Eran las doce menos cuarto del mediodía. La misa solemne estaba a punto de comenzar y en la puerta de la iglesia de Sant Lorenç, un grupo de jóvenes ataviados con el traje tradicional terminaban de prepararse. Una muchacha lucía, orgullosa, el tradicional traje de novia, compuesto por los doce refajos obligatorios, a pesar de las altas temperaturas que se alcanzaron ayer. Otra de las niñas del grupo, una de las más pequeñas, se sentía feliz por llevar el traje 'de color' que le había confeccionado su abuela para la ocasión. (Mira aquí todas las imágenes)

Varios turistas observaban asombrados la típica indumentaria que vestían los jóvenes. «¡Vaya collares y chalecos! », exclamaba Melanie, una turista de Reino Unido que paseaba por la plaza de la iglesia con su hija, Margorie, de cinco años, agarrada de la mano. «Son los trajes típicos de aquí, el traje de trabajo es el más simple y el de novia el más laborioso. También está el de gonella, que es el más antiguo, pero ya lo lleva poca gente», explicaba María Tur , vecina de Sant Joan, mientras se abanicaba enérgicamente.

El presidente del Consell, Vicent Marí; Antoni Marí, alcalde de Sant Joan; Javier Torres, conseller; Vicent Tur, exdirector insular y exalcalde de Sant Joan, y Andreu Roig, teniente de alcalde del mismo municipio, también asistieron a la misa para conmemorar el patrón de la localidad.

La ceremonia fue presidida por el obispo de Ibiza, Vicente Juan Segura. «Esta celebración me recuerda a mi etapa de juventud cuando iba a la ermita de San Lorenzo,en mi pueblo, en Valencia, y más tarde cuando estudiaba en Roma y acudía a rezar a la basílica dedicada a este santo», recordó el obispo durante la misa.

A la eucaristía también acudieron representantes de la iglesia católica del rito oriental de Ucrania, además de Vicente Ribas, vicario general de Ibiza y párroco de Santa Eulària, entre otros. El sacerdote de San Llorenç, Vicent Tur, fue el encargado de clausurar la misa y aprovechó su intervención para agradecer la colaboración de los obreros de la parroquia, del coro, y de las autoridades.

Tras la misa dio comienzo la procesión, como manda la tradición. Un grupo de feligreses sacó las imágenes de cinco santos y cuatro vírgenes. Debido al sofocante calor, solamente las autoridades religiosas, un pequeño grupo de feligreses y los jóvenes vestidos con el traje regional acompañaron a las imágenes de los santos durante el corto recorrido de la procesión. El resto de asistentes se agolparon bajo la escasa sombra que ofrecían los árboles de la plaza de la iglesia.

Varios parroquianos repartieron agua y refrescos para ayudar a soportar las sofocantes temperaturas, protagonistas durante la jornada de ayer, debido a que no había bares abiertos en la zona. Tras la procesión llegó el turno del tradicional ball pagès, que se celebró ante la atenta mirada de los asistentes al acto. «¡Qué bien lo hacen!», exclamaba una de las espectadoras mientras daba palmas al ritmo de la música de las castañuelas y los tambores. Los tradicionales bunyols y el vino blanco tampoco faltaron en el día del santo patrón de los cocineros, el día grande de Sant Llorenç.