'Aïllat' es el título de la nueva exposición pictórica del colombiano afincado en Formentera Álvaro Mendoza, que se puede visitar en la sala de exposiciones Ajuntament Vell, en Sant Francesc, hasta el 15 de agosto.

Con ese título y sumidos como estamos en un estado mental que gravita alrededor del Covid-19, es casi imposible no pensar en cuarentenas, contagios o enfermedad ante ese inocente adjetivo. Pero no. Resulta que la idea de este proyecto surgió el pasado mes de noviembre y en su origen no está una pandemia sino las reflexiones de su autor al observar cómo «la sociedad de la hipercomunicación, entre otras causas, está haciendo que nos aislemos unos de otros de una manera a veces voluntaria, pero a veces impuesta», explica Mendoza ante las 9 obras de gran formato que cuelgan de las paredes de la sala.

Luminosidad

Luminosidad

Esta es la cuarta exposición de este arquitecto que reside en Formentera desde hace una década. Y a quien conoce su trabajo anterior le llama la atención el cambio de registro en los tonos utilizados en 'Aïllat'. Frente a sus habituales negros profundos y azules oscuros, ahora hay blancos, grises, ocres y dorados luminosos.

«Tenemos esa idea de lo oscuro como negativo y la luz como positivo, pero yo considero que somos lo uno y lo otro, no podemos convivir sin la luz o sin la oscuridad», reflexiona el autor.

Técnica innovadora

Técnica innovadora

Otra novedad en esta muestra es la heterogeneidad de los materiales que ha utilizado el pintor, que van desde la ceniza y el carbón de su propia chimenea al pan de oro o el polvo de mármol.

En una de las obras, sobre un fondo ocre de polvo de mármol, emerge lo que asemeja un acantilado de pan de oro rodeado de mar. «Es la isla, aislada, recogida sobre sí misma pero desde un punto de vista favorable», apunta Mendoza.

Un círculo claro en un rincón de un gran lienzo y tres pequeñas bolas negras dirigen la atención del observador hacia otro tema de actualidad: «Los procesos migratorios de las personas que quieren entrar en este círculo de luz, para vivir mejor, y llegan a través de un mar de cenizas desde sus países destruidos», se lamenta el artista.

En otros cuadros se intuyen formas geométricas, «ciudades vacías que representan la arquitectura como símbolo del poder que aísla al ser humano». Y también «muros que separan y dividen, pero siempre habrá una escalera para cada muro», concluye el pintor, optimista.