Hace un año ingresamos a mi padre en la Residencia Sa Serra de Sant Antoni. Tenía demencia senil. Al principio fue muy duro. Conocía a medias a sus hijos y nietos, al cabo de no mucho tiempo dejó de conocernos del todo y a confundirnos. Él estaba en su mundo, pero entablaba conversaciones con auxiliares, recepcionistas, residentes y familiares de éstos, contándoles sus imaginarias historias, lo mismo que a nosotros cuando íbamos todas las tardes a verlo. Todos le seguíamos la corriente y él estaba satisfecho.

El pasado día 25 de septiembre falleció. Sus neuronas hacía un mes que habían dejado muy rápido de actuar, ya no podía andar, no sabía comer, dejó de tragar y en más o menos diez días quedó postrado en la cama. En todo ese tiempo la Residencia ha sido nuestra casa. No hemos dejado de acompañarle tanto de día como de noche. Nos hemos sentido muy arropados en todo momento, desde la directora, la médica, los enfermeros, los auxiliares...

Damos las gracias a todo el mundo de la Residencia, incluso a gente que ahora ya no trabaja allí. Y el día de su muerte, que estaba rodeado de sus hijos, no lo vamos a olvidar. Porque a pesar de que mi padre se fue, tenemos un recuerdo imborrable. Gracias Rosa por estar con nosotros en el último momento, fue muy emocionante. Gracias Naima, tenías ese turno y ayudaste mucho. Gracias Denís por tus palabras emotivas y emocionadas. Allí nosotros hemos hecho familia, tanto con el equipo de Novaedat como con los residentes. Nos ha enriquecido personalmente todo este año que hemos convivido. Gracias a todos por vuestra profesionalidad, humanidad y cariño. Siempre os recordaremos. Un abrazo en nombre de mis hermanos y en el mio propio.