Son las 11.30 de la mañana y el observatorio astronómico de Puig des Molins abre sus puertas. Los primeros en llegar son algunos niños con sus padres. Suben las escaleras exteriores y entran en la cúpula que protege el telescopio y que fue construida a medida en Australia. Pedro Pérez es el encargado de poner el aparato en marcha. Abre la cúpula e invita a los primeros curiosos a acercar el ojo al ocular.

«¡Se ve rojo!» exclama un asistente. Pérez explica que se debe al filtro de hidrógeno que se le coloca al telescopio para que sea posible mirar al sol si quemarse el ojo. El observatorio de Puig des Molins abre los martes y jueves por la noche para observar las estrellas y los miércoles por la mañana para ver el sol. La de hoy es una ocasión especial, ya que se celebra en Ibiza la segunda edición del Encuentro balear de asociaciones astronómicas.

Están en la isla dos de Mallorca, Astromallorca y el Club Newton, la Secció Astronòmica del Cercle Artístic de Ciutadella, Menorca, y la anfitriona, la Agrupació Astronòmica d'Eivissa (AAE), que es la más antigua de Balears y fue fundada en 1959.

La primera edición de estos encuentros fue el año pasado en Alcúdia, sede de Astromallorca. Su presidente, Andrés Gil, explica que el objetivo de estas jornadas es el de conocerse entre sí, intercambiar ideas y hablar de los problemas y soluciones que comparten. «Aquí en Ibiza y en Menorca hay observatorios públicos que gestionan las asociaciones. En Mallorca, en cambio, no tenemos ninguna instalación. Aquí en Ibiza consiguen que las administraciones les hagan más caso, mientras que en Menorca son pioneros en el control de la contaminación lumínica. Un problema que aquí es bastante importante», explica Gil.

Este profesor es uno de los que luego, por la tarde, impartirá una de las siete microconferencias en el salón de plenos del Consell. Su charla versará sobre un proyecto que llevaron a cabo en su asociación. 'Emulando a Eratóstenes en el siglo XXI' es el título de la conferencia en la que explicará cómo se repitió el experimento del padre de la astronomía. Este matemático griego que vivió entre los siglos II y I a.C. calculó la distancia entre las ciudades de Siena (actual Asuán, Egipto) y Alejandría, de las que supuso tenían la misma longitud (realmente distan tres grados). Sabía que en Siena el día del solsticio de verano los objetos verticales no proyectan sombra. Así que puso un gnomon (poste vertical con un circulo encima) ese mismo día y midió su sombra. Calculó el cenit de la ciudad y cuánto distaba de la circunferencia. Tras varios cálculos fue el primero en calcular la circunferencia de la tierra, en 252 000 estadios con un error del 15%. Pero, además, demostró que la tierra era redonda.

Gil emuló este experimento con la ayuda de una página web en la que cualquiera puede solicitar la ayuda de otros usuarios en diferentes puntos del planeta para que midan la sombra de un gnomon de un metro el mismo día a la misma hora, dato que posteriormente compartirá en la misma web. Con esos datos y la distancia entre las localidades participantes se pueden hacer los cálculos igual que los hizo Eratóstenes.

Las otras conferencias se centran en temas dispares como la de Alfredo Bonet, que se centra en los inicios de las asociaciones de astronomía de Mallorca, o la de J osé Corujo sobre auroras boreales. Pero las más interesantes son las de Ernesto Nicola, que se centra en Betelgeuse, una supergigante roja que está perdiendo brillo y lleva camino de convertirse en una supernova, y la que ofrece el divulgador ibicenco Jordi Pereyra sobre estrellas fugaces.

Contaminación lumínica

Joan Lluís Pons, de la asociación menorquina, hablará sobre el pionero proyecto de la isla para paliar la contaminación lumínica. Menorca es la única de Balears que ha conseguido el sello Starlight, con el que se certifica que la isla cuenta con varios espacios protegidos contra este tipo de contaminación. «Tenemos varias zonas protegidas en las que no se pueden realizar actividades que contaminen con luz y en las que no se puede instalar iluminación artificial. Es un reglamento que cataloga toda la isla dividiéndola en diferentes zonas y dentro de cada área hay varios niveles de protección en los que se permiten diferentes tipos y cantidades de iluminación», aclara Pons.

En el caso de Ibiza, precisamente la contaminación lumínica es uno de los mayores problemas con los que se encuentra la agrupación. Según su presidente, José Luis Bofill, la AAE elaboró «un reglamento» para que sirviera como base. «Nosotros les ofrecimos el reglamento a todos los ayuntamientos. Después se lo remitimos al Consell, porque no tiene ningún sentido que un ayuntamiento regule la iluminación en un lugar y al lado, por ser de otro Consistorio, haya luces apuntando al cielo, por ejemplo», explica Bofill, que reconoce que aún «no hay constancia de que ningún ayuntamiento haya avanzado» en este tema.