La cuarta edición de Sueños de Libertad es, sin duda, la más diversa de las celebradas hasta ahora y en la jornada de ayer se notó hasta en los saludos y las despedidas. Como balear, Concha Buika acertó con el 'bona nit' con el que subió al escenario, aunque después a Loquillo se le fue el tiro a Valencia con un 'bona vesprada'. Eso sí, la noche acabó con el 'eskerrik asko' de Iseo & Dodosound. Una noche en la que las estrellas eran Buika y Loquillo, con permiso de El Kanka, que está rompiendo el techo de cristal de la fama a base de buenas vibraciones.

La jornada empezó con Los Bengala tocando ante una buena extensión de cemento del muelle comercial del puerto de Ibiza bañada por el sol, que se estrenó como escenario amplio y con vistas a Dalt Vila para el festival. Pero como los maños solo tienen dos posiciones, apagado o tralla, lo dieron todo para hacer "bajar la merienda" a los allí congregados. Ya con Él mató a un policía motorizado la cosa cambió, porque su presencia en el cartel había despertado a toda la comunidad argentina de Ibiza, que se volcó con ellos. La banda hizo cabalgar al público sobre capas y capas de sonido para terminar con una 'Chica rutera' a guitarrazos y distorsiones.

Buika aún subió al escenario con luz de tarde, gafas oscuras y cazadora de cuero para desplegar sobre el escenario esa elegancia intensa con la que canta, baila, ríe, habla y hasta toca un instrumento invisible e imposible. ¿Tango, bolero, flamenco, reggae, bugalú, jazz, funk, rock, hip hop, yo-qué sé?: Buika. Da igual, ella lo recoge y lo tritura todo y va construyendo el concierto sobre la marcha, pidiendo a los músicos la canción que le apetece en cada momento, ya sea 'Siboney' o 'Santa Lucía', para deconstruirlas. Acabó "robando" un poco de tiempo al siguiente porque ella es así, porque lo vale.

El Kanka empezó frío, pero no con la música, sino por la noche recién caída: "En un rato igual hasta me quito la sudadera, que llevo debajo mi camisa preferida y no puedo lucirla". A un cuarto de concierto ya se había calentado, gracias al aliento de un público muy cariñoso con el malagueño, y ya lucía su camisa azul estampada. El músico, que repetía en el festival esta vez con toda su banda, agradeció todo ese amor recibido con su buen rollo, de la ternura de 'Sí se puede', su último himno de autoayuda, al pogo aflamencado de 'A desobedecer'.

Loquillo es el tipo que mejor conoce el oficio de estrella del rock and roll. Se entrega sin concesiones, canta y hace cantar al público, pone la pose chulesca cuando el guion lo exige y da protagonismo a la banda cuando lo precisa. Y qué banda. Con tres guitarras, uno de ellos su lugarteniente Igor Paskual con falda escocesa y luciendo cacha. Pero claro, cuando se tiene la mochila cargada de himnos, se puede empezar con 'Rock and roll actitud' para marcar el sendero y luego soltar 'Quiero un camión', 'Rock and roll Star', 'Feo fuerte y formal', 'El hombre de negro', 'El rompeolas' o 'Cruzando el paraíso'... así del tirón, y bajar a darse un garbeo entre la masa con 'Carne para linda' y guardarse dos balas de plata para el final: 'Cadillac solitario', coreada hasta por los marineros de los barcos que pasaban por el puerto y 'Las calles de Madrid', que hace ya tiempo rubrica sus conciertos.

Y tras el paréntesis de funk electrónico verbenero de Paradise Phantoms llegaron Iseo & Dodosound entre ese runrún que suele preceder a los grupos a los que se conoce poco pero de los que se espera mucho. Y pese a la tendencia de la cantante a dar la chapa no solo entre canciones si no en medio de ellas, lo que puede sacar de situación al público, los navarros, con la voz y el carisma de Iseo, el dub envolvente y bailongo de la sala de máquinas de Dodosound y una cuidada sección de vientos, pusieron a bailar a los más festivaleros.

Y ahora a ponerse en marcha que esta mañana los grupos ibicencos inauguran le jornada, gratis y en el paseo de Vara de Rey desde el mediodía.