¿Es la primera vez que visita Ibiza después de que se levantara el estado de alarma?

Sí. Llegué hace diez días, aproximadamente. Dudé, pero al final he tenido la osadía de venir porque esta fidelidad que guardo a los veranos en Ibiza es incuestionable. Todos vivimos esta situación de duda, de riesgo, de peligro, pero a la vez la vida tiene que seguir.

¿Qué le parece la Ibiza que se ha encontrado con esta nueva normalidad?

Uno encuentra en la atmósfera, sobre todo de las calles, la Ibiza de agostos de hace muchos años. Pero ayer estuve en ses Salines y me quedé sorprendido al ver la playa llena, como cualquier otro verano. Quizás se puede decir que la isla está a un 50 por ciento.

Su estancia en Ibiza será más breve de lo previsto por sus compromisos literarios. Uno de ellos es su participación en el Festival Internacional de Poesía de Medellín (Colombia), que celebra su 30 aniversario.

Es el festival de poesía más importante de América y uno de los más destacados en todo el mundo. Ya había participado en él hace bastantes años y es todo un fenómeno. El día de la inauguración hay diez mil personas en un anfiteatro, es comparable a un concierto de rock aquí. Este año le ha afectado la pandemia y es online. Se celebra durante muchos días (del 1 de agosto al 10 de octubre) y con invitados de muchos países (103). Yo participo con dos grabaciones, una más teórica, hablando de qué es para mí la poesía, y otra que es un recital de poemas. Es muy curioso, ha habido una conjunción astral extrañísima, porque se emiten el día 26, la fecha en la que se inaugura el curso de verano de la Universidad de León sobre mi poesía.

¿Por qué cree que en Latinoamérica, sobre todo en países como Colombia y México, la poesía atrae a tanto público y, sin embargo, en España es algo mucho más minoritario?

Creo que la clave es la educación. El amor a la poesía allí todavía está en la calle. En España creo que hemos intelectualizado demasiado la poesía, la hemos convertido más en materia para el análisis y el estudio. Pero para mí no hay poesía sin vida. Los dos actos, el de vivir y de escribir, van unidos. Luego hay otra cosa, ellos tienen un humanismo que quizás en Europa hemos perdido.

¿Qué considera que habría que hacer para que la poesía en Europa regrese a la calle?

Tenemos que volver a los conceptos y volver a explicar qué es la poesía. La poesía no es poner unas palabras debajo de otras, no es cosa de rimadores. Nos olvidamos que esa materia en la que nos formamos en los estudios es un fenómeno que existe en el mundo desde el siglo XXV antes de Cristo, en China, Sumeria, Egipto... y, por tanto, va unida a las civilizaciones y a la Humanidad. Además, la poesía está profundamente unida al día a día. Vivimos una época muy materialista, estamos en transición, no sabemos muy bien hacia dónde vamos y en momentos como éste, en estos tiempos que nos parecen preapocalípticos, es cuando la poesía puede jugar su papel. Vivir en poesía es vivir cerca de los grandes problemas, el amor, el tiempo, la naturaleza, la muerte, lo pagano, lo sagrado... La poesía siempre se ha ocupado de estos grandes temas y también tiene que darle respuesta a esta situación. Más allá de que tengamos una solución o una vacuna, el ser humano, valga la redundancia, tiene que recuperar su humanismo e ir hacia un mundo más en convivencia. Muchas veces las crisis preceden a etapas de renacimiento, de refundación y esperemos que así sea.

Retomando el tema de sus compromisos culturales, comentaba que la Universidad de León le dedica un curso de verano, que, por cierto, se impartirá en su localidad natal, La Bañeza.

Sí, van a participar doce profesores que son especialistas en mi obra. Yo intervendré en la clausura con un recital en el que me acompañará, como otras veces, la violinista ibicenca Lina Tur Bonet, que interpretará música barroca. Este curso, arranca de un proyecto cultural e independiente en el que estoy desde hace cuatros años, que es la creación de la Casa de la Poesía: Fondo Cultural Antonio Colinas, que está en La Bañeza. Quería que este patrimonio, que es fruto de cincuenta años de trabajo, no perdiera su unidad.

Este medio siglo de trabajo, que se cumplió el año pasado, ha sido muy fructífero.

Tengo un centenar de libros en primera edición de todos los géneros, entre ellos seis o siete libros de Eivissa, como el de 'Ibiza, la nave de piedra' o el de 'Rafael Alberti en Ibiza. Seis semanas del verano de 1936'. Han sido 50 años de creación, de traducción y también de periodismo y crítica literaria. Es una apuesta que hice en su día, no exenta de problemas que a veces perduran hasta ahora como el tema que en estos momentos tenemos los escritores profesionales autónomos con nuestras pensiones, es algo surrealista.

El 1 de septiembre estará ya disponible en librerías su nuevo poemario, 'En los prados sembrados de ojos' (Ediciones Siruela). Tiene un título llamativo...

Es el título de uno de los poemas. Dudé entre uno muy sencillo o este, más complejo. Al final opté por este porque en mi poesía y concretamente en este libro hay zonas de carácter más intenso y surreal. La obra tiene seis partes, que podrían haber sido el germen de seis libros, porque son seis tonalidades diferentes. Se abre con la poesía de la vuelta al origen y luego proyecto esas raíces, sobre todo, por vivencias. Como he dicho otras veces, yo no he ido donde he querido sino donde la vida me ha llevado. Me llamaron como profesor invitado para hacer una sustitución seis meses en Italia y me quedé cuatro años. Vine a Ibiza para un año con una beca de la Fundación March para escribir un libro, 'Astrolabio', y me quedé 21 años más otros 21 en los que la visito con asiduidad.

¿Ibiza aparece de alguna manera en este poemario?

Ibiza, desde que llegué a ella, siempre está presente y el mundo mediterráneo en general.

En su obra también está muy presente la cultura de Extremo Oriente.

Siempre me ha interesado mucho. Ahora que oímos hablar no muy bien de China, digo que la China que me interesa es la del siglo VI a. C. y la de los poetas de la dinastía Tang. Me atrae esta China que fue el origen de la poesía y del pensamiento. Muchas cosas que luego encontramos en Grecia, en los presocráticos, ya resuenan antes allí. Es un país del que se podría hablar mucho, porque ahora busca en nosotros lo que nosotros en su momento buscamos en él. Hay dos Chinas, una que nace de lo bélico, de las confrontaciones de siempre, y otra, maravillosa, que nace de su poesía y su pensamiento.

¿Podemos decir que el libro reúne todos sus intereses culturales?

Sí. La primera parte es la vuelta a mis raíces y en la segunda hay poemas que nacen de viajes a Oriente. La tercera es muy mediterránea porque pongo a dialogar pacíficamente a dos islas, Ibiza y Mallorca, a través de la naturaleza y de la pintura de Anglada Camarasa. Son poemas que escribí durante mi estancia en Formentor. También hay una serie de cartas inacabadas a personas y personajes y luego hay una sección dedicada a semblanzas de mujeres. El libro se cierra con los tres poemas mayores, uno dedicado a la música, otro sobre Cervantes y el último, que tiene mucho pensamiento.

¿Qué va a encontrar el lector de novedoso en las páginas de 'En los prados sembrados de ojos'?

Aunque hay una insistencia en temas que son recurrentes en mi obra, están presentados con más relieve. Lo novedoso es el tono surreal y el contraste entre las secciones.

¿Hace referencia a la crisis del coronavirus

Sí. Hay un poema, el último que he escrito, que metí en el momento que tenía las pruebas del libro. Se titula 'Un ruego en tiempos de pandemia' y, además, es muy isleño, porque es la evocación de los viajes que solíamos hacer a Formentera en la noche de San Juan.

¿Cómo ha sobrellevado el confinamiento?

Las dos columnas en las que he sustentado mi encierro han sido corregir las pruebas de mi libro y releer a los clásicos como Virgilio o Séneca.

La crisis del coronavirus parece una estocada directa al corazón de la cultura. ¿Lo ve usted así?

Sí. De hecho, cuando comenzó la pandemia hice una grabación en favor de la cultura, y en concreto del mundo editorial, de los distribuidores, de los libreros y de los escritores. Me salió de forma espontánea cuando empecé a ver que las librerías se cerraban, que los editores estaban trabajando en casa y que se frenaban las ventas. Todavía no se ha salido de esa situación. Es una crisis importante para el sector cultural igual que lo puede ser para otros ámbitos como el comercio o el turismo. En el caso de la cultura es grave porque es algo consustancial a la vida y es una asignatura pendiente. El libro, además, está en lucha con la imagen. También ha habido pruebas, como el libro electrónico, que parece que no han cuajado, sorprendentemente. Yo creo que el libro en papel nunca pasará de moda.

¿Cómo cree que saldrá el sector cultural de esta crisis?

No lo sé, porque vivimos en esta situación de amenaza en la que hay muchos factores que pueden influir. Nos enfrentamos a tres virus, el de la pandemia, el económico y el sociopolítico. Como idealista y como poeta tengo una visión global del tema y creo que estamos en una etapa en la que vamos a tener que renacer y resurgir desde muchos puntos de vista. Ahí es donde la cultura puede jugar un papel importante. Por ejemplo, con el encierro las personas que tenemos un mundo interior y tenemos nuestra oficina en casa lo hemos sobrellevado mejor porque hemos insistido en este mundo interior y eso ayuda mucho. En la vida siempre hay dos viajes, uno exterior, que nos ayuda a salir de nosotros mismos, como puede ser el del turista, y ese otro viaje interior, que buscamos en los momentos de retiro. En nuestro ego actual ignoramos lo que para el ser humano a lo largo de los tiempos ha supuesto el arte, una ayuda que nos ha acompañado siempre hasta nuestros días.

¿Qué papel puede jugar la poesía en momentos tan complicados?

Yo creo que la poesía llega cuando el resto de los lenguajes no nos sirven ya. Ahí es donde aparece la poesía con ese sentido de palabra trascendente, de palabra en el tiempo, como decía Antonio Machado. De ahí el valor del mensaje de los clásicos.

¿Qué errores cree que se han cometido en España en la gestión de la pandemia?

Yo creo que fue un gran error el comunicar, al principio, que era una enfermedad que solo afectaba a los mayores, junto a otros como decir que no era útil la mascarilla. Yo creo que la distancia y la mascarilla son indispensables. Hay una cierta anestesia en la sociedad, nos falta conciencia cívica. Estamos viendo que otros países de Europa van bandeando esto y yo creo que se debe a ese lado cívico, a que siguen más las normas.

El año pasado recibió en Roma dos premios destacados, el Premio Internacional LericiPea y el Dante Alighieri. ¿Qué se siente a ser el primer poeta y escritor español que recibe estos reconocimientos?

He estado muy unido a Italia, donde he vivido y he sido traductor del italiano, pero han sido dos premios que han llegado de forma totalmente inesperada. Después de recibir el Dante Alighieri, que es un autor que me interesa mucho, yo ya doy por cerrado cualquier honor. También esa memoria cercana de los días de Italia ha hecho más leve mi confinamiento.

¿Ya está metido en algún nuevo proyecto?

Estoy trabajando en un nuevo libro, el cuarto Tratado de armonía. Lo escribo despacio, cuando puedo. Es lo que tengo en mi horizonte más inmediato. Salgo de otro libro de investigación, el que dediqué a María Zambrano.