me gusta hablar de mi taza de café, de mi perro y de las pequeñas cosas que me acompañan. Eso me hace feliz y es lo que quiero trasmitir.

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