Víctor Antonio Núñez Lorenzo lleva ensayando desde las nueve de la mañana las tres piezas que interpretará al día siguiente (hoy por la tarde) en el Concurso Internacional de Piano de Ibiza, en Sant Carles. Apenas se ha dado un respiro de unos minutos para responder a las preguntas de Diario de Ibiza. Sus dedos se desplazan con rapidez y precisión sobre las teclas del Yamaha que le ha cedido por unas horas la familia Ferrer Torres (Can Pep de na Ribes) , que vive en es Canar.

Este joven de 20 años de Plasencia, que estudia en el Conservatorio Superior de Música Bonifacio Gil, en Badajoz, llevaba desde los doce soñando con la idea de presentarse al certamen de Sant Carles. Finalmente se ha inscrito en la vigésimo tercera edición. Fue su profesor de piano, Alexander Kandelaki, de Georgia, quien le animó a apuntarse, porque lo veía preparado. Seleccionó junto a él las composiciones con las que concursa. La de libre elección es una sonata del ruso Alexander Scriabin, que ha escogido «para hacer contraste con las otras dos piezas, más clásicas, de Johann Sebastian Bach y de unos de sus hijos, Carl Philipp Emanuel Bach». Asegura que es «espectacular y muy lucida» y la que entraña mayor dificultad técnica del repertorio que ha preparado para el certamen de Sant Carles.

Un certamen con renombre

Un certamen con renombre

Núñez Lorenzo afirma que el concurso ibicenco «tiene renombre porque es internacional y por el nivel de los participantes, que es muy alto». Destaca de él también, como rasgo diferencial, «su formato, de una sola ronda». Se ha presentado a otros concursos de piano, pero ninguno tan «acogedor» como el ibicenco. Se refiere en concreto a la peculiar infraestructura que han armado sus organizadores para que sus participantes puedan ensayar.

El certamen cuenta, además de con varios pianos propios del Centro Cultural de Sant Carles, con quince instrumentos más ofrecidos por familias de la zona. Esta mañana, han sido Pepita Torres Ferrer y Pep Ferrer Ferrer quiénes le han abierto las puertas de su casa al extremeño. Ayer el joven músico estuvo ensayando con el piano de la familia Morell Costa, que vive en la zona de Atzaró. «La gente de Ibiza es muy amigable. Ayer en la casa Morell me ofrecieron pastas y me pude bañar en su piscina», explica. También destaca el buen ambiente entre los compañeros, «no es para nada competitivo», remarca.

Aunque se toma los ensayos muy en serio, no es partidario de excederse con las horas de práctica antes de su actuación. «Prefiero desconectar, dar un paseo y disfrutar un poco de la isla», asegura el músico extremeño.

Música y gastronomía

Música y gastronomía

Yeseul Kim, de Seúl (Corea del Sur), comparte con el extremeño esta filosofía. «En otros concursos son muy estrictos y te exigen estar ensayando todo el tiempo, sin embargo, aquí el jurado y los organizadores son muy generosos. Te recomiendan descansar, ir a la playa y escuchar el sonido de las olas de la mar, algo que considero muy bueno. Es una competición más relajada», comenta esta pianista coreana que estudia en Mannheim (Alemania). Ella ha aprovechado, entre ensayos, para disfrutar, por ejemplo, de la gastronomía local. Habla con entusiasmo de la paella y de «las deliciosas gambas con alioli» que probó el día anterior. Durante esa jornada ensayó su repertorio en la casa de la profesora de piano Vera Sykora. Tras la intensa práctica, comenta, aprovechó para darse un chapuzón en su piscina.

Hoy Yeseul Kim tiene ensayo en la casa de los Ferrer Torres, a los que saluda con un educado «buenos días» nada más llegar. Es una de las pocas palabras que sabe en español. Normalmente se comunica en inglés o alemán con los colaboradores y los concursantes del certamen. A las doce en punto, el pianista extremeño le cede el asiento frente al piano Yamaha.

El de Sant Carles es su primer concurso musical en España. Asegura que el certamen ibicenco es «famoso». Un amigo suyo, que participó en la pasada edición, le recomendó que se apuntara.

Lleva seis meses ensayando las tres piezas que interpretará al día siguiente ante el jurado de Sant Carles. Ha escogido una pieza de Johann Sebastian Bach y una sonata de su compositor favorito, Ludwig van Beethoven. Concluirá con la 'Polonesa heroica', de Frédéric Chopin, una obra que ha escogido por ser «muy conocida y por su dificultad técnica». Ahora practica con partitura, mañana tocará de memoria.

Colaboradores desde los inicios

Colaboradores desde los inicios

Mientras los dos concursantes ensayan, Pep Ferrer y Pepita Torres continúan con sus tareas diarias con la música del piano de fondo. «No me canso de escucharla, para mí es relajante», asegura Torres.

Esta familia ibicenca lleva cuatro días recibiendo en su casa una media de cuatro concursantes diarios. Este año, aseguran, no han podido intercambiar muchas palabras con ellos porque la mayoría de los que les han visitado, excepto dos, eran extranjeros, en concreto, coreanos. «Cuando mi hija Marga, que habla inglés, está aquí les da conversación», comentan. «Son gente muy simpática y educada», añaden.

La familia de Can Pep de na Ribes lleva cediendo su piano para los ensayos desde la primera edición del certamen de Sant Carles, hace 32 años. Son amigos de los familia fundadora del evento musical, Jaume y Mariàngels Ferrer.

Naturales de Sant Carles, la pareja asegura estar encantada con esta iniciativa cultural, «que ha ido creciendo con los años y que cuenta con participantes de todas partes del mundo».

Pep Ferrer destaca del concurso ibicenco sus particularidades. «En otros concursos ni se ceden pianos para ensayar, ni se proporciona asesoramiento, ni el jurado se vuelca tanto dando explicaciones a los participantes como en éste», resalta.

Un piano que trae suerte

Un piano que trae suerte

El piano que tiene en casa la familia Ferrer Torres es el que compraron para una de sus hijas, Fina Ferrer, que «estudió siete años en el conservatorio» y que llegó a presentarse en una ocasión al concurso de Sant Carles, en la categoría juvenil.

«Mi piano tiene buena suerte», asegura Ferrer. Se lo comenta, siempre que puede, a los jóvenes que ensayan en su casa. De hecho, recuerda que de entre todos los participantes que tocaron este Yamaha en estos 32 años, hubo al menos uno que se alzó con el premio del certamen musical. Espera repetir en esta vigésimo tercera edición.

«Cuando mi hija tocaba me gustaba mucho escucharla. Cuando lo dejó, llegué casi a añorarlo», comenta Torres, que afirma ser «una amante de la música clásica». Cada dos años, por suerte, durante unos días, la música del piano vuelve a ser la banda sonora de sus vidas.