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Arte&letras

Otro brillante retrato generacional de Pecoraro

El arquitecto, urbanista y escritor Francesco Pecoraro (Roma, 1945) vuelve a ejercer de cáustico y brillante testigo de una sociedad sin norte en ‘La avenida’, su segunda novela

Otro brillante retrato generacional de Pecoraro

Si los historiadores del futuro buscaran un compendio de estas primeras décadas del siglo XXI, los de la consolidación de la sociedad líquida y del espectáculo, tendrán una fuente de primera mano en las novelas del arquitecto, urbanista y escritor Francesco Pecoraro (Roma,1945).

Hace tres años sorprendió al mundillo literario con su primera obra, ‘La vida en tiempo de paz’, editada por Periférica, una suerte de ‘Homo faber’ mediterráneo, que recorría un solo día en la vida de un ingeniero industrial en un aeropuerto internacional.

El brillante estreno fue un fresco existencial de su época y de su desencantada generación a lo largo de casi 700 páginas.

Algo más de 500 tiene su segunda novela, ‘La avenida’, publicada también por Periférica y que comparte muchos puntos de vista y planteamientos con ‘La vida en tiempo de paz’, además de ser tan brillante como ésta.

Por otro lado, comparte el protagonista de ‘La avenida’ la irónica capacidad de análisis del director de cine Nanni Moretti en su gran obra maestra, ‘Caro diario’, en la que recorría Roma en moto al tiempo que calibraba sus barrios y el desarrollo urbanístico.

Con la misma causticidad, el jubilado funcionario de la avenida que comanda el relato, un historiador del arte que no pudo entrar en el endogámico mundo de la enseñanza universitaria, otea y desgrana desde su atalaya en la Avenida -con mayúsculas- la evolución de su Ciudad, que Pecoraro escribe en mayúsculas y sin nombre, aunque la vecindad de la Ciudad de Dios con su Cúpula y el hecho de que la urbe se encuentre en la Península, no dejan lugar a dudas de su intención de referirse y mitificar a Roma.

En su segunda obra Pecoraro demuestra que es capaz de convertir en literatura materias en principio poco literarias como la sociología y el urbanismo, en la misma línea que lo que hicieron autores como Robert Musil o Karl Kraus, a la hora de diseccionar el Imperio Austrohúngaro y la sociedad de su tiempo.

Gozoso ejercicio de estilo

El talento del autor italiano consigue que la narración de la evolución de la Ciudad Eterna, desde los tiempos primigenios a los actuales, centrada en el extrarradio obrero, se convierta en un gozoso ejercicio de estilo, causticidad y conocimientos. Los mismos instrumentos maneja a la hora de diseccionar, de forma implacable, a lo que denomina el Gran Relleno, la turba ingente y vaporosa que ha quedado entre los muy pobres y los muy ricos, una vez difuminados por el capitalismo las clases sociales o ya en vías de extinción, aunque en los últimos veinte años haya surgido una nueva clase: «la de los Mentalmente a años Luz del Presente», ironiza el protagonista.

A todo lo que se mueve

Con una forma de escribir punzante y que no rehuye la sátira, el jubilado se convierte en el simbólico testigo de su generación, la que tras la Segunda Guerra Mundial pensó que se podría alcanzar el bienestar en la Tierra mediante la supresión de las desigualdades. No es extraño por tanto que este ateo y cínico narrador fuera en su tiempo un firme militante del Partido, a secas, cuando todavía estaban en boga las utopías.

Al igual que en ‘La vida en tiempo paz’, Pecoraro no ahorra andanadas para su quinta generacional. En realidad, los dardos se dirigen a todo lo que se mueve, desde la clase política al desinflado proletariado, desde el consumismo a los hinchas de fútbol o el porno de internet, como desencantado juez supremo de una sociedad que le ignora y que le ha dado, como última prebenda, una pensión.

Pero hay además otro Pecoraro que luce con toda brillantez en esta Avenida, antigua zona proveedora de ladrillos para construir la Roma eterna, y es el que transforma en categoría literaria las minucias de la vida; es precisamente en ese papel de observador de lo invisible, el decorado secundario de la ciudad y sus habitantes, cuando el italiano demuestra con creces su talento de antropólogo del detalle: «Existe una cultura específica de la jardinería comunitaria que es el cultivo de tristezas existenciales en forma de ficus, agaves y, sobre todo, aspidistras». «El chandal con rayas laterales de Kappa o Adidas es tanto el uniforme de Fidel Castro viejo como el del jubilado de aquí abajo cuando saca al perro o sale a tirar la basura».

Demodelor retrato del mundo tras la debacle de los sueños gestados durante el siglo XX, ajuste de cuentas, afilada crónica urbanística y social de la Roma obrera, ‘La avenida’ es una de las novelas más memorables del año y está a la altura del debut literario de este brillante escritor romano.

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