Sentada en un banco del embarcadero de sa Punta, Cristina Lobo, de cuatro años, aguarda impaciente la llegada de los Reyes Magos junto a su madre, Beatriz y su tía, María Lucía Martín. Han llegado con tiempo de sobra a la cita, para poder ver bien de cerca el desembarco de sus Majestades de Oriente, programado a las seis de la tarde. La pequeña, que reconoce que este año se ha portado «entre bien y mal», confía en que esta noche Melchor, Gaspar y Baltasar le traigan buena parte de los regalos que les ha pedido, entre los que cita, «patines, una bici y una cámara de fotos de las de verdad». Para agasajarles les ha dejado preparado un apetitoso aperitivo en el salón de su casa con agua para los camellos y un plato de rosquillos, un dulce típico manchego que ha cocinado con la ayuda de su madre y de su tía, de Ciudad Real. (Mira aquí todas las imágenes de la cabalgata)

En el banco de al lado están sentadas, con la ilusión pintada en la cara, Noa, de cinco años, y su madre, Marina Sánchez. Son de Toledo y están en Ibiza de vacaciones. La pequeña está tan nerviosa con la visita de los Reyes Magos que no ha podido ni dormir la siesta. Su madre cuenta que es la primera vez que verán llegar a Sus Majestades en barco.

Con el rostro maquillado de león, Lucas, de cuatro años, está preparado también para recibir a la comitiva real. Se ha situado en primera fila con sus padres, Ellen y Pieter, en el embarcadero, junto a la Escuela Municipal de Vela de Santa Eulària. Esta familia de holandeses lleva viviendo en la isla cinco años y es la primera vez que van a ver en persona a Melchor, Gaspar y Baltasar.

Muy cerca de ellos Alma, de cinco años, se ha puesto cuernos de reno para la ocasión. Su abuela, Consuelo, sostiene en sus manos la muñeca favorita de su nieta, Coni. La idea de la pequeña es presentársela a los Reyes Magos en cuanto tenga la oportunidad de saludarles.

Con media hora de retraso sobre la hora prevista, desembarcan por fin Sus Majestades acompañados de un séquito de pajes reales y una veintena de integrantes de Joan Vicent Dance Academy y Aerial Queens vestidas como bailarinas de danza árabe. En el muelle reciben a la comitiva real 45 componentes de Real Dance Palace by Eivisalsa disfrazadas de cisnes, que unos minutos más tarde se unirán a la cabalgata con un coreografía que mezcla ballet, flamenco y danza urbana. El número que han preparado, según explica el director de la academia, Daniel Roig-Francolí, está inspirado en la película 'Cisne negro'. Es la primera vez que Real Dance Palace participa en la cabalgata y sus alumnas están muy ilusionadas, como explica Roig-Francolí, que da las últimas instrucciones a sus bailarinas, entre las que destaca Arantxa Juan Colomar, de catorce años, con su traje de cisne negro.

Los Reyes Magos pisan tierra firme a las 18.30 horas y se desata la histeria entre los niños. Naiara, de siete años, se pone en primera fila con su bolsa preparada para recoger caramelos. Es de las primeras en saludar a Baltasar, que le pregunta con una sonrisa si ha sido buena este año.

Un séquito de 150 personas

El puerto está repleto de gente y es difícil para sus Majestades abrirse paso hasta sus carrozas, que este año el Ayuntamiento de Santa Eulària ha renovado. Como en años anteriores, la cabalgata cuenta con cinco carrozas. El séquito real está compuesto por cerca de 150 personas, entre ellos, 60 pajes reales y 80 bailarinas. Entre ellas, además de las danzarinas del vientre y los cisnes, hay una decena de jovencitas de Banana Dance Studio, que, explican, se han disfrazado de copos de nieve para transmitir el espíritu de la Navidad. El desfile lo abre el cartero real y lo cierra una carroza llena de regalos, que al terminar el desfile se repartirán en la plaza de España.

El trayecto es rápido, en menos de quince minutos Sus Majestades están en la calle Sant Jaume. Se detienen, como es tradicional, en la capilla de Lourdes para adorar al Niño Jesús y prosiguen luego hasta la plaza de España, donde les recibe la alcaldesa de Santa Eulària, Carmen Ferrer.

Durante el recorrido por el centro de la ciudad reparten 800 kilos de caramelos y gominolas. Aunque la cantidad es superior a la del año pasado, da la impresión de que se van a quedar cortos. «Reparten muy pocas golosinas», se queja Mariló, que ha acudido a ver la cabalgata junto a su marido, Jordi, y sus hijos, José Manuel y Celia. Aseguran que en su pueblo, La Puebla de Cazalla, los Reyes Magos reparten «caramelos a puñados, además de juguetes».

Otra espectadora, Inés González, destaca como positivo el baile y la decoración con luces de las carrozas, aunque lamenta que el trayecto de la cabalgata sea tan corto. También da un tirón de orejas a los que tiran los envoltorios de los caramelos al suelo.