«Yo llegué hace cuarenta años, cuando el mercadillo se hacía en la carretera. Llegabas, querías trabajar en algo diferente, que para eso estabas en un sitio diferente y un mercadillo era la opción», relata Ana, una de las primeras comerciantes del mercadillo hippie de Punta Arabí, que este año celebra de 45 aniversario. «Luego ya no dejaban a los vendedores tener los puestos fuera y esto se fue haciendo más y más grande», continúa melancólica. «Antes hacía payesas y las vendía, yo creo que toda España debe de tener una payesa en su casa porque vendimos un montón», comenta riendo.

El mercadillo suma hoy en día un total de 600 puestos, entre los que se puede encontrar artesanía, orfebrería, ropa hecha a mano y ahora también «productos importados de Asia» y «cosas de otras tiendas de la isla», como explican algunos de los vendedores.

«Antes habría unos doscientos puestos, pero había mejor turismo y esto no estaba tan comercializado», se queja Javier, otro de los comerciantes veteranos. «Llevo viniendo a es Canar desde 1988», continúa, «el cambio del mercadillo y de Ibiza en general ha sido como el cambio climático». «Ahora está masificado, nos hemos cargado la gallina de los huevos de oro, lo que antes era bueno, poquito y barato, ahora es traer de todo mucho, también a causa de la globalización», argumenta. «Nos está pasando un poco como a Barcelona con el mercado de la Boquería, que se ha convertido en una atracción turística», concluye.

Una mala temporada

Jaume y Pau también hace más de cuarenta años que se esconden tras la gran cantidad de bolsos de cuero que abarrotan su puestecito del mercadillo. «¿Ves esa Savina de allí?», dice Jaume señalando el árbol con el dedo, «Allí tengo una foto del inicio de es Canar con los senallons colgando», cuenta. «Los otros años esto que se ve aquí era inimaginable, esta temporada está vacío. Vas por la carretera y no hay el típico tráfico en la carretera de Santa Eulària, eso es mala señal», añade, y continúa: «Además, nos ha perjudicado que fueran surgiendo tantos mercadillos por la isla, hay más mercadillos que clientes», exagera. Jack, francés y también veterano en el mercadillo, explica que ahora los turistas vienen con los buses que les proporcionan los hoteles, «por lo que sólo se quedan un par de horas y no gastan porque el producto ya no es tan diferenciado».

«La artesanía hay mucha gente que la valora. Hay más gente que la valora, que gente que la pueda comprar», explica Silvia, una de las artesanas que fue viendo como crecía el mercadillo entre los árboles de es Canar. Muchos de los vendedores coinciden en que los turistas que acuden a Ibiza no es que no quieran gastar dinero, «sino que no tienen para gastar», argumenta Ana, «es otro tipo de gente lo que viene ahora y desde el año pasado, anteriormente ni preguntaban el precio, si algo les gustaba se lo llevaban», asegura. «Es una clientela cutre», comentan Paquita y Norberto, que venden su ropa tanto en es Canar como en el mercadillo de las Dalias. «Nosotros antes íbamos a India, a Tailandia, a Nepal... para comprar la ropa, ahora la gente la compra en China», explican. «Sí que hay gente en la isla de alto poder adquisitivo pero ya no se mueve por estos sitios. Se quedan en los hoteles y en las zonas más exclusivas», se apena Norberto.

Sin embargo, en es Canar aún se siente el buen ambiente de todos los años. «La gente lamenta los cambios, podemos seguir apenándonos como los viejos o admitir que la isla ha cambiado y tenemos que adaptarnos», termina Pritam, otro vendedor.